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La luz de la luna entraba por la ventana de Izuku, quién se encontraba vendando el abdomen de Sumire, el cual estaba lleno de cicatrices. De vez en cuando miraba a la pelinegra, y rápidamente volvía a lo suyo, estaba extremadamente nervioso y trataba de no temblar -por los nervios- pues era la primera vez que veía a una mujer así.
Quería preguntarle cómo fue que se hizo tantas cicatrices, pero, pensaba que iba a tocar un tema delicado para ella o algo similar.
Mientras tanto, la pelinegra miraba hacia el techo, no quería encontrarse con aquellos ojos verdes. Sentía vergüenza de su propio cuerpo. Sentía vergüenza de ella misma...

—Listo— dijo Izuku guardando algunos algodones en el botiquín.

Sumire se puso su playera y su característica sudadera negra —Gracias— la pelinegra estuvo apunto de irse, pero Deku la detuvo —¿Pasa algo?— preguntó, mientras miraba con confusión a Izuku.

Izuku dudó algunos segundos, pero miró decido a Sumire —¿Como... Como te hiciste las cicatrices?— preguntó mirando a otro lado.

—Algunas las hice yo, otras me las hicieron— Izuku miró a Sumire, la cual estaba inexpresiva, como si no le importara.

—¡No debes auto lastimarte!— replicó Izuku.

Sumire se molestó un poco —¡Se que está mal!— notó que alzó la voz y agachó la cabeza —Lo se perfectamente...— apretó sus puños, hasta que los nudillos se tornaron de un color blanquecino.

—No lo vuelvas a hacer... Por favor— Izuku miró con lágrimas en los ojos a Sumire, ella no supo cómo reaccionar, estaba sorprendida.

—Izuku... Yo...— Sumire tardó en encontrar las palabras adecuadas y cuando finalmente encontró algo que decir, Izuku la interrumpió.

—¡Solo prometelo!— ahora Izuku era quien alzaba la voz, esto tomó desprevenida a Sumire, causando un pequeño sobresalto.

Sumire se quedó observando a Izuku.

Sabía que no era algo que pudiera cumplir, ya que, siempre algo malo pasa o pasará en su vida. Y ese algo será tan malo que ella volverá a lesionarse. No tiene un quirk que sea ver el futuro, pero no hay necesidad de tener ese quirk, ya que eso... Eso es como una ley, siempre que crees estar perfectamente bien, algo malo pasa y vuelves a quedar mal.
Odiaba su vida.
Tal vez, si volviera con los Hirahara tendría una mejor vida, llena de lujos, pero a ella no le interesa la ropa de diseñador ni el maquillaje carísimo. Igual no perdía nada con intentarlo, pero estaba bien con lo poco que tenía.

—No puedo prometer algo que no cumpliré...— dijo.

Izuku al inicio la miró con tristeza y en seguida su mirada se tornó seria —Entonces trataré de ayudarte para que no lo vuelvas a hacer—

—Izuku, soy un caso perdido, no hay nada en que me puedas ayudar—

—¿Y si te ayudo con tu quirk?— preguntó esperanzado.

—Sería buena idea, pero si de alguna forma no lo logro controlar... Tú...— Sumire agachó la cabeza e hizo una mueca.

—Yo confío en ti y sé que eso no pasará— Izuku colocó sus manos en los hombros de Sumire y le sonrió.

La pelinegra pensaba que no había persona más linda que aquel chico de cabellos verdes oscuros y despeinados y con unas lindas pecas. Todo de Izuku era lindo a los ojos de Sumire.

El tiempo se les fue volando, ambos comenzaron a hablar sobre sus quirks, sobre los pro's y los contra's de los quirks que poseían. De vez en cuando, Sumire pensaba en decirle a Izuku sobre lo que descubrió de su familia, pero no estaba segura de si le iba a creer o no. Decidió contarle al respecto en otra ocasión.
Y de la nada, Izuku e Sumire comenzaron a organizar una salida entre amigos.

when it comes to you ; midoriya izukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora