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Sumire despertó, con un terrible dolor de cabeza, miró a su alrededor, se encontraba en un lugar que no conocía. Estaba sentada en una silla, con las manos bien amarradas detrás de su espalda, tenía un pañuelo en la boca y, lo peor de todo, era que no traía su playera, por lo que su brasier color gris estaba al descubierto.

Y ella sentía, por primera vez en mucho tiempo, ganas de huir, de que todo terminara de una maldita vez.

Observó con detenimiento su entorno, era una habitación bastante descuidada, había una cama vieja, un espejo roto, una ventana a dos metros de altura, y varías manchas de sangre en una pared. Oh, y qué sorpresa, una cámara filmando todo.

Podía escapar en cualquier momento, eso era cierto. Pero, el miedo podía más en ella.
Por ende, le era imposible usar sus quirks.

Analizaba una y otra vez la manera en la que pudiera escapar. Pero, sus mil y un planes no servían de nada si no conocía a fondo este lugar.

Al pasar las horas, Dabi entró por la puerta, llamando la atención de Sumire.

-Finalmente despiertas- dijo Dabi, colocándose justo enfrente de Sumire, mirándola con superioridad.

Sumire no podía decir nada, lo único que podía hacer era darle una mirada envenenada.

-Vamos, no me veas así- Sumire rodó los ojos, Dabi sonrió y le quitó el pañuelo que le impedía hablar.

-Hijo de tu puta madre- dijo Sumire, haciendo reír a Dabi.

-¿En serio Sumire? Si te das cuenta que está totalmente indefensa ¿No?- Dabi se posicionó detrás de ella.

-Piensa lo que quieras, yo me iré de aquí pronto- Sumire miró al suelo.

Dabi colocó una de sus manos en el hombro de Sumire, provocándole escalofríos. El ojiazul se acercó al oído de Sumire y susurró: -Puedo hacer contigo lo que quiera, menos matarte- sonrió sinicamente -Son órdenes de Shigaraki-

-Que se meta sus putas órdenes donde no le llega la luz- espetó la fémina.

-Ah, es por eso que me gustas tanto- Dabi fue bajando lentamente su mano, recorriendo cada parte del brazo de Sumire.

Ella estaba conteniendo las lágrimas.
Quería que Izuku viniera a salvarla de una vez y que evitara esto. Su respiración se estaba acelerando.

-No me digas que la gran Kysen tiene miedo- Dabi, con su mano libre, hizo el cabello de Sumire a un lado, y se acercó al cuello de ella.

Sabía lo que iba a pasar a continuación.
Así que, cuando Dabi estuvo a la altura perfecta, Sumire hizo su cabeza hacía atrás, haciendo que la naríz de Dabi sangrara. Aprovechó que el pelinegro estaba quejándose, dándole la espalda a la fémina, para teltransportar en sus manos, un pedazo de vidrio que vió horas antes, cortó lo más rápido que pudo las cuerdas que mantenían su manos atadas y tomó a Dabi por su chaqueta.

-Hazme algo, y te juro que no sales vivo, pedazo de mierda- Sumire miró furiosa a Dabi, lo pateó lo más fuerte que pudo, sin embargo, el rió.

-Ya veremos- susurró el pelinegro.

Sumire, pensó que había ganado y que finalmente podía ir hacia dónde está Izuku, estaba a pocos centímetros de la puerta, cuándo Dabi la acorraló contra esta.

-¡Kurogiri! ¿Está bien si me divierto un poco con esta zorra?-

Sumire comenzó a desesperarse ante las palabras de Dabi, pero antes de que ella pudiera hacer algo, volvió a ser inyectada por aquel líquido amarillento.

when it comes to you ; midoriya izukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora