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Sumire se dirigía a su casa, junto con August.

Entró a su casa y notó que All Might estaba sentado en un sillón, enfrente de el, se encontraba la madre de la pelinegra, al parecer estaban hablando de algo importante.
August ladró y los adultos la miraron.

—Finalmente llegas, agh, Sumire, ¿Por qué estás tan sucia? Las mujeres no andan sucias, arreglate y ponte algo colorido— la mencionada frunció ante el comentario de su madre, All Might notó que al ambiente se tensaba.

—Bueno... Cómo le comentaba a tu madre, en la Yuuei se implementarán dormitorios para los alumnos, con el fin de protegerlos— la madre de Sumire tomó un poco de té que había en su taza de alta calidad —Y, al parecer, tu madre está de acuerdo en que tú y tu hermano vayan a dichos dormitorios—
Sumire asintió —Pasado mañana deberás presentarte —

—Esta bien... Pero, ¿Y mis cosas?— preguntó Sumire, a la vez que le quitaba a August su correa y el perro corría hacia el patio, no sin antes pasar a un lado de All Might y olfatearlo un poco.

—Sobre eso, tus cosas ya están allá— Sumire formó una "o" con su boca.

—¿Acaso no es emocionante, hija?— su madre se levantó hasta quedar a un lado de Sumire. Ella se limitó a asentir con una tenue sonrisa.

Pues sabía que su madre estaba feliz por no tener dos hijos que cuidar, pues ahora ese sería problema de la Yuuei.

—Sin más por el momento, me retiro— Yagi camino hasta la salida pero se detuvo —Joven Hirahara, ¿Podrías venir un minuto? — Sumire corrió hasta quedar a lado de él rubio.

Salieron de la casa y Sumire cerró la puerta detrás de ellos.

—Me alegra ver que te has recuperado completamente, también quería agradecerte por conseguirme un poco de tiempo, realmente me ayudó— Yagi puso su mano en el hombro de Sumire —No le diré a nadie tu identidad, pues has demostrado que eres una verdadera heroína— Yagi sonrió —Hasta luego, joven Hirahara—

All Might se fue, pues entró en un taxi que estaba estacionado a las afueras de la casa de los Hirahara.

Mientras que Sumire se quedó ahí afuera, con una gran sonrisa.

• • •

Sumire caminaba por las calles de Japón, con el uniforme de la Yuuei, y ahora, sin el cubre bocas, su flequillo que antes tapaba su frente, ahora estaba recogido con un pasador al lado derecho. El saco de la Yuuei lo traía amarrado a su cintura. Observó a su grupo, el 1-B.

Fue hacía ellos, quienes hablaban muy emocionados entre ellos.

En estas semanas, Sumire había ignorado a la gran mayoría de ellos -por no decir que había ignorado a todos- y se había comportado muy sarcástica con ellos.

Se quería disculpar.
Así que corrió hasta estar con ellos. Kendo Itsuka, la líder del grupo, la miró y la saludo amablemente.

-Itsuka, yo... Quería disculparme- en cuanto dijo esas palabras, todos miraron a Sumire, escuchándola atentamente -Perdón por haberlos tratado así, ustedes no tenían la culpa de nada- Sumire miró al suelo -Perdón-

Itsuka la abrazó. Acto que sorprendió bastante a Sumire.

-¡Claro que te perdonamos! Comprendemos el por qué actuaste así, además, me alegro que ya estés mejor de tu lesión- la pelinegra sonrió de forma nerviosa.

when it comes to you ; midoriya izukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora