Capítulo 18

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"Al fin te encontraré, Granger"

S.M Guzmán


Si algunas vez le hubiera echo caso a las advertencias de su propio cerebro de no continuar aquella búsqueda en estos momento no estaría atravesando por aquel sufrimiento amargo que saboreaba en cada trago de whiskys.

Contempla con mayor precisión el ventanal frente a él, mientras extiende su mano una vez que su objetivo de darle un sorbo al trago fue cumplido. El cielo sigue del mismo tono grisaseo de siempre y el frió londinense cala en lo más profundo de su alma convirtiendo cada sentimiento literalmente en hielo. No podía simplemente perdonarle aquello a Hermione, por mucho amor y paciencia que a su nombre dedico, algo como eso no se ocultaba. Él tenía el derecho de llorar y patalear en ese momento, de negar la existencia de Merlín y golpear cuanta pared viera, él tenía el derecho de sufrir su duelo cuando era correspondido y ahora... Ahora solo podía odiarla con la misma intensidad que en algún momento decidió quererla.

── Señor ── La voz de Olivia, lo saco de su cavilaciones.

── ¿Qué? ── Gruño como respuesta sin darse la vuelta. El tono áspero en su voz delataba la irritación de su garganta por tanto alcohol.

── Se necesitan unas firma para algunas nuevas contrataciones... ── Dudo unos instantes en seguir pero nuevamente tomo el valor para hablar. ── Es necesario la suya debido aquel el señor Zabini, esta de repo...

── Deja las carpetas en el escritorio y vete. ── Corto tajante girándose para enfrentar a su empleada.

Olivia obedeció sin chistar y avanzo los pasos necesarios para dejar caer los contratos encima de la madera. Sus ojos hicieron el escudriño en la imagen del rubio y aunque su vestimenta seguía tan pulcra como siempre el cansancio en sus ojos y la barba crecida le daban la imagen de un hombre deplorable. Retrocedió los mismo pasos y dio la vuelta en sus talones pero antes de salir de la oficina a sabiendas que aquellas palabras podían repercutir de forma costosa le hablo nuevamente.

── Esa no es la imagen del joven magnate a quien todos en esta empresa admiramos y respetamos. Usted levanto un emporio del que debe sentirse orgulloso. Usted levanto una imagen a quien la mayor parte de Londres admira y nada tiene que ver con esa mujer. Usted disculpara mi atrevimiento señor Malfoy, pero Hermione Granger, no es indispensable en su vida no permita que ella destruya lo usted consiguió.

La escucho abandonar por completo el despecho y ni siquiera se inmutó en contradecirla porque aquello era todo cierto pero lo único que Olivia, desconocía es que todo su esfuerzo fue únicamente para encontrarla a ella. Y aunque aquello fuera algo que no admitiría jamás en voz alta era que Hermione, había sido la inspiración de cada triunfo aunque ella misma significara ruina en su vida.

── Draco. ── El jadeo apresurado de Pansy, más el choque abrupto de la puerta contra el marco lo hizo levantar la vista en dirección a la voz. Pansy, estaba en vuelta en una gabardina gris neutra con una bufanda negra alrededor de su cuello su rostro lucia impecable sin rostro de maquillaje pero era notoria la preocupación que embarga sus orbes negros. No le dio chance protestar ante la insinuación de su abrazo simplemente se dejo envolver. ──Estoy aquí contigo Draco, como en los viejos tiempos.

Se aferro a la tela de la gabardina de la muchacha trago saliva para apaciguar el nudo en su garganta a la vez que resopla conteniéndose así de poder derramar alguna lágrima que lo hiciera más endeble ante la situación penosa en la que se hallaba. Cerro los ojos apaciguando el picor en sus retinas, una mano se poso de pronto en su hombro y no le basto si quiera abrir los ojos para saber que se trataba de su fiel amigo.

Rompió con delicadeza el abrazo con Pansy, girándose así para ver de frente al moreno que un tenía una pequeña gasa cubriéndole parte frontal de la cabeza. Blaise, le regalo una sonrisa forzada y sin esperar muy bien que hacer o decir el hombre imponente, rudo y que se jactaba de su orgullo machista se volvió dócil ante él.

── Un hijo Blaise... Un hijo que el destino me negó, un hijo a quien su madre me prohibió llorar y mantenerle duelo.

── Draco. ──Susurro Pansy, tomándole la mano con fuerza. ──Nosotros te apoyaremos, las serpientes contra el mundo ¿Lo recuerdas? ──Le pregunto haciendo referencia a un lema viejo de su casa. Ambos muchachos asintieron reafirmando la amistad que por tantos año los unió.

.....

Eran pasadas las diez de la noche cuando se vio así mismo contemplando las llamas ardientes de la chimenea principal del salón de la mansión Malfoy, necesitaba un whisky de fuego y sus instintos lo llevaron aquel lugar, los elfos le permitieron la entrada sin ningún problema al final de cuentas seria él único heredero de todo aquello. Según las criaturas sus padres estaban descansando pero aún así pidió la presencia de la señora.

Escucho la cercanía de su madre y se acomodo mejor en el asiento dejando el vaso de licor en una de las mesitas.

── Hace cuatro años perdí algo de lo que fui ajeno hasta hace dos días madre ──No deja que Narcissa, se acostumbre a su presencia él simplemente se desahoga. ── Se que es estúpido y que Lucius, seguramente se reiría de mí si se llegara a enterar que sufro por alguien que no llego a nacer y del cual no tenía conocimientos. ──La mujer muerde su labio inferior alzando la barbilla con más orgullo del necesario, mientras su hijo deja escapar cada palabra con aflicción. ── Pero duele madre, duele de una forma distinta a la que nunca hasta el momento llegue a experimentar. Es algo aquí ── Señala su pecho mientras sigue observando a su madre como un cachorro herido. ── Que me corta la respiración, es justamente como si hubiera perdido parte de mi pecho que no sabia que estaba ahí y ahora se que duele tanto. ── El ligero temblor en su voz le basta a Narcissa, para acercar por completo a su hijo y acariciar de manera pasiva su melena rubia. ── ¿En algún momento dejara de doler? ── Y basta con ese cuestionamiento esperanzador para que sea Narcissa, quien deje escapar un sollozo y lo envuelva en sus brazos con fervor.

── Es algo que te acompañara por el resto de tus días hijo mío. No se disipara pero sabrás manejarlo, no lo olvidaras pero entenderás que su destino en este mundo no era el indicado, que quizás era una joya muy valiosa que no se quiso manchar con las vanidades de esta tierra. Un día te levantaras iras a la habitación contigua a la tuya y verás un niño hermoso que sobrellevara ese dolor contigo y te hará sonreír por él que no estuvo y por él mismo.






Al fin te encontré, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora