Epílogo

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En honor a tí, que sostienes el lápiz que trazará el destino de tu vida.

No te rindas.

..........


Draco corrió lo más rápido que sus piernas le permitíeron una vez se encontró en aquél hospital. Escuchaba los jadeos de cansancio de Zabini tratando de seguirle el paso pero el moreno tenía mucha distancia por recorrer antes de alcanzarlo.

No se detuvo en la recepción pese a los gritos de Blaise para  que pudieran obtener información, él simplemente se dejo guíar por el palpito desenfrenado de su corazón, y corrió lo más que pudo, deteniendo sus pies frente al enorme vidrial de los cuneros.

Tenía la sensación de haber recorrido aquel camino con anterioridad, pero todos los pensamientos desaparecieron cuando sus ojos dieron con el bebé.

Una sonrisa surco su rostro como muestra de la gran felicidad que le llenaba el pecho.

Sintió la mano de Blaise posarse en su hombro.

── Lo ves Blaise ── Le hablo preso de la imágen del pequeño y sin girarse a verlo. ── Es mi hijo. ── Le dijo con un orgullo imponente que hizo sonreír al moreno.

── Indentico a su padre, todo un Malfoy. ── Respondió Blaise, reafimando la felicidad del hombre.
...

Sybil Patricia Trelawney, ensanchó su sonrisa y reacomodo los lentes sujentandolos un momento más en el puente de su nariz, busco de nuevo la taza de té en la mesilla y sorbio un poco del contenido, alzó la pieza en frente como quién hace un brindis y asintió con la cabeza en señal de respeto.

── Gracias ── Murmuró bajito en dirección al frente viendo cómo el Tiempo asentía hacía ella con igual entusiasmo y complicidad, como dos viejos amigos al realizar un buen acto.

Lo vio desaparecer en una cortina de humo antes de tomar otro sorbo de la infusión caliente, podía recordar con vives el día que Hermione Granger, fue advertida en esa misma aula por la Dinastía y el Destino, pese al miedo que generó en la muchacha la primera advertencia por parte de ambos, Trelawney podía jurar que el peculiar brillo en las pupilas de la joven  le gritaban la pureza de su amor.

Por ese mismo brillo, por la tenecida del joven Malfoy, y por ese nuevo ser que venía al mundo, ella decidió cobrarle un favor a un viejo amigo.

Años después...

Hermione miro con una ternura infinita que deslumbraba en sus retinas a las siluetas que se reflejaban atraves de aquel cristal que la separaba de sus grandes amores.

Se abrazo así misma y río con gracia al ser testigo de como su esposo rodaba en el patio trasero, con Gael en sus alzado en sus brazos.

La risa de su hijo estaba pintada en su carita, y aunque en ese momento no pudiera escucharla, la conocía también que los recuerdos la avivan en ese instante.

Gael, era un bebé hermoso e inteligente, y eso era algo que le llenaba el pecho de orgullo. Con apenas cuatro añitos tenía control de todo el personal de la casa.

Se acercaba al jardinero para observar el trabajo que hacía, para después, cuando el aburrimiento lo alcanzaba embarrarse la cara con la tierra mojada. Siempre corría en dirección del guardaespaldas de su padre, gritándole algo semejante a la palabra amigo, y con el resto del personal era amor y risas.

Al fin te encontré, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora