Capítulo 29

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"Al fin te encontraré, Granger"

S.M Guzmán



Miro a su alrededor unicamente por inercia, su mente estaba demasiada ocupada procesando toda la información que le dio aquella enfermera. Se encorvo en su silla mientras el lápiz resbala de sus manos hasta caer encima de la madera.

Cerro los párpados recordando cada detalle con precisión de aquella mañana donde su cuerpo se entrego con premura. Con la urgencia que le dieron tantos años por que ese día llegara, sin necesitar más que una mirada ambos comprendieron que se necesitaban, ella comprendió cuanto la deseaba en ese momento ¡¡Joder!! Abrió los ojos con furia retenida, deseo ¡Deseo! Draco sintió por ella unicamente que deseo.

Un deseo que ella le dio la urgencia de apagar sin ser por lo menos lo suficiente astuta para retenerlo a su lado. En cambio ella, la señorita Granger logro no solo casarse con él si no también poder concebir un hijo suyo.

──¡Maldita inmunda! ── Grito histérica cegada por sus celos al mismo tiempo que levantaba sus palmas a la altura de su pecho. ── Cálmate Astoria ── Se pidió así misma. ── Debes ser más inteligente esta vez. Si quieres a Draco Malfoy, para ti debes ser astuta.

....

Las noches pasaron tan deprisa como los días, no tanto como para decir en un abrir y cerrar de ojos, pero si como para dejar sin tanto peso la noticia que en esos tiempos impacto al mundo mágico como lo fue el embarazo de Hermione Granger con Draco Malfoy. Todos los diarios de la comunidad mágica dedicaron por casi dos meses páginas enteras del asunto hasta que por fin el mundo mágico se acostumbro a la unión de estos seres.

Hermione, por fin logro estabilizarse y conseguir el tan esperado alta. Sin oponerse a Draco, acepto hospedarse en una de las propiedades del rubio en Londres, no se extraño que no fuese la villa donde la mantuvo encerrada por tanto tiempo, el lugar era más cómodo y pequeño.

Se recostó del sofá central de la sala de estar acariciando su vientre que pese a los dos meses que tenia era casi imperceptible a la vista. Sonrió a la enfermera que se coloco frente a ella esperando alguna petición.

── No necesito nada Anee, estamos bien. ── Le hizo saber. Aún no se acostumbraba a tantas personas pendientes de su bienestar pero sobre todo del bebé. Pueda que las enfermeras se preocuparan mucho por su condición pero Blaise, Narcissa y Pansy, daban a entender lo consentidores que serian con el niño cuando naciera.

Aquel sentimiento de alegría que le llenaba el pecho le daba una tranquilidad inhóspita. Saber que con el cuidado suficiente su hijo estaría con ella en pocos meses la embarga de sentimientos jamas expresados con palabras. Ese era el motivo que ella necesitaba para seguir viviendo. Ese era el amor del cual tienes el conocimientos que jamás se disipara en ninguna tormenta.

Suspiro encantada, si lo estaba. Estaba encantada del trascurso de las cosas, el haber dejado todo claro con Draco, pero sobre todo de la compensación divina que había llegado en sus vidas. En ese instante de su vida daba gracias por todos sus errores y de lo único que se arrepentía fue de la pedida de su hijo por ser cobarde.

Escucho la puerta principal abrirse y supo lo evidente, Draco había llegado. No se inmuto de su asiento lo espero como cada noche en la habitación de hospital. Era una rutina sincronizada en la que se habían sumergido desde su ultima platica. Él se quitaba la túnica o el saco del traje, aflojaba su corbata y soltaba los botones de sus mangas en ocasiones revolvía su cabello y en otras simplemente se sentaba a su lado. La miraba directo a los ojos y después de recibir su aceptación dejaba caer su mano con delicadez en el vientre de la chica para acariciarla despacio hasta que ella en algún momento se cansaba y busca sus brazos para refugiarse y dormirse. Hasta el día siguiente por la noche donde se repetía la acción.

Pero esa noche hubo algo diferente a todas las anteriores, las caricias en el vientre de la muchacha como señal de cariño a su hijo a las cuales estaba acostumbrada las sintió diferentes. Lo hizo, le dedico los toques que para ella significaban <Papá esta aquí> pero su mano se detuvo en varios momentos inseguro de sus propios toques.

A esas alturas a ella no le molestaba tener la mano de Draco, en su abdomen. Siempre era una sutil caricia calidad que la arrullaba, y se acomoda con perfección entre el pequeño espacio descubierto que dejaba el pantalón de pijama con la dormilona. Los dedos del susodicho subieron con determinación luego de unos segundos por debajo de la camisa deteniéndose en el la linea que dividía el abdomen con los pechos de la castaña.

El corazón de Hermione, latió con una fuerza descontrolada pero bajo su ritmo con la misma rapidez con la que aumento cuando Draco, deslizo su mano nuevamente hasta su vientre. Lo busco con su mirada porque en algún momento de esos escasos segundos perdió la concentración en él.

Estaba recto en su posición con los ojos cerrados y los labios sutilmente fruncidos. El cuerpo de la castaña reacciono ante el segundo toque del rubio. Era incapaz de apartarlo o cuestionar que le pasaba. Sus hormonas estaban produciendo algo natural en cualquier mujer embarazada, pero ella debía ser más sensata y segura que un millón de feromonas sensibilizando su cuerpo hasta el roce de la brisa y el olor a madera con menta del perfume de Malfoy.

Ese olor era el causante de ella durmiera tan deprisa en sus brazos pero hoy era todo lo contrario y esta vez Draco, no bajo su mano la llevo más arriba rozando uno de los pezones de la castaña que la hizo jadear para el asombro de ambos.

El escalofrió la recorrió de forma lenta y quiso maldecir la urgencia que nacía en ella porque él tocara con mas precisión esa zona tan sensible. La mano del muchacho subió en busca de su otro pecho aquel jadeo había sido su autorización a seguir, abrió su palma por completo manoseando el seno de la muchacha. Al no oír respuesta de su parte abrió los ojos y se encontró con la imagen más excitante para él en ese momento.

Hermione, tenía las manos hechas puños, las mejillas rojas y mordía sus labios reteniendo cualquier sonido que pudiera emitir ahogando en su garganta.

Eran las siete de la noche, y Draco sabia que a esa hora habían enfermeras rondando el lugar, no espero arrepentimiento por parte de la muchacha. Soltó el pecho de la chica sacando su mano debajo de la blusa y se puso en pie para después tomar su mano. La condujo hasta su propia habitación y agradeció a Blaise, recordarle que las mujeres embarazadas son mucho más perceptibles y sensibles a las caricias. No le pidió esa información aquello Blaise, lo hacia para atormentarlo pero en ese momento le debía al menos un gracias.

Se giro hacia ella una vez la puerta de su cuarto estuvo cerrada, no la dejo reaccionar se acerco a su cuerpo con una necesidad urgente de saborearla, levanto con diestra la dormilona de la muchacha que desprendió de su cuerpo bajando un poco sus rodillas para atacar con fervor sus senos descubierto.

Ella jadeo con gozo, al igual que él. Lo rodeó con sus brazos obligándolo a continuar con su caricias humedad en sus pezones.

Lo siguió cuando noto como echa hacia atrás. Aborreció el instante que las caricias pararon y el busco sus labios para besarla con el mismo deseo. Sus alientos se unían calientes, tan fogosos como sus cuerpos en ese instante.

── Esto. Esta. Mal. ── Articulo ella en las pausas que hacia para responder a su labios pero en ningún instante se negaba a continuar. Estaba mal ¡Claro que lo estaba! Se suponía que todo había sido aclarado entre ellos que nada los unía como pareja, sin embargo hay estaban presos de sus propios deseos nuevamente.

Draco, se giro con ella en brazos de forma delicada procurando no lastimarla. No le respondió su oración se encargo de termina de desudar su cuerpo y consentirla entre besos hasta sentirla suya nuevamente.

No importaba lo que pasara la mañana siguiente esa noche se encargaría de amarla.

Al fin te encontré, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora