Capítulo 37

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   "Al Fin te encontré, Granger"
                 S.M Guzmán

La desesperación lo inutilizo, sintió la sangre congelarse y solo atinó a colocarse las manos en la cabeza.

Abrió la boca en repetidas ocasiones, tratando de no sofocarse ante la situación y cuando por fin la magnitud de los hechos se hicieron presentes en su sistema un rugido agonico surgió.

── ¡¡¡DRACO!!! ── La impotencia lo cegó, quiso correr en dirección al ventanal roto, el mismo donde solo unos instantes vio caer a su amigo, pero su intención se vio interrumpida por los hombres de seguridad que lo acompañaban.

Pudo escuchar los gritos fuera de la oficina, no se imaginaba el alboroto que se presentaba fuera. Cuando fue capaz de coordinar las ideas corrió a las afueras del recinto chocando con el caos desbordante en los alrededores.

No lo asimilaba, no lo creía ¡¡No podía ser cierto!! Su negación se repetía con fuerza mientras en el ascensor bajaba dejandolo en la planta baja de la Corporación Malfoy, pudo ver el gentío acumulado presos de la impresión de aquella horripilante escena.

Un miedo terrible se instalo en él y poco a poco fue acercándose, abriendo paso entre la multitud con miedo, sin querer avanzar ni un paso más y rogando a Merlín por despertar en cualquier momento.

Sus piernas fallaron, sus rodillas se doblaron con una lentitud trémula y letal, sus lágrimas se manifestaron. Un jadeo, un grito y el llanto que terminó por derrumbarlo.

Su cuerpo doblado en dos y sus manos apoyadas en sus rodillas mientras se pedía así mismo continuar.

Escucho el murmullo general de los que creyó empleados, y a su vez la seguridad tratando de esparcir la multitud.

── ¡No me toquen! ── Gritó con fiereza cuando uno de los policías que se acercó a la escena quiso retirarlo del lugar. ── No me toquen ── Lo último fue un susurro persuasivo para sí mismo.

Recobró su postura cuadrando los hombros en un arrebato de fortaleza que lo golpeó de pronto y por fin pudo enfrentarse a la imagen que se mostraba frente a sus ojos.

Draco Malfoy, yacía tendido en el asfalto de aquella calle, una de sus manos descansaba sobre su pecho y la otra reposaba en una posición incomoda. Sangré manchaba su nariz, su cabello rubio se teñia de carmesí, a la lejanía podía apreciarse el líquido rojo brotando de sus canales auditivos para camuflajearse entre el sendero de cabello ya manchado.

Blaise, avanzo haciendo uso de su repentina fuerza, la misma que se esfumó y lo abandonó con rapidez cuando el dolor lo volvió a consumir doblegandolo.

Se acuclillo frente a su amigo, levantó la barbilla buscando la forma de mantener sus lágrimas ocultas, pero aquél impulso por tocar su pulsó y no encontrarlo lo arrastró a la desesperación.

Sin poder evitarlo termino abalanzandose  encima del rubio para sostenerlo por las solapas del traje y abrazarlo con una fuerza poco medida.

Todos los recuerdos de infancia avasallaron su memoria incrementando su dolor en magnitud. Se le desgarro la garganta ante el grito de impotencia que subió con rapidez desde su interior.

La frustración lo estaba consumiendo en peldaños rápidos, la imagen de aquél ventanal rompiéndose y llevando al vacío a su amigo se repetía constantemente como una película.

Al fin te encontré, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora