Capítulo 39

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"Al fin te encontré, Granger"
S.M Guzmán

Un frío trémulo se instalo en el área y la reacción confundida por parte del ojo gris fue una mueca de desconcierto.

Draco, se veía así mismo postrado en aquella cama con Hermione, a su costado aferrándose a su bata como si en cualquier momento él fuera a huir.

Las imágenes de lo sucedido ocuparon su mente cayendo en cuanta de lo que sucedía.

¡Merlín bendito!

Jadeo con frustración maldiciendo el nombre de Astoria en voz alta y después la verdad cayó en él como un balde de agua fría, tan fría y gélida que quemaba.

No le temia a la muerte tanto como al dejar a su familia. Sus pasos se dejaron ir hasta la cama.

Estaba impresionado por la imágen subreal que apreciaba, miro por inercia su propio ropaje y llevo una de sus manos a tantear su cabeza. No había ningún vendaje en su cráneo, y su ropa seguía siendo ese traje escogido en la mañana para ir a trabajar.

Sin dudas no era el mismo de la camilla o quizás sí pero no entendía lo que sucedía. Estaba abrumado, perdido, desconcertado.

¿Cómo era aquello posible? Verse a si mismo en tercera persona ¿Que cruel broma del destino era aquella?

Sin poder detenerse sus manos viajaron a la cara de Hermione, con un cuidado paciente sus dedos danzaron en el compas de una caricia.

Si en algún momento de su niñez alguien le hubiese explicado lo que era el amor, en ese instante estaba seguro que le fuera refutado la teoría armandole otra en la que cada palabra y oración se reflejará ella.

Hermione su significado de amor, magia, paciencia, compromiso, locura y perdón.

Su felicidad benevolente, y la pasión para ser un triunfador.

¿Que acaso no le bastaba al universo todo lo padecido?  ¿Qué más querían de ellos?

Sintió la descarga de corriente en su pecho, y como el dolor reventaba sus costillas. El monitor comenzó a emitir un sonido lento, tan perturbador como preocupante en cada chirrido la vida se le escapaba y ahí, justo ahí comprendió que volvía a morir.

── ¡¡Levántate!! ── Grito con preocupación tratando de hacerlo él mismo pero ella se le iba de las manos. ── No me veas así, no veas ésto ── La desesperación lo consumió, no quería que ella lo viera de esa forma.

Pero su intento se quedó solo en eso, la vio despertar agitada mientras la máquina chillaba con mayor fuerza.

── ¡Draco! No por favor Dios, no ¡Draco! ── Su alarido lastimoso le calo en lo más profundo del pecho, ahí donde su corazón parecía dejar de latir.

El tropel de enfermeras interrumpió en la habitación con un doctor al frente y sus amigos detrás.

── ¡Blaise has algo! ── Le exigió a su amigo sin lograr que su voz se escuchara, pero el instinto del muchacho lo llevo a obedecer su petición.

La tomo por la cintura mientras una de las enfermeras luchaba con sus manos para que lo soltará.

── ¡Salvelo! ── Demandó Hermione con una autoridad frágil pues su voz carecia de fuerza. ── Por favor.

La suplica cayó junto con ella en el suelo de aquella habitación y Draco desfalleció a su lado, ignorando el esfuerzo de los médicos por mantenerlo estable.

Su labio inferior tembló y sus manos buscaron acunarla. El dolor le carcomio el pecho al verla llorar de aquella manera.

── No llores amor por favor ── Le pidió pero ella ajena toda la situación solo mordía sus labios callando el dolor de su alma y él solo pudo acompañarla sintiéndose culpable y débil.

¡Dolía mucho! El pecho le ardía y juraba que su alma solo era un montón de escombros rotos.

¡Joder! ¿Por qué? ¿Qué quería desmotrarle el destino? ¿Que dolía? ¡Si! ¡Dolía de manera descomunal! ¿Qué su unión no era correcta? ¿Qué no estaba bien?

Aceptaba que nunca fueron buenos para amar, que se hicieron daño de forma dolorosa, pero aquello solo les enseño que estar juntos era lo único que necesitaban para respirar con regularidad, con armonía.

Y cuando por fin creyeron que su felicidad sería vívida la muerte se interponia.

Acercó su rostro al de la muchacha para dejar un beso casto conmocionado, herido y sutil como su alma en los labios de su amada. Su boca viajo por la mejilla de ella y la sintió temblar bajo sus palmas callando su llanto de pronto.

── Te amo Merlín sabe cuánto te amo ── Susurro a su oído y ella se giró, sus retinas chocaron anhelantes, llenas de miedo y dolor y él solo pudo agradecer la conexión de su voz con su alma.

── Draco ── Murmullo bajito con tanto miedo que le hirió.

── Lo siento tanto mi amor ── Podía jurar que sus respiraciones se acompasaron en una sola pero debía hacerlo.

Se puso en pie ignorandose así mismo, al grito interior de su alma pero él ya no pertenecia allí.

Salió de la habitación y cuando la puerta se cerró a su espalda el grito desgarrado de Hermione, lo consumió.

── Hora de la muerte 5:10 AM.

Avanzo lo más rápido que sus pies le permitíeron, sin conocer ni un perímetro de aquél lugar pero guiado por su corazón.

Cuando sus pies se detuvieron en aquella habitación de cunueros, lo comprendió al tiempo que sus ojos se llenaron de lágrimas y sus piernas fallaron, logro recostarse de una de las paredes.

La situación lo había desequilibrado tanto que una laguna se instaló en él, no había olvidado su hijo, pero si el tiempo exacto en el que debía nacer, no reparo en el vientre de su esposa, pero estaba ahí guiado por sus instintos paternos, por la memoria de su corazón.

Se adentro en el aérea y lo reconoció en la primera vista.

── Bienvenido al mundo campeón ── Le dijo asomándose en la pequeña cuna.

El bebé busco su voz regalandole una sonrisa que le derritió el alma e hizo que sus rodillas se doblaran mientras la amargura se acumulaba en un nudo en su garganta y lloró, nuevamente, como un niño pequeño lleno de miedo.

Recordó cuando se enteró de aquél hijo no nacido, y ahora que tenía frente a él el milagro más grande que el universo le dió, no podía disfrutarlo.

La desesperación lo consumía en peldaños lentos y en fuego rápido tan disfuncional como enigmático, está vez no lo evito, el grito que rugió en su interior se liberó y con el la convulsión de su pecho en un llanto más fuerte.

Se puso en pie trasteando y aferrándose al cunero. Limpio las lágrimas en su cara con una fuerza poco medida, mientras una risa rota brotó de su boca al ver al pequeño volverle a sonreír, bajo un poco y grabó en su memoria el momento exacto donde beso la coronilla del bebé.

── Te amo.

Al fin te encontré, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora