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— ¡Maldita sea esa profesora de las mil mierdas! —, lancé mis cuadernos en la cama y empecé a desabrochar mi camisa blanca del asqueroso uniforme.

Me iba a quitar la falda cuando sonaron varios golpes en la puerta.

En brasier y con la corbata aún puesta me acerque a la puerta.

— ¡Ania, abre la puerta! —, la voz de Alexa sonó tras la puerta y al abrir su mirada asesina hace que el dolor de cabeza que antes tenía se intensifique.

Tras de ella esta Mane quien se agarra el puente de su nariz y se que esta respirando muy profundo para no cachetearme a pesar de yo no tener la culpa de lo que paso.

— ¿Cómo es que un maldito encendedor se cae del bolsillo de tu falda en plena clase y peleas por eso cuando tú no tienes la razón? —, dice la morena y Alexa entra al cuarto pegando hombro con hombro haciendo que me tambalee por un segundo.

Mane entra al cuarto y yo cierro la puerta, esta se acuesta se tira en su cama y se desabrocha los dos primeros botones de su camisa dejando ver su brasier color vino.

Alexa y Mane eran mis mejores amigas, nuestros padres creyeron que enviándonos a un internado juntas lograrían que con el "apoyo" de cada una, las cosas cambiarían, pero los milagros no existen, y no todos los ángeles son buenos.

Por pedido de ellos mismos nos colocaron en una habitación juntas, a lo cual ninguno de los directores, rectores o dueños del internado se negaron; al ser nuestros padres los empresarios más influyentes de toda la puta Corea del Sur sin siquiera ser coreanos.

La habitación era amplia. Tres camas, cada una con un escritorio al lado con nuestras computadoras y elementos electrónicos. Tres armarios lo suficientemente amplios para toda nuestra ropa y un baño, por el cual nos peleabamos todas las mañanas.

Yo dormía en la cama frente a la puerta, en el medio Alexa y en la última Mane.

Por ser una habitación que remodelaron solo para nosotras, quedaba al final de uno de los pasillos más solos del internado y con vista a las habitaciones del lado de los chicos.

A pesar de que las clases, comidas y descansos eran alejados de ellos, nosotras empezamos a cambiar ciertos detallitos.

Las chicas me siguen mirando con mala cara y ruedo mis ojos agotada por todo esto.

Caminé hacia mi cama y me senté. Mane se echaba aire con su mano mientras Alexa me miraba con una de sus perfectas cejas delineadas.

— Fue RM, ¿Verdad?. Él te dio el maldito encendedor.

— Se lo está cogiendo, es obvio que es él.

— No fue Rap Monster, fue Jungkook y no Mane...—, digo volteando a su dirección señalandola — No estoy cogiéndome a Rap Monster.

— ¿Y a Jungkook? — Se levantó y me miró pícara.

— Tampoco, ¡Joder!. Solo fue una noche y ustedes lo saben. Además, ni siquiera es valido porque no lo recuerdo.

Despertarme con Jungkook en su habitación y con su miembro dentro de mí, fue lo suficientemente efectivo para que por un tiempo no volviera a  tomar de esa manera.

— Okay Ania, tranquilizate —, dice Alexa — Solo respira y piensa que le dirás a tus padres.

— Que puto fasti...

Golpes fuertes sonaban en la puerta y fui a abrir rápidamente.

Cabello negro alborotado, ojos rasgados, piel no tan blanca, nada más y nada menos que el Rey de Roma, Jungkook.

WRONG © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora