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Veía sus ojos y había algo más, no era la necesidad de sexo, era necesidad de poseerme y eso daba aún más miedo.

Con los chicos que he estado ha sido pura atracción física, no por sentimientos. Hay más alcohol en mis venas en eso momento que amor.

Pero esta situación me tenía un poco preocupada, porque entre los dos había algo desconocido, que me estaba dando demasiado miedo conocer.

Estos segundos se me estaban haciendo eternos y él seguía con su frente pegada a la mía y sus manos en mis caderas.

No respondí, él sólo se limitó a interpretar mi respuesta. Se acercó a mí y empezó a besar mi cuello de una manera aniquilante.

Sus manos se posaron en mis pecho y al apretarlos una corriente paso por mi espina dorsal. Los masajeaba con tanta posesión y con la fuerza perfecta para hacerme enloquecer.

Empezó a  bajar sus besos hasta llegar a mi seno derecho donde mordía y lamía mi pezón mientras con su otra mano no dejaba de masajear mi otro pecho.

Aún no podía creer que lo estaba dejando hacerme de él, pero lo necesitaba y era lo que quería. Tan como él.

Una de sus manos bajo a mi feminidad y sin esperar metió dos dedos en mí haciéndome soltar un gran gemido pero saco sus dedos de inmediato.

— No puedo, tengo que hacerte gemir estando dentro de ti —, me lanzo en la cama y se desvistió en menos de lo que espere.

Me quedé viendo su cuerpo y me encantaba el resplandor de la luz de afuera con su piel blanca.

Bajo su boxer y me sorprendí de aquel tamaño, ya lo había tenido en mi mano, pero verlo en primera fila era totalmente diferente.

No quería juego previo, no quería más encuentros que no llegaran a nada, estaba como él, no podía esperar más.

Se subió a la cama quedando sobre mí y me miró, se acercó y susurro algo en mi oído que no pude entender y mordió mi cuello haciéndome soltar un jadeo para después ser reemplazado con un gemido cuando entró en mí de golpe.

Se sentía tan malditamente bien que podría quedarme así el tiempo que fuera. Dolía un poco pero era mucho menor el dolor que el placer que sentía en ese momento.

Pasaba sus manos por mi cintura hasta que las posó en mis pechos y empezó a moverse.

Primero fue suave para acotumbrarme a su perfecto grosor, y después empezaron a ser rápidas e imponentes.

Éste hombre no se equivocaba cuando decía que sería el mejor sexo de mi vida, porque estaba muriendo de tanto placer que me estaba entregando.

— Maldita sea, estás perfecta para mí—, las palabras no podían salir de mi garganta, estaba totalmente sumida en sus toques, mordidas y embestidas.

Me estaba volviendo loca. Se separó de mí y se levantó dejándome agitada y sintiendo la falta de su miembro en mí.

— En cuatro —, mordí mi labio cuando lo veo acariciando su miembro mientras me indica que hacer.

Hice caso a su pedido y me coloque dejando mis nalgas frente a él, las acarició y dio una fuerte nalgada que más que dolor, provocó un inmenso placer en mí.

Tema y el gruñó al escucharme, volvió a entrar en mí tomando mis caderas y las embestidas eran rápidas haciendo que los gemidos salieran solos de mi garganta.

Me halo del cabello haciendo que quedara pegada mi espalda a su pecho y me di cuenta de que cumplió lo que dijo, al que sólo se escucharan mis gemidos y nuestros cuerpos chocando.

WRONG © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora