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— Entonces estás aquí —, digo mientras que termino de untar mermelada en una de mis galletas — No pensé jamás que harías algo así.

Él bebe su jugo con paciencia y sonríe. Extrañaba estar a su lado, pero no sé si era por querer o necesidad, muchas cosas se perdieron después de aquel día en la playa.

— No terminaste de conocerme entonces, Ania —, acerca su silla a la mía y muerde la galleta que ya tenía la mermelada perfectamente esparcida en ella. Lo miro mal y él vuelve a sonreír — Cuando te dije que estaba enamorado de ti era en serio.

—¿Era?  

— Es —, se acerca a mi rostro y limpio un poco la comisura de su labio que tiene algunas migajas y me quedo con la mirada baja unos momentos — Lo que leíste no era nada, no pasó nada pero no me dista la oportunidad siquiera de explicarte.

— Nadie te la daría después de leer eso.

— Pensé que tú lo harías —, su mano sube y baja por mi muslo descubierto por la tela de la bata de dormir.

Cierro los ojos y su toque es como si de un algodón se tratase, es tan suave y delicado que eriza mi piel con sólo un pequeño roce.

Soy una maldita pérdida de palabras, muchas veces me prometí a mí misma no estar así por nadie y aquí estoy, sintiendo un zoológico por culpa de un coreano que me volteó el mundo.

— Vuelve conmigo a Corea —, ¿Qué? ¡Oh, no!

— No puedo —, contestó al instante.

Sus labios se acercan a mi mejilla y roza sus labios mientras que su otra mano se posiciona en mi otra pierna.

— ¿Porqué no? —, su sutil y maldito roce empieza a bajar a mi cuello e intento pensar en otra cosa que no sea las ganas que tengo de treparmele encima.

— No tengo nada allá —, se aleja de mí y respiro profundamente para que mi cuerpo vuelva a su estado natural.

— Sabes que eso no es cierto, tienes más que cualquier coreano en ese país, incluyendo a tu padre —, mi padre, joder como lo extraño.

Hace mucho no hablo con él, ni siquiera un mensaje. Con ninguna de mis amigos, amigos, folles, nada.

Me había quedado en ésta parte del mundo como si en la otra parte no hubiera nada más, como que si ellos fueran solo recuerdos y ya.

— Y a mí, Ania —, mi móvil suena y agradezco que corte aquel momento incómodo, no soportaría seguir hablando de eso.

— Debo contestar —, él me mira y solo se mantiene en su sitio. Debería entenderme pero también entiendo su punto.

— ¿H-Hol...

— ¿A dónde carajos te fuiste anoche? —, RM, lo que me faltaba.

— Es una historia larga y...

— Abre la puerta y me cuentas —, maldita sea.

Voy hacia la puerta y cuando la abro está él y cuando entra su sonrisa ladina que tanto lo representa se borra cuando ve a mi acompañante.

Cuando volteo Suga estaba tomando jugo y la cara le cambia completamente cuando ve al recién llegado.

— ¿Suga? —, RM me mira y yo volteo mi mirada a otro sitio — ¿Por eso no me contestaste anoche las llamadas?

No sabía siquiera dónde estaba mi teléfono como para que RM se pusiera en ese plan, además, él y yo no somos nada como para que me monte esta escena de celos y frente a Suga.

WRONG © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora