XII. Fuego de Pasión

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-¿Orión que haces aquí?-pregunté confundida. Esa fiesta era para los nuevos guardias y hasta donde sabía él no pertenecía a la guardia.

-¿Qué haces tú en el castillo de mi padre?-preguntó risueño notando mi impresión

-¿Tu papa es el gobernador?- le susurre, no quería llamar la atención de los demás guardias.

-Si el castillo es del gobernador, y te dije que este es el castillo de mi padre, solo tienes que unir los puntos, pequeña guerrera- respondió. Este tipo de respuesta era demasiado típica de su parte.

-Muy gracioso, ¿por qué no me dijiste que eras una princesa?- le digo mientras me reía en su cara.  Hice una reverencia. Al levantar mi cara noté que su media sonrisa cambió a una mueca, la cual me causó más risa.

-Cambiando de tema...estas hermosa- me dijo, con ese comentario sentí como mis mejillas ardían y daba la impresión que las de él también lo hacían.

Me dirigí rápidamente a la mesa de comida dejando a Orión detrás de mí con una sonrisa. En la mesa había una variedad inmensa de platillos tanto salados como dulces. Mientras probaba un dulce de chocolate me puse a pensar lo peligroso que era que Orión me conociese, podría desbaratar toda mi misión, pero no podía negar que me la pasaba bien con él. Me hacía reír mucho y es que era un loco.  Con el pensamiento sentí como mis mejillas volvían a arder.

Por encima escuché que habían cambiado la música divertida por una pieza un poco más lenta, pero estaba tan concentrada en comerme el dulce de chocolate, que estaba a punto de ingerir, que sinceramente, fue poca la atención que le presté. Sin aviso alguno, sentí un jalón fuerte en el brazo y al darme la vuelta me topé con aquellos ojos esmeralda que me habían hecho sonrojar hacía unos minutos atrás.

-¿Sabes bailar?- me preguntó, sin previo aviso, con una sonrisa pícara mientras me llevaba delicadamente hasta el centro del salón.

-¿Quién eres? y ¿qué hiciste con Orión?- le susurré al oído un poco confundida con la situación.
Tomó mi mano, luego la colocó en su hombro, y resolvió colocar la suya en mi cintura. Estaba tensa. Con su otra mano estiró mi brazo dejando nuestras manos entrelazadas. La música sonó más fuerte y Orión empezó a moverse al ritmo de la música, yo torpemente lo traté de imitar, pero se me dio fatal. Él soltó una risa burlona que me puso más nerviosa, sentía las miradas de los demás, en mi nuca.

Al parecer somos el espectáculo principal.

-Tranquila, aquí solo estamos tu y yo- me susurró con un tono pícaro, sentía como ardían mis mejillas y mis orejas. Estaba demasiado nerviosa.

Después comencé a agarrarle el truco a aquello del baile, a pesar de que era mi primera vez, se podía decir que lo estaba haciendo bien. Estaba dejando que Orión me dirigiera. Ya me sentía cómoda, como si hubiera nacido para bailar y olvidé todas las miradas que nos rodeaban. Como él dijo, solo estábamos él y yo. Mientras bailábamos, las personas dejaron de mirarnos y empezaron a bailar. Todo en conjunto se veía muy armónico.
Después de bailar cuatro canciones sin descansar ya me dolían los pies, y con una seña le hice saber a Orión que necesitaba un descanso y seguidamente nos fuimos a sentar en una mesa que se encontraba vacía.

-Me has sorprendido pequeña guerrera-dijo

-Hasta yo me he sorprendido- dije riendo.

-Te quiero mostrar algo, ¿vienes?- dijo levantándose de la mesa, y extendiendo su mano, ofreciéndome ir con él.

Agarré la mano de Orión sin pensarlo mucho, le había agarrado confianza y me causaba curiosidad qué era eso que me quería mostrar. Orión miraba para todos lados, me imaginé que para que nadie nos viera, y subimos las escaleras. El primer piso estaba desolado, a diferencia de la planta baja, donde se celebraba la fiesta.

El Guardián de los Reinos: El Origen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora