XXIII.I Destrucción

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No sabía si la nota era un comunicado o una amenaza, pero saber que la nota provenía de Allen me ponía de mal genio. Arranqué la nota de la puerta y la hice un ovillo en la palma de mi mano produciendo una pequeña llama que redujo el papel a solo insignificantes cenizas que salieron volando con el baile del viento.

¿De qué espectáculo habla?

Limpie los residuos de cenizas que quedaron en mi palma con el pantalón y me decidí entrar a la casa, gire la manija para abrir la puerta dejándome ver la sala, mi corazón se detuvo y un sudor frío recorrió todo mi cuerpo, estaba casi segura de que había perdido hasta el color de mis labios al ver que en medio de la sala se encontraba un charco carmesí y enzima del, el cuerpo de Atrium boca abajo.

Salí corriendo a donde yacía su cuerpo y toqué su espalda haciendo que volviera el color en mi al darme cuenta que todavía respiraba, le di la vuelta dejándolo boca arriba. su camisa estaba toda rota, tenía varios cortes profundos en el pecho y brazos, mis manos temblaban al examinarlo, no sabía que hacer no había visto ninguna enfermería por el camino y me faltaba mucha practica para siquiera aprender a usar algún tipo de magia de sanación.

- ¿Qué hago?, esta inconsciente- dije golpeado. Se había formado un nudo en mi garganta que me impedía hablar claramente.

-Antes que todo guarda la calma. Atrium es un dragón, sus heridas sanaran- las palabras de Deus me calmaban -solo limpia todo y trata sus heridas lo demás le toca a él.

Tenía que limpiar sus heridas así que como me había enseñado Sofía convoque hilos de agua que emergían desde las yemas de mis dedos, estos bailaron por todo el cuerpo de Atrium llevándose consigo todo rastro de sangre y mugre. Deposite el agua sucia con sangre y mugre que había adquirido un color vinotinto en el lavaplatos de la cocina.

-Imperium- Convoque; no tenía fuerzas suficientes para levantar a Atrium. Con ayuda del conjuro lo levante sobre mi espalda y lo subí hasta su habitación, con cuidado lo deposite en su cama y me dirijo al baño donde se encontraba colocado estratégicamente un botiquín de primeros auxilios. Con suerte encontré algunos vendajes. Regrese a su cuarto y con firmeza cubrí todas sus heridas para que dejara de fluctuar más sangre.

Me sentía un poco impotente, si tan solo hubiese aprendido a usar mi magia desde antes ya estuviera despierto, pude sentir como las lágrimas empezaron a correr por mi rostro cayendo en el colchón de su cama.

– ¿Quién te hizo esto? – susurre con un tono de desprecio y odio. Fue lo último que dije antes de caer dormida por el cansancio.

Sentía como alguien alborotaba mi cabello haciendo que me despertara, al levantar la mirada pude notar que mi hermano ya no se encontraba inconsciente, gire hacia la ventana y el saludo del sol me afirmo que habíamos pasado la noche. Mire el reloj que indicaba las seis de la mañana tenía tiempo de sobra hasta la reunión con Allen así que procedí a quitarle el vendaje a Atrium, quede impresionada al ver como sus heridas se habían curado y cerrado, solo se podían observar unas pequeñas cicatrices como recuerdos de tales fatales heridas.

-Creo que ya estas mejor- Exprese para levantar los ánimos con una sonrisa a lo cual me respondió de igual forma, pero puedo ver la derrota en su rostro estaba frustrado con sigo mismo -¿Quién te hizo esto?- pregunte con un tono serio y firme.

–Allen– soltó mientras desviaba la mirada para otro lado.

Su respuesta despertó una furia descomunal en mí, quería aplastarlo con mis propias manos borrar todo rastro de el en este mundo con el fin de saciar mi sed de venganza por lo que le había hecho a Atrium, hay recordé la nota donde nos citaba a un entrenamiento, hay podría cobrármelas, estaba segada por una cólera incontrolable que solo calmaría su sangre.

El Guardián de los Reinos: El Origen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora