XL. Encierro

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Antes de que alguien pudiera decir una sola palabra Allen dio dos pasos al frente apartándose de nosotros para acercándose un poco mas a la reina y con lujo de detalle contó todo lo que había ocurrido en aquella mazmorra sin omitir nada, ni siquiera oculto el hecho de que había perdido el control en un arrebato de cólera, lo que hizo que bajara mi cabeza por la vergüenza que sentía al ver como él hablaba libremente de mi como si yo no estuviese presente.

-... Al final liberamos a los prisioneros y estos fueron atendidos por los expertos, por los momentos todos los cambiantes que rescatamos ya fueron reubicados para que puedan reconstruir sus vidas sin problema alguno. -finalizo de explica el centinela dando dos pasos hacia atrás para volver a su lugar con nosotros.

-Ya veo- fue lo único que salió de los labios de Paula luego de escuchar el extenso informe que le había proporcionado su centinela.

No sabia que esperaba que dijera, pero sin duda un "Ya veo" no lo era, me ponía nerviosa ver como masajeaba su mandíbula. El tiempo pasaba y la habitación había sido rehén de un incómodo silencio que no hacia mas que aumentar mi nerviosismo.

Lentamente pude ver como Paula se incorporaba de su trono haciendo que su cabello purpura cayera en suelo, esta dio unos cuantos pasos y bajo los escalones que nos separa de ella y su trono para quedar al mismo nivel que nosotros. Nadie movía ni un solo musculo a diferencia de la reina que con paso lento baila entre nosotros hasta llegar al fondo donde yacían el vurdalak y su hermana.

-Entonces ¿Tu eres Santiago? - pregunto acariciando levemente su hombro sabiendo cuál era la identidad de aquel chico.

-Si, mi majestad- respondió con dificultad como si dudara hasta de su propio nombre.

-Por lo cual tu eres quien intento matar a mi dragón ¿Verdad? - declaro calmadamente, pero entre su tono amable se escondían unas notas de maldad que rosaban la superficie.

-Si... pero- intento defenderse ante la declaración de Paula, pero esto fue inútil. La reina levando su palma acallando las explicaciones de Santiago.

- ¿Crees que puedes caminar libremente por mis tierras cuando casi matas a uno de los míos? - pregunto rodeando al chico haciendo que este comenzara a sudar.

-El solo intentaba salvarme- explico Evangelin tratando de defender a su hermano.

-Y acaso crees que eso me importa ¿Te consideras mas importante que Atrium para que el pierda su vida por ti? - contraataco la realeza haciendo que los ojos de la chica se cristalizaran y no soportara mas la mirada que la juzgaba por sus palabras -eso pensaba.

El tono de paula era clamado, pero lo que decía golpeaba fuertemente a los hermanos. No podía ayudarlos, mis manos estaban atadas; yo simplemente era parte de la guardia de Ibishchin lo que decidiera hacer la reina con aquellos chicos yo no podía detenerlo, aunque eso me pesara.

La reina se devolvía a su trono, solo se podía escuchar el sonido que producían sus tacones al golpear con el suelo con cada paso, esta se sentó en su lugar y nos miro a cada uno desde arriba en especial a los hermanos del fondo, todos estábamos expectante esperando la decisión que haría Paula en contra o a favor del vurdalak y su hermana.

-No puedo permitir que salga impunes de sus actos y caminen libremente por mis tierras cuando intentaron matar a mi dragón, por lo cual los sentencio a pasar veinticinco años encerrados en el calabozo de Ibishchin para que paguen por sus actos- sentencio paula con un tono frio que dejo helado a todos los presentes, pero ninguno dijimos nada al respecto, todos temíamos las consecuencias de defender a los acusados.

-No- grito Atrium haciendo que todas las miradas se dirigieran hacia a él y provocando que mi corazón amenazara con salirse de su cavidad.

- ¿Tiene algo que decir Atrium? - inquirió la reina un poco sorprendida por las acciones de mi hermano.

El Guardián de los Reinos: El Origen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora