Capítulo 11 (II)

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— ¿Entonces? ¿Vamos a estar así de callados? — preguntó mirándome. Asentí—. Quería preguntarte algo — agregó.

—Lo que sea, no quiero saber —dije de mala gana haciéndolo reír.

— ¿Por qué tan a la defensiva?

—Porque eres un fastidioso.

—Lástima —dijo recostándose en la silla—, vas a soportarme toda tu vida.

—Aún no entiendo. Me compraste en una subasta, me tienes en tu casa, fastidias todo el tiempo y todo eso, pero ¿por qué tengo que casarme contigo?

—Porque a mí se me da la gana —se burló.

— ¿Y si a mí no se me da la gana? — pregunté arqueando una ceja—. Es más, cuando estemos en el altar y me pregunten si acepto o no, diré que no.

—Si haces eso quedas expuesta a cualquier tipo de venganza —dijo serio. Le saqué la lengua—. Yo también te amo, Victoria —agregó riendo.

La verdad yo aún no entendía: podría haber abusado de mí, golpearme en serio, castigarme, obligarme a servirle o cualquier cosa, pero sólo me molestaba y me deseaba en su cama.

—Como digas, Mendes —dije terminando mi desayuno—. De todos modos, no ganas nada siendo mi esposo, así que da igual.

—Sí que gano, preciosa —sonrió—. Y créeme, aún no sabes lo que tú te ganarás.

—Asqueroso, como siempre —hice una mueca de asco.

—Ya verás, cuando estemos casados no dirás los mismo. Todo a su tiempo —me guiñó un ojo.

—Deja se pensar estupideces y termina tu café. Quiero irme de aquí.

—Tranquila, pequeña.

Se tardó más de media hora en tomarse el condenado café. Me tenía harta, tenía sueño y estaba muriendo de calor. Además, me dolía la cabeza y el bullicio de la gente no ayudaba mucho.

—Voy a pagar, ya vuelvo —dijo por fin.

Me quedé sentada por un rato y respiré profundo. Cuando traté de levantarme de la silla sentí un horrible mareo y tuve que volver a sentarme.

— ¿Estás bien? — preguntó Shawn poniendo una mano sobre mi hombro. La quité con desagrado y traté de levantarme de nuevo. Tuvo que agarrarme porque casi caigo al suelo—. No, no estás bien —apoyé mis manos en sus hombros para estabilizarme.

—No necesito tu ayuda —claro que la necesitaba. Me acercó más a su cuerpo.

—Sí la necesitas —dijo sensualmente cerca de mi oído.

—No, Shawn —dije nerviosa. Me solté de su agarre y empecé a caminar.

Sin decir más, me siguió. Pero a mitad de camino se puso en frente mío y me tomó suavemente la mano.

— ¿Vamos a la playa? — preguntó para luego besar mi mejilla.

—No tengo ganas —pasé mi mano por donde había dado el beso—. Y no me beses —agregué con brusquedad.

—Aguafiestas —dijo tirando de mi mano para envolverme en sus brazos—. Vamos a la playa —insistió—. Por favor —besó mi cuello. Lo aparté con desagrado. Estaba furiosa con él, pero aún tenía cierto efecto sobre mí.

—Ya te dije que no me besaras —le di un leve empujón y seguí caminando.

Claro que quiero que me bese, pero al parecer su bipolaridad o lo que sea que tenga, es contagiosa.

La Bella y la Bestia - Shawn Mendes (ADAPTACIÓN) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora