Había una vez, un niño de risos débiles.
Había una vez, una casa ausente de juguetes.
Temía correr por patios sin seguro.
No corría ni jugaba por estar muy pulcro.
Y es que la mamá lo tenía en punta en blanco.
Lo dejaba solo en aquellos bancos.
Había una vez, la inocencia describió,
Pero él lo había vivido incontables veces.
Cantaba en un susurro suave,
Reía a escondidas de la gente,
Armaba travesuras incongruentes,
Aunque nunca mentía.
Una tarde conoció un alma perdida,
Como él solía llamarla.
Escucharon sus latidos,
No hubo quién los separara.
Aquél niño de risos traviesos prefirió la casa de cristal.
Prefirió la música instrumental.
Eligió atuendos fríos y comidas mundanas.
Heridas leves, corazones rotos y muchas caras.
Entonces, su alma gemela derramó lágrimas,
La familia contempló la escena,
Él no hizo absolutamente nada,
Nada que valiera la pena.
Había una vez una historia de alguien leal
Y no tan leal.
Un café en invierno, un tereré en verano.
Besos escasos. Besos a montones.
Un relato de sueños corrompidos,
Rutinas reprochadas en ausencia.
Audiencia exigente en cuanto ideas,
Palabras cargadas de perversión.
No hay alguna vez en su historia,
Sólo un adiós finito,
Una bienvenida cálida
Y el viejo tú.
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Noche sin café. [Editando]
Sonstiges¿Alguna vez sintieron tanto dolor que llegado el momento, necesitan sacarlo a la luz? Bueno, este es el momento, que a través de cartas, liberé los recuerdos mas duros de mi vida. Un paisaje triste pero que al final, se torna cálido cuando vuelves...