La chica de lejos

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Conocí a una dulce niña de ojos almendra con anteojos de sueños y cabello largo como su destino. Con años suficientes y palabras que pisan fuerte. Cuerpo pequeño y el alma demasiado grande. Convicciones fuertes y un futuro prometedor.
Pero había un dilema... Nunca se vio.

Y yo quiero contarle lo que sentí la primera vez que vi su foto. Y aunque no suelo oírla, se escucha fuerte con cada historia que crea. Porque sí señores, escribe de maravilla.
Sus palabras son como retazos de sueños, partes del rompecabeza de la vida. Ideales. Convicciones. Y la creencia de que el amor surge de las situaciones más desafortunadas. Que donde hubo pantano nacerá una flor. Que donde hubo guerra, se levantarán ciudades más fuertes. Y donde nació una promesa, crecerá un destino conectado al final que cada ser merece. Asi me hacen sentir sus historias.
Esa inocencia y sabiduría no muchos la entienden. Créanme cuando digo que es especial. Aunque no de manera errada como otras personas piensan. Normalmente, la moral nos nubla el juicio. La cultura. Lo impuesto. Las etapas. Así es la sociedad. Pero lo que quiero hacer ver a esta mujer hecha y derecha es que no se sienta sola. Aunque ellos juzguen y piensen tener la razón, recordarle que no viven su vida. Que no sueñan sus sueños. Que no visten las heridas de su cuerpo ni las lágrimas que derrama en la almohada. Que no leen las matemáticas a las 4 a.m. Que no sudan su camiseta para cumplir con su deber. Que no son vos.

Sos sencillamente perfecta. Así, con la dulzura que te identifica entre la gente. Que inspira a las personas. Que transmite emociones hasta las que siquiera compartis. Que sangras. Que vivís.

Siento cuando la leo que es un ser único. Que está en su momento. Que nadie debe hacer que sienta menos de lo que necesita. Decir lo que quiere ni inventar refranes para resolverse. Ni imponer esquemas.

La mujer, la niña de ojos fugaces. La sabia de cuentos de magia. La estudiante dedicada. La amiga incondicional.
La que inspira, la que enfrenta, la que calla... Y la única ocupando el lugar que le fue concedido para cumplir una función que es vivir su vida como quiera vivirla. Sentirla como desea sentirla. Y crecer en el momento que ella sienta que corresponda.

Amiga, de grandes ideas, estás contenida... Porque hoy, mañana o cuando sea, dónde sea, siempre contarás con el sol y con la confianza de un nuevo día, para volver a empezar.

Y luego, la niña simplemente dejó su coraza para levantarse de aquella cama, limpiar sus lágrimas y caminar hacia el horizonte en busca de nuevos retos. Siendo así, dueña del mundo entero.

Te quiero, de lejos y más cerca que nunca.

Noche sin café. [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora