No es fácil escribirte esto, María.
El tipo de cicatriz que hoy tengo es diferente.
Una clase de estigma nervioso que se manifiesta por enfermedades, estrés, ira, llanto injustificado. Pero en aquél entonces vos no llorabas.No te enojabas.
Hasta habías olvidado sonreír, parada entre los escombros de aquel muro que habías creado.
Te cuento que las cosas mejoraron.
Nos decíamos que el tiempo cura todo, que aparecían personas nuevas con la sabiduría suficiente para desprenderte la venda de los ojos.
Que algún alma solidaria te abrazaría con la buena intención de dar ese empuje.
Que todos deberían tener un amigo en quien purgar los horrores que se manifiestan en pesadillas... Equilibrando el malestar que no se dice, con las imágenes que produce.
Las personas no deberían ser malas, ni silenciosas, escandalosas, tristes, dependientes, ordinarias, respetables, referentes, inconscientes.
En aquel momento no entendías. Buscabas de forma exhaustiva alguna guía, que te explique paso a paso como expulsar esta penumbra del pecho.
Dudo que hubiese algún transeúnte capaz de soportar la real oscuridad que vivía en esa cabeza de diecisiete años.
Temía por esa chica estropeada, que se mostraba altanera y libertina, que daba una imagen de chica ruda sin ataduras, mientras en su casa lo único que la mantenía viva era esa sensación de control, ya que no tenía ninguno.
¿Hay algo mejor que controlar el cuerpo sobre la mente? Podría herir su ego; sí. Podría decirse que era una basura sin valor; ¿quién diría lo contrario?
Ese no era el punto.
Antes hubo intentos fallidos.
Antes se aferraba fuerte a la condición de dejar de respirar por un minuto.Pero ahí estaba...
El suave corte del corazón.
Ardía y se sentía bien porque controlaba hasta dónde.
Sentía el poder, porque era injusto que todos pudiesen manipular y herir su mente.Ríanse de ella, burlense, pero era su propia abanderada.
Hasta que un día, encontró esa otra alma tan o igual oscura que ella. Una niña tan colosal... que lograba hacer de María una hormiga.
Compartían ese secreto. No se juzgaban. Simplemente se dejaban llevar por eso que podían controlar porque el sistema estaba mal y no había amparo para sus rarezas.
Sí.
Fue una equivocación de adolescentes.Porque amaban la vida.
Porque el cuerpo es un templo.
Porque nadie merecía tanto el apunte,
Como para herir más, su alma destrozada.Hoy está erguida y golpeada.
Triste y aburrida.Pero viva.
Porque todo ese dolor que tanto asesinaban a aquellas mujeres, hoy las complementan.
Solo quedaron marcas de ese miedo a dejar entrar algo más que no sea dolor.
Sí, tú... dolor.
Vale la pena sentirlo.
Sonreír.
Llorar por la emoción de hacerlo.
Probar un plato caliente luego de horas de trabajo en noches frías.
La emoción del primer viaje en solitario, con amigos.Luz, sinónimo de la esperanza que encontraba en ella.
Todo lo que alguna vez pensaste que no tendrías y lo tuviste en cuotas que alegrarían la vida.
Aferrarse a ello... más que a la opacidad que quería ganar su corazón.
Hoy son solo cicatrices... Pero es su historia.
Y la historia nos hace humanos.
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Noche sin café. [Editando]
Random¿Alguna vez sintieron tanto dolor que llegado el momento, necesitan sacarlo a la luz? Bueno, este es el momento, que a través de cartas, liberé los recuerdos mas duros de mi vida. Un paisaje triste pero que al final, se torna cálido cuando vuelves...