Querido amigo:
No te escondas. Hace años, vengo fantaseando con un príncipe trillado de ocho de la noche en disney, que me socorre a lo alto del castillo, derrotando al dragón que evita mi libertad.
Lo que no sabes es que estuve pensando mucho en cómo darte forma, luego de que visitaras mis sueños y anduve exigiendo algo que no sea producto de la mente, pero ¿qué se yo? Algunas veces esas percepciones nocturnas son extensiones de últimos discursos.
Te busqué.
Busqué tanto hasta en los recovecos más inhóspitos de la ciudad. Busqué en miradas frías, cálidas, distraídas, risueñas y extrañas. Caminé por las vías, corrí maratones y viajé. Lloré... Desolada en mi orgullo de acercarme tanto que pueda salir lastimada. Decepcionada, porque en mi búsqueda, no te hallé.
El amor es magia, eso dicen. Como en los cuentos que muestran los peores escenarios y que el amor triunfa ante toda adversidad. Sin embargo, la realidad es diferente, ¿no crees? Pero qué se yo. Algunos problemas son intensos, algunas personalidades son reservadas, algunas bocas directamente se anulan.
El miedo ha sido el enemigo que duerme conmigo. Por ello, estoy acá escribiendo esto. Tal vez nunca llegues a leerlo porque no te conozco. Creo conocerte porque sos mi creación, mi anhelo, una parte buena de lo malo que me acecha todos los días. Tal vez, cuando te conozca, pueda darte esta carta, y larguemos carcajadas de lo tonta que fui de niña.
ººº
Amor, querido cielo, mi corazón está hecho pedazos esta noche. Los años pasaron y te perdí. Ya no me visitas como cada una de esas noches donde mi alma estaba ansiosa de tu calor, que me brindaba ausencia y presencia a la vez.
¿Qué hice todo este tiempo? Perdí cada minuto, segundo, y mis suspiros.
El día se convirtió en la cárcel, en un profundo abismo donde mis ojos no pueden ver y el cuerpo se ve abducido por la oscuridad.
Y tu abrazo de ángel caído, tus besos de dulce néctar o las manos que sostienen mi perdón; eso quiero pedirte. Un largo y tedioso perdón. Mi camino bifurcó en un punto casi llegando a la negligencia y maldije en voz alta, tan alta que si tu aura hubiese existido, seguro desaparecía.
Como yo.
Como mi amor.
Como todo lo que rodeaba el lugar llamado casa.
¿Estarás ahí alguna vez?
Lo siento, de verdad.
Creí conocer al amor... Pero ¿qué se yo?
Lo sueño nada más, por un estúpido anhelo.
Y si no hay deseos en su morada, no habrá mañana ni tampoco una contestación.
— Querida amiga, ¿qué pensás? — cuestioné a mi soledad.
— Ahora sólo somos vos y yo.. —.
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Noche sin café. [Editando]
Random¿Alguna vez sintieron tanto dolor que llegado el momento, necesitan sacarlo a la luz? Bueno, este es el momento, que a través de cartas, liberé los recuerdos mas duros de mi vida. Un paisaje triste pero que al final, se torna cálido cuando vuelves...