Una mañana, no cualquiera, los ojos se disiparon con tenacidad y rebeldía. Podía entender los sonidos y olores. Percibir el tacto de seres extraños mirándome atentamente esperando algo aunque no entendía su idioma ni por qué el afán de llorar o sonreír. La única voz que quería oír se perdía en el tumulto de otras voces que tropezaban.
Antes de todo esto, viajaba en un espacio reducido, cálido y húmedo dónde lo único que valoraba la existencia era mi transporte. Supongo que eso también tenía fecha de caducidad.Veía un rostro que tal vez era femenino, no podría decirles; hablaba de manera extraña pero me hacía mucha gracia. Esas monerías de los adultos (aprendí esa palabra) los hacían ver ridículos pero era muy divertido. Las sensaciones me inundaban de una alegría que claramente en ese momento no pude describir con palabras, pero sí pude actuar y la acariciaba con mi diminuta mano; tenía la piel más suave que había tocado (hasta ese momento) y creo que la amé.
Mi mundo entero se basaba en mirar esos ojos color café que creo haber heredado. Mi corazón latía y ella se emocionaba. Me peinaba el cabello, me cantaba canciones de amor cursi; alguien llamado cristian castro y otro creo que era luis miguel, no sabría decir. Era gracioso verla como bailaba y canturreaba por toda la casa mientras estaba sentada en la silla alta en la mesa de la cocina. Y balbuceaba porque quería imitarla sin éxito.
Otro momento inédito fue cuando entré a una iglesia de estilo rococó que en la puerta había una especie de arreglo floral y ella estaba con una camisa blanca, pantalón de vestir azul petróleo, botas y los lentes para descansar la vista que le había recetado el médico. Mi papá se encargaba de llevarme esa tarde otoñal a la entrevista con el cura de turno (decía yo);no me caía muy bien.
Él se encargaría de hacerme el tour del establecimiento y además en aquél salón de la planta alta, me darían las enseñanzas para la comunión. Aunque realmente no quería leer la biblia.
Lo único divertido de todo esto fue que me dieron mucho dinero y lo gasté todo en golosinas.Momento majestuoso fue cuando me confirmaron que ibamos a viajar a Buenos Aires para ir al Parque de la Costa y mi cara demostró toda la emoción, sofoco, ilusión y otras emociones que no vienen al caso, sobre el asunto, para mi cumpleaños número 9. Ella tenía ese brillo en los ojos que cada vez veía menos y sinceramente nunca supe por qué. Me causaba mucha tristeza... Y ese día volvió. Estaba tan emocionada como yo al vivir la experiencia tanto en viaje como en subir a las atracciones.
Mi hermanito se pegó a mí con cautela porque ese día estaba repleto de gente y temíamos perdernos en la multitud. Nos subimos en total a 10 atracciones. Una de mis favoritas fue el dragón de agua que consistía en un móvil de tronco donde entraban 4 personas. Te entregaban un piloto color amarillo y otro rojo (te daban a elegir) porque en esa fecha ya era otoño y la temperatura rondaba en los 18°C. El juego duraba 1 minuto y 30 segundos; literal. Y era una caída libre vertical, mojandote entero. Nunca me asusté tanto; deberían ver la foto y nuestras caras.El último buen recuerdo que guardo en mi corazón, es el día que me informó que iba a tener otro hermanito. Que resultó ser una hermanita. Aunque al principio estaba muy enojada porque ya era suficiente con el que tenía; rebelde, histérico y dependiente de mi hermano. Mi corazón estaba deseoso de sentir más calor por todo el amor retenido. Con esta nueva personita, lo logré. Me volví a enamorar de un ser pequeño, mi atención se perdió en esos ojos grises que más tarde se volvieron verdes. Colocó su manito en mi mejilla y supe que esa era la piel del nuevo amor de mi vida.
__________Hasta ahí mi vida era un conjunto de mañanas llenas de olor a café, canela y almendra. De risas y música. Gente entrando y saliendo preguntándome cosas, sacándose fotografías para el álbum familiar. Navidades llenas de vitel toné, arrollados, sidra de ananá. Regalos rebuscados, lluvia e irse a dormir temprano. Los domingos nos levantábamos a las 8 de la mañana para prender la tele, mirar garage; porque a mi papá le gustaba admirar los autos de época, colecciones y eso que nunca entendí bien. No me gustan los fierros. Pero a él sí y eso me hacía feliz. Además de la bandeja para las respectivas chocolatadas calientes, tostadas con mantequilla, dulce de leche y mermelada.
Eso hacíamos los domingos. Abrir las ventanas, prender el fuego a las 11 de la mañana mientras corríamos en el patio con mi hermano y podías oler la carne cerca del mediodía para finalmente comer tarde.Momento favorito si lo hay.
Pero todo eso quedó atrás, como una infancia feliz. Sentís que se cae la lágrima al recordar ciertas cosas que no van a volver pero que tenés dentro como el fuego que te revive después de haber perdido la brújula que te dirige al norte; porque dicen que allí está tu hogar.- Jose, juani, vengan a comer, no los vuelvo a llamar eh, ya les avisé - dijo en tono burlón.
- Dejá, pá. Están jugando a la escondida. Ahora los busco - añadió mamá.
Lo que ella no sabía es que en ese momento encontré lo que haría perder a mi héroe._______
Quiero agradecer a los que me leyeron hasta acá. Esto es un poquito de collage de lo que rescato del ayer. No es fácil seleccionar cosas que pueden doler pero que guardo en mi corazón con afán para tener una idea de lo que sí tuve. Y fui muy feliz.
Muchas gracias.Todos fuimos en algún momento felices, nada más que nos olvidamos o somos eclipsados por la tristeza, o el estrés de que queremos ser felices ya.
Miremos. Tenemos muchas razones.
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Noche sin café. [Editando]
Random¿Alguna vez sintieron tanto dolor que llegado el momento, necesitan sacarlo a la luz? Bueno, este es el momento, que a través de cartas, liberé los recuerdos mas duros de mi vida. Un paisaje triste pero que al final, se torna cálido cuando vuelves...