16. Sammy Wilkinson

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Hermoso.





—¿Esa está bien?

—¿Uhm? —Pregunto acurrucándome casi en posición fetal en la cama, con la manta toda de mi lado, dos almohadas para mi cabeza y otra para yo abrazarla.

—¿Nena, es en serio? ¿Te dormiste antes de siquiera comenzar a ver la película?

Río por lo indignado que ha sonado y niego. Pero claramente estaba más dormida que despierta.

—No, bebe. Pon la que dijiste, no estoy dormida.

Todo lo que digo lo hago sin abrir los ojos, si los abría se me espantaría el sueño.

Puedo escuchar a Sam quejarse de que nunca me quedo a ver la película con él mientras se acomoda bien en la cama. En mi defensa, había pasado toda la noche estudiando para el examen que tome esta mañana y ahora sólo quería dormir y descansar.

No lo escucho decir nada más, así que simplemente me dedico a finalmente dormirme. Supongo que él se concentra en su película pero no estoy segura pues estoy de espaldas.

Creo que duermo por unos minutos cuando el frío me hace despertarme casi temblando. Me muevo tratando de cubrirme más con la manta pero aún así siento congelarme.

—¿Qué pasa?

—Abrázame, tengo frío.

—¿Tienes frío?

—Si.

—Ven aquí.

Me giro hacia él y está medio sentado recostado de la cabecera de la cama. Con una mano sostiene un vaso de chocolate y el otro brazo lo tiene extendido para que yo me acomode a su costado.
Lo abrazo por la cadera y mi cabeza reposa casi en su pecho, él me arropa con la manta y besa mi cabeza cuando cree que ya estoy bien.

—¿Mejor? —Me pregunta.

Me inclino para poder verlo pero él tiene sus ojos en la televisión, luciendo sus bonitas pestañas. Aún medio dormida no puedo evitar notar lo hermoso que es. Viéndose tan tierno aún frunciendo el ceño. Cuando se da cuenta de que lo estoy mirando baja el rostro para verme. Y siendo sus ojos lo único a lo que estoy verdaderamente prestando atención, digo sin pensar: —Eres demasiado hermoso, como un ángel.

Una sonrisa casi al instante decora su rostro. La sonrisa más bella que he podido observar en mi vida. Que vista tan gloriosa me estaba brindando el cielo.

—Gracias, mi amor. Tu también eres muy hermosa —Dice riéndose y acariciando mi mejilla luego de haber soltado su vaso. 

—No, de verdad. Tu no me crees —Reclamo seria—. Eres muy bonito.

El vuelve a reír con un poco más de ganas.

—Si, mi amor —Asiente seguido—, te creo. Gracias.

Se inclina aún más para darme un pequeño beso. Sus labios están calientes  por el chocolate que bebe. Besa mi nariz y mi frente antes de volver a su posición inicial, aunque esta vez me abraza más hacia su cuerpo.

Me acomodo nuevamente y sonrío cuando el besa mi cabeza.

Cuando estoy casi cayendo rendida otra vez, lo escucho decir un "Te amo" bajito y apretarme más fuerte. Obviamente dormí como bebé después de.

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