Tu no me amas a mi.
Dave x Anne💕Cuando el celular suena en la mochila la primera opción que cruza por mi mente es ignorarlo. Sería imposible encontrarlo, seguro se encontraba en el fondo del pesado bulto.
—Joder —Musito, cayendo en cuenta de que el aparato no dejaría de sonar hasta que lo contestara. Me detengo frente a la puerta y muevo la mochila hacia mi pecho. Meto una mano y a tientas consigo el celular que vibra insistentemente.
Mi semblante cambia en cuestión de segundos al ver el nombre que brilla en la pantalla. Sonrio inconscientemente y me llevoel celular al oído para responder: —Hola, caramelo.
—Hola, preciosa. ¿Cómo estás? —Podía escuchar la sonrisa en su voz del otro lado de la línea. Hasta escucharlo por teléfono podía ponerme a temblar.
—Bien. Estoy afuera del gimnasio, ¿y tú? ¿Como va tu mañana?
—Mucho mejor ahora, gracias —No puedo evitar morderme el labio con una sonrisa de tonta surcando mi rostro—. ¿Estás saliendo del gym?
—Uhm, no. Acabo de llegar.
—Oh, joder —Suena un poco decepcionado.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? —Frunzo el ceño. No era normal que él llamara en la mañana, sabía que algo necesitaba.
—Es que necesitaba un favor tuyo, nena. Pero si estás ocupada, creo que podría buscar otra forma.
—No, no. Dime, tal vez si puedo ayudarte.
—Es que necesito unos papeles que están en la oficina de Richard, pero estoy solo aquí y Rich está en una reunión.
—¿Quieres que te los lleve?
—No quisiera molestarte, pero eres mi única esperanza. Tengo a dos inversionistas aquí y no puedo ir, Oscar está fuera de la ciudad. ¿Podrías ayudarme? Te juro que te lo recompensaré.
Miro la puerta del local donde me encuentro y pienso que definitivamente podría saltarme un día del gimnasio si eso significaba pasar un rato con él. ¿Y con una promesa de recompensa de por medio? Ni estando loca dejaba pasar semejante invitación.
—Okay, dame quince minutos y estoy en tu oficina. ¿Está bien?
—Eres la mejor, hermosa. Habla con Don y él sabrá cuáles son.
—De acuerdo, estoy en camino.
Cuelgo y me monto en el jeep. Conduzco con una sonrisa en el rostro. Estaba emocionada por verlo, no habíamos tenido la oportunidad desde hace casi una semana. Dios, si. Estaba muriendo por tenerlo cerca. Una semana era demasiado tiempo. Justamente había estado pensando en él más temprano cuando entre a la tienda a comprar algunos pantalones para el verano y había comprado algo especialmente para él.
Me estaciono y entro al edificio. No era la primera vez que venía aquí así que se el camino a la perfección. Cuando salgo del ascensor frunzo el ceño, él seguridad detrás del mostrador no es John.
—Hola —Saludo con una sonrisa.
—Hola, ¿como puedo ayudarla?
—Vengo a ver a Don.
—¿Tiene una cita?
—Yo, ahm, no. Pero puedo pasar, se incluso el código de la puerta —Rio para que sepa que ya he estado aquí antes.
—No, señorita, las cosas no funcionan así. Tiene que tener una cita. No se preocupe, puede dejarme su aplicación o currículum y yo me encargo de que llegue hasta el señor Lieberman.