¿Otro más?
Eve x Scott💕—Aquí, campeona —La toma otra vez entre sus brazos mientras coloca el tazón frente a ella —.¿Oyes a los demás? Esos serán tus hermanos.
El animal ladra como si pudiera entender lo que le está contando. Acaricia su lomo suavemente.
—¿Amor? ¿Eres tú? —Una voz femenina se escucha lejos. Posiblemente desde el segundo piso.
—Oh, esa es mamá —Vuelve a dirigirse a la pequeña bola de pelo que bebe realmente rápido—. ¡Si, cariño!
Siente los pasos desde la escalera y antes de que pueda mostrarle emocionado al nuevo integrante de la familia, su novia esta soltando un grito de incredulidad.
—¿Es eso otro perro? ¡No puede ser! —Eve se lleva ambas manos a la cintura en claro desconcierto—. ¿Es en serio, Scott?
El señalado hace un puchero y trata de lucir lo más inocente posible. Quizás haya olvidado que había prometido no más perros hasta el próximo año.
—Nena, pero es que estaba sola —Se defiende rápido. Ahora toma a la perra entre sus brazos y abandona su posición en cuclillas. La mirada acusatoria de su novia sigue dirigida especialmente hacia él.
—No, claro que no. No vas a encontrar un perro solo en la calle en Estados Unidos, por supuesto que no.
—No dije que fuera en la calle.
—Donde haya sido, Scott. Por Dios, mira todos los perros que tenemos ahí afuera —Extiende el brazo señalando a los canes que jugaban en el patio trasero y que estaban ladrando al pequeño animal a través del ventanal.
—La iban a mandar a un refugio —Puntualiza encogiéndose de hombros, como si eso fuera ya excusa suficiente — y ella no quería ir ahí.
—En refugio se convertirá esta casa en poco tiempo. Nos superan en cifra, ¡por tres más!
Se lleva ambas manos a la cabeza. Tenían cuatro perros. Eve todavía no podía creer que en serio él había llevado uno más. Tuvo que aprender a vivir con los ladridos a toda hora, a encontrar sus zapatos tirados por donde sea y a tropezar con los animales cada dos por tres, una mujer que nunca en su vida había tenido mascotas. Y ahora que ya los cuatro que tenían estaban entrenados, tendrían que empezar desde cero con la diminuta perra salchicha.
—Por favor, nena —Suplica. Eve levanta el rostro para encontrarse con otro puchero y ojitos de cachorro, literalmente.
—Quiten esa cara, no voy a caer otra vez —La morocha se cruza de brazos, impasible.
—Vamos, amor. Te prometo que es el último.
Scott esta prácticamente poniéndose de rodillas, mirándola de esa forma en la que sabe ella no puede resistirse.
Eve rueda los ojos, y mira los animales correteando felices en el patio. Casi se le rompe una sonrisa cuando observa a Pastor lamer a Caramelo, la pequeña bulldog francesa luciendo muy receptiva a las lamidas del gigante que en realidad era un san bernardo. No podía negar que había aprendido a amar a cada uno de los canes de una manera casi dolorosa.
—Por favor —Insiste su novio—. Te prometo que yo mismo la entrenaré y se comportará tan bien como Meek.
Ella gira su rostro hacía el en milésimas de segundos, encarnando una ceja. Imposible que fuera como Meek, el golden retriever obtuvo su nombre precisamente por su comportamiento: era muy dócil, paciente y obediente. Imposible que un perro salchicha se portara como Meek, si esos nada mas eran reducidos de tamaño pero tercos y dramáticos. Y ni hablar de los ladridos, si la pequeña perra no había dejado de ladrar ni un segundo desde que entro, queriendo salirse de los brazos de Scott para correr hacia los demás afuera.
—Puedes elegir su nombre —El rubio mueve ambas cejas sugestivamente. Buen argumento, la mujer había descubierto que le encantaba elegir nombres para mascotas, era algo extraño pero le gustaba mucho darles nombres que los hiciera sentir identificados y únicos, como si de una persona se tratase.
Lo mira otra vez entrecerrado los ojos, no queriendo decir lo que ambos sabían que terminaría diciendo. Ella no tenía corazón para negarse a darle un hogar a la máquina de ladridos insensables pero con esas pupilas brillantes tan bonitas. Scott da los pasos que la separan de ella, robandole un pico sin poder resistirse al verla con los labios fruncidos.
—Ya, de acuerdo —Acepta por fin, rindiéndose soltanto sus brazos.
Scott celebra un poco con el cachorro. Sonriendo feliz y termina dandole un beso a su novia que se extiende unos segundos. Pero el animal en sus manos ladra mas fuerte, moviendo su hocico hacia arriba para separarlos. La cara de Eve era un poema, ¿En serio se atrevió a celar a su novio?
—Tampoco te pases, tu cosa diminuta —La reta señalándola con un dedo. Scott carcajea sin poder creerlo. La relación de estas dos iba a ser sin duda alguna un show digno de ver. La perrita la mira con la cabeza en alto, lista para ladrar otra vez, pareciendo estar dispuesta a pelear por la atención del hombre que la cargaba— ¿Pero esta se cree reina o que?
Eve alza la mano despacio para no asustarla, queriendo acariciarla y dejar que la olfateé.
—Te llamaras Queen, pero no te emociones. La única mocosa mimada en esta casa soy yo —Dice cuando tiene a la perra en los brazos. Esta un poco renuente todavía , mirándola expectante y seria, pero la chica acaricia detras de su oreja con cuidado, obteniendo que cierre los ojos y mueva la cola.
—Mira, parece que Perla quiere conocer a su hermana —Scott camina a la puerta corrediza y la desliza. La husky se pone en cuatro patas pero no se mueve. La toma en sus brazos como puede, pues ya está muy adulta. Le da muchos besos en la cabeza y la pone frente a la nueva integrante.
Las patas de los demás suenan fuerte mientras entran corriendo y se ponen a los pies de sus dueños.
—¿Quieres otra hermana, Perlita? Para que te ayude a aguantar a Caramelo —Se burla Eve—. Saluda a Queen, mi amor. Es una perrita salchicha, color marrón y con ojos negros —Se la describe para que se imaginara cómo era. La husky había nacido ciega, y sus ojitos eran como dos perlas blancas resplandecientes, de ahí su nombre. Cuando comenzaron su relación, Scott ya la tenía. Era la más ñoñita y la niña de papá.
Meek se sienta educadamente esperado ser presentando mientras Caramelo y Pastor los rodean emociónados, olfateando por aquí y por allá.
—No se como terminas convenciéndome siempre —Niega con la cabeza. Agachándose y poniendo a Queen en el piso con los demás.
—Por que los amas —Contesta Scott sonriéndole. Acariciando a Perla aún en sus brazos, que sin importarle su tamaño se quedó acurrucada con su dueño, encantada con la muestra de cariño.
—Los amo, es cierto —Concuerda—. Son la familia que siempre quise —Se ríe irónica.
—Y espera a que también ponga un bebé ahí dentro —Dice el hombre. Guiñándole un ojo con una sonrisa prometedora.
¿En que momento se había vuelto tan suertuda?