Capítulo cuatro

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Capítulo cuatro.

La castaña solo los miro un poco confundida, observo a los dos por breves segundos, ¡qué mundo tan mas pequeño! Sus amigos se conocían, ¿pero de dónde? La sonrisa que se le formo a Wanda fue visualizada por la pelirroja, quien también se preguntaba de donde conocía Steve a Wanda.

— ¡Vaya! ¿De dónde se conocen? No me esperaba esto.

Los aludidos se miraban entre sí, ninguno de los dos le había contado a su amiga sobre el otro, puede que solo hubiera pequeñas referencias, pero solo eso, nada de detalles.

— Es mi paciente. — contesto Steve con una breve sonrisa.

— Oh, ya veo. — voltea a ver a Natasha. — Es un buen psicólogo, así que no tienes de que preocuparte.

La pelirroja solo se limitó a sonreír. Le era suficiente solo verlo en la cita, ¿acaso ahora que sabe que está aquí se lo encontrara en cualquier lado? Dirigió su vista a su vaso con jugo y bebió de él, debía no posar sus ojos tanto en Steve porque eso era extraño, se sentía raro verlo mucho.

— Steve, deberías sentarte con nosotros para almorzar. — añade Wanda con una sonrisa. — Y platicar un poco por su puesto.

— Lo siento, no puedo, quizás para la próxima será. Además, puede ser que ustedes tengan cosas por hablar.

— Solo quédate un momento. Come y te vas.

Al hombre se le acababan los pretextos, no quería estar en medio de una plática de mujeres, seria incómodo para él tanto como para ellas. Existe algo que se llama privacidad y tal vez Nat quería eso con su amiga.

— En verdad no puedo, Wilson debe de estar esperándome, he llamado para pedir el almuerzo y venir a recogerlo. — le deposita un beso en la frente al terminar de decir eso. — Te prometo que será para la próxima. Nos vemos luego, cuídate. — volteo a ver a la pelirroja y le sonrió de medio lado. — Adiós Natasha, nos vemos.

El rubio se fue no sin antes no ver el anillo de Nat sobre su dedo, lo cual le hizo sentirse un poco enojado y llenándose de arrepentimiento. Llevo una mano a su nunca, él podría haber sido el que estuviera compartiendo alianzas con ella; se dirigió rápido a la caja para pagar y retirarse.

— Vaya hombre, siempre encerrado en el trabajo. — dice Wanda al momento que el rubio salió del establecimiento. — Así que Steve Rogers es quien lleva tu terapia de pareja.

— Si.

— ¿Qué te pasa? Te veo algo extraña.

— ¿Tú de donde conoces a Steve? — ignoro su pregunta, tratando de restarle importancia a la duda de su amiga.

— Lo conocí en un bar en uno de mis peores momentos. — hizo una pequeña pausa, parecía apenada. — Luego por casualidad me lo volví a encontrar en su consultorio.

La respuesta de su amiga la desconcertó, ni siquiera debido de haberle preguntado aquello, tampoco debería de estar sintiendo esa sensación de desagrado del como Steve trato a la castaña hace unos momentos. E incluso no debería de molestarle si ellos están saliendo. Sabía perfectamente que Wanda Maximoff es una mujer hermosa, buena, extranjera y tenía ese peculiar acento que hacía que los hombres pensaran que era sensual. Por otro lado, estaba Steve, que es un caballero en toda la regla, bondadoso y además guapo.

Por supuesto que, si vio a Wanda en uno de sus peores momentos, él simplemente no lo dejaría pasar, iría rápidamente a ayudarla. Pero, su cabeza no dejaba que entendiera eso de sus peores momentos. Lo dejo pasar. Aun así, en su mente podía ver claramente la buena pareja que ellos dos hacían y eso le disgustaba. Frunció levemente su entrecejo ¡ella era casada y no podía darse el lujo de molestarse por eso!

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora