Capítulo treinta y cuatro

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Capítulo treinta y cuatro.


— ¿Familiares de Steve Rogers? — se levantaron de su lugar todos al escuchar esas palabras. El doctor solo miro sorprendido a todos. — Esta estable. Hubo algunas complicaciones, entre ellas que se le detuvo el corazón y pudimos reanimarlo a tiempo, aunque fue un poco complicado. Se pudieron extraer las balas con éxito, pero perdió sangre gracias una hemorragia. Esperemos que despierte en al menos dos días.

Todos habían quedado un poco más tranquilos por las palabras del doctor, un peso de encima los abandono, pero seguían con la preocupación de que podría pasar, todo era posible. Ninguno podía hacer que la pelirroja abandonara el hospital, ni siquiera Clint ha podido hacer que moviera su cuerpo al menos unos centímetros lejos de la sala de espera mientras Steve estaba en el quirófano.

Perdió la cuenta de las horas que pasaron mientras Rogers estaba siendo atendido, pero no iba a moverse de ahí, sus amigos eran espectadores de como de vez en cuando las lágrimas corrían por sus mejillas. Estaba tan emocional que no podía hacerse la fuerte.

Se miró al espejo mientras cepillaba su cabello, estaba cansada pero no quería dormir más, no podía darse ese lujo, la noche anterior después de que el doctor le diera el diagnostico de Steve no los dejaron verlo y entre todos hicieron que regresara al departamento para que descansara. Clint le prometió que se quedaría en el hospital por si algo pasaba, no la dejo muy tranquila, pero acepto, sabía que sus amigos también podían ser tercos cuando se lo proponían.

Cuando estuvo lista, Stark y Pepper pasaron por ella para ir al hospital, el camino estuvo un poco callado pero no se salvaban de las ocurrencias que el multimillonario decía. En el momento que paso por la puerta del hospital esperaba que la dejaran pasar a ver a Rogers, si no era de esa manera, tendrían serios problemas.

— Ha llegado tu relevo, flechitas. — hablo Stark con diversión hacia el castaño. — ¿Alguna novedad?

— Todo ha estado bien desde que se fueron. Parece que el Cap ha decidido portarse bien. Pero no ha dado indicios de despertar.

Natasha soltó aire y se acercó a la puerta cuando Clint le hizo una seña afirmativa. Jamás había entrado en una habitación de hospital con Rogers dentro, ni con ninguno de sus amigos y por alguna extraña razón sentía miedo. Sus ojos se posaron en un punto fijo cuando entro, solo se escuchaba el típico sonido del electrocardiógrafo marcando el pulso de Steve.

Entro de lleno a la habitación mientras lo observaba, algo en ella esperaba que Rogers dijera algo al escuchar la puerta abrirse o por lo menos que sus ojos azules la recibieran, eso le bastaba. Se paró un momento enseguida de la camilla para después sentarse en la silla que estaba ahí. Miraba su rostro con detenimiento, tenía algunos golpes que aún se miraban recientes. Había dado pelea, de eso estaba segura, ¿pero por qué?

¿Por qué Steve era tan idiota para hacer aquello? No sabría qué fue lo que sucedió en realidad hasta que él despertara y decidiera contarle. No hablo en absoluto y tampoco derramo ni una lagrima. Solo se mantuvo viendo al rubio con los ojos cerrados y aquel cabestrillo azul marino que sostenía su brazo. Era como verlo tan pacíficamente dormido.

Se levantó de la silla, aunque en realidad no quería hacerlo, pero sus extremidades necesitaban movimiento o al menos de esa manera lo sentía la pelirroja. Al momento de abrir la puerta se encontró con los ojos cafés de Stark. La miro expectante, guardo su móvil en el bolsillo de su pantalón para que su atención solo estuviera en ella.

— ¿Y Pepper? — pregunto, puso sus manos de una manera extraña en su espalda baja.

— Fue a la empresa, había una reunión y deicidio ir ella. — con su barbilla apunto hacia la habitación, se recargo en el respaldo del asiento y se cruzó de brazos. — ¿Qué tal el bello durmiente?

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora