Capítulo dieciocho

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Capítulo dieciocho.

Lo miraba charlar tan contento con sus padres que su corazón saltaba de felicidad. Todo eso se debía a que su novio se graduaba y ver como Joseph lo abrazaba orgulloso le daba felicidad. Natasha sabía que el papá del rubio se había enfermado hace unos meses y Steve no se miraba muy bien con ello, lo mejor de todo es que logro acompañar a su hijo en este día especial. A su derecha a unos cuantos metros se encontraba su mejor amigo, también con sus padres, lo estaban obligando a tomarse algunas fotos, en ocasiones le daba miradas de auxilio que le hacían gracia.

Nat, cariño, ven aquí y tomate una foto con Steve.

La pelirroja sonrió hacia ellos y sin decir palabra se acercó al mencionado, abrazándolo por la cintura. Alzo su mirada para verlo un poco, aun llevaba la toga y el birrete puesto, se miraba tan apuesto que parecía un ser mitológico. Steve se percató que los ojos verdes de su novia lo observaban, giro un poco su cabeza para poder verla fijamente y le sonrió.

Te vez hermosa. dijo casi en un susurro. No te lo había podido decir.

Gracias, tú te vez apuesto.

¿Con esta cosa? Por supuesto que no, comienza a ser molesto. frunce su entrecejo haciendo reír a Natasha. Además, si de belleza hablamos, tú me ganas. Le ganas a todos.

Deja la cursilería para luego, Rogers.

Steve soltó una pequeña carcajada y después se aproximó al rostro de su novia para dejarle un corto beso en los labios. A pesar de ser un casto beso, no evito que la pelirroja sintiera cosas en su vientre. Esa sensación ya se ha hecho más intensa y frecuente desde hace un mes atrás, le asustaba un poco, pero tenía que admitir que definitivamente le gustaba. Se estaba enamorando de Steve.

Mira que lindos son, Joseph. chillo Sarah, la mamá del rubio. Me provocan tanta dulzura.

Entonces controla el azúcar, cariño, no tenemos insulina en estos momentos.

Ni siquiera tengo diabetes.

No, pero podría provocártelo.

La joven pareja ríe un poco por la escena, Sarah y Joseph podían simplemente ser la pareja del año o simplemente la pareja ejemplar, no les faltaba amor, se apoyaban en todo y en verdad aún se les miraba enamorados.

¡Ey, chicos! Mis papás quieren tomarnos una foto juntos, por favor vengan conmigo para terminar con todo eso... harán que odie las fotografías. dice un Clint un poco enfadado, soltó un poco de aire y miro a los adultos. Hola, señor y señora Rogers, me robare a este par de tortolos.

No seas exagerado, Clinton, ¿acaso no puedes con un par de fotos? le pregunto la pelirroja con gracia, envolviéndolos en una extraña discusión.

Volvemos enseguida.

El rubio le dio un beso en la mejilla a su madre y comenzó a caminar detrás de Natasha y Clint; tenía una gran sonrisa en su rostro, era ilógico sentirse tan enamorado en pocos meses, podía jurar que la pelirroja es el amor de su vida. Con tan solo verla sonreír se sentía tan pleno. Disfrutaba cada momento con ella que todo le parecía un sueño. Cuando llego a su destino, se posiciono del otro lado de su chica, quedando ella en medio de él y de Barton. En el transcurso de varias fotografías hubo risas y bromas, todo grabado en la memoria y pronto en un simple trozo de papel fotográfico.





— Te ves fatal.

— Supongo que gracias.

— De nada.

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora