Capítulo veintidós

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Capítulo veintidós.

Amigo necesitas comer algo, hazlo por favor.

Los ojos llorosos de un Steve Rogers miraban a su amigo, quien le daba un emparedado y un café. Volvió a quitar su vista del castaño, no le respondió nada.

Steve, por favor. dijo intentando que tomara la comida en sus manos. A Sarah no le ha de estar gustando que estés de esa manera.

No recibió ni siquiera un sonido de su parte. James escucho unos pasos apresurados acercándose a ellos, giro su vista hacia dónde provenía el sonido y miro a Natasha que también desprendía tristeza. Sin dudarlo dos veces ambos compartieron un abrazo corto, la perdida de Sarah Rogers les ha afectado a todos.

¿Cómo ha estado?

Tu novio es algo testarudo, Natalia, no ha querido comer algo. Tampoco ha hablado mucho.

La nombrada fija su vista en el rubio, que parece sumido en sus pensamientos, varias lagrimas bajaban de sus ojos y sollozaba algunas veces. Bucky no podía soportar que Steve se encontrara de esa manera, sabia el dolor de perder a sus padres y ahora parecía que él también perdía de nuevo a sus padres, porque Joseph y Sarah eran eso para el castaño.

Natasha se sentó en el regazo de Rogers llamando su atención, limpio sus lágrimas y le dio un casto beso.

Ya estoy aquí. le dijo dulcemente. ¿Steve?

Ahora estoy solo, ellos ya no están.

Por supuesto que no lo estas, nos tienes a James y a mí. También tienes a Clint.

El rubio miro a las dos personas que estaban con él, a la chica en su regazo y al castaño que estaba parado justo en frente. Vio como Barnes se puso en cuclillas y dejo lo que tenía en las manos sobre una de las sillas.

Siempre nos tendrás. lo miraba fijamente mientras colocaba una de sus manos sobre su hombro. Hasta el final de la línea, hermano.

Sintió como Natasha lo abrazaba y escuchaba las palabras de aliento que le daba en su oído. Sus tres amigos estuvieron a su lado en cada momento e incluso se adentraron a una extraña pero divertida pelea porque aún estaba sin querer comer. Ellos eran su otra familia.


















El viento del verano golpeo su rostro, necesitaba caminar o mejor dicho no conducir. Había bajado del taxi a una calle de la academia solo por el simple hecho de caminar, aunque sea un poco. Camino de manera lenta, no tenía prisa iba a una buena hora para dar su clase. No tardó mucho en llegar por más que así lo hubiera querido.

En el momento en el que entro se dirigió al pequeño salón de ensayo donde suele dar sus clases, en el lugar había una niña que estaba terminando de poner sus zapatillas de baile. La pequeña castaña de alrededor unos ocho años le sonrió y aliso su falda de color rosa pálido.

— Buenas tardes, maestra.

— Buenas tardes, cariño.

Natasha observo unos segundos más a la niña quien puso su atención en su propio reflejo en el espejo haciendo algunos movimientos de calentamiento. La pelirroja imagino a una niña más pequeña de cabellera rubia como la de su padre, emocionada por ir a su primera clase de ballet. Sonrió ampliamente y quito la vista de su alumna para ir directo a poner su reproductor. Las demás niñas no tardaron en llegar, cada una de ellas saludó a Natasha como era costumbre y empezaron a calentar para comenzar con la clase del día de hoy.

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora