Capítulo diecinueve

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Capítulo diecinueve.

Escuchaba como reía su amigo, le divertía como ese nuevo recluta se había caído de bruces sobre el lodo. Llevo una de sus manos al centro de su estómago y no intento oprimir su carcajada. Steve solo dejo escapar leves risas con una sonrisa en el rostro que parecía más a una mueca.

Vamos Steve, no me digas que no fue divertido. Se lo merecía.

La verdad era que, efectivamente, se lo merecía. El muchacho era nuevo y desde que vio al rubio darle órdenes a él y a toda la tropa no le pareció que alguien de casi, su edad, le mandara. Intentaba hacerle los días imposibles y al parecer se enojaba porque los demás acotaban sin chistar a lo que Rogers decía. Steve escucho que el soldado pregunto a varios de sus compañeros el primer día que sin quien era él, recibió la respuesta y aun así sabiendo que era su Capitán, su alto en mando, no le importo y comenzó a ser de las suyas.

Tal vez. rio un poco, luego se dirigió hacia quien lo creía su "némesis". ¿Esta bien, soldado?

Si... solo es un poco de lodo, ¿no ve?

Claro, nada que lo pueda matar. le dice serio. Por cierto, tiene un poco en toda la cara.

El Capitán se aleja dejándolo con su entrecejo arrugado. Steve pudo oír otra carcajada proveniente de su mejor amigo, tal vez por lo que ha dicho o simplemente porque el chico seguía con la cara sucia. El rubio se acercó divertido al Sargento. No suele ser alguien malo con los reclutas, pero había aprendido a no dejarse mangonear, tenía que estar a la altura de su cargo. Era firme y según James, mandón.

Le doy máximo otras dos semanas para que se vaya.

¿Tú crees que se dé por vencido tan rápido? Parece muy decidido en hacerme sufrir con su estadía aquí.

Vieron como el soldado se retiraba sin pedir permiso para limpiarse. James soltó de nuevo una leve carcajada.

Pero lo hará pronto porque tú ya no eres aquel Capitán primerizo que no sabía cómo llevar las riendas de su tropa. palmea su hombro orgulloso. A demás si él no se va por su propia cuenta, hay una posibilidad de que nuestro queridísimo comandante en jefe se dé cuenta de su actitud y rebeldía, y eso solo significa una cosa... adiós muchacho.

Aun así, no creo que se vaya tan rápido.

Se alejó de su amigo para ir a unos cuantos metros al obstáculo en donde la mayoría de los soldados están entrenando para gritarles con determinación con el intento de animarlos y hacerlos recapacitar que deben ser más rápidos sus movimientos. El campamento era exigente, porque si, por lo general los altos en mandos elegían a quienes se quedarían y formarían parte de algún comando o simplemente para quedar a servir en el de alguna manera, bajo la aprobación del comandante en jefe.

Tenía que alentarlos a como diera lugar, deben de estar listos por si deciden quedarse. Ese era su trabajo y enseñarles también. Concentrado en su labor ni siquiera se percató de cuánto tiempo había pasado ni siquiera se dio cuenta de todo el tiempo que dejo a Barnes parado al otro extremo, pero probablemente estuvo riéndose de los nuevos reclutas y también gritándoles que eran unas nenas por estar lloriqueando.

¡Natalia! la voz burlona de su amigo hizo que todo lo que pensaba decir se detuviera.

Su pulso se aceleró, sintió como le falto el aire e incluso pudo decir que se le dilataron las pupilas cuando volteo y la vio por unos instantes detalladamente antes de que ella le brindara un abrazo a quien consideraba como su hermano.

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora