Capítulo treinta y tres

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Capítulo treinta y tres.

Las conferencias seguían su curso, por lo menos cada conferencista duraba una hora hablando de cosas que él no comprendía del todo y quería creer que Sharon tampoco las entendía y si era lo contrario, quizá podría decirle que le explicara un poco de lo que estaban hablando.

Se hizo un pequeño descanso antes de que el tercer conferencista apareciera a dar su charla, hablo un poco con los Agentes tratando de cerciorarse de que todo estuviera bien dentro y fuera del hotel. Cuando volvió a su asiento con el hombre al cual no tenía pensado preguntarle su nombre, a su lado. Apareció un hombre con un micrófono en las manos.

Se presentó y comenzó a hablar sobre un tema en específico, tratando de aligerarlo, pero con palabras que solo los especialistas que se encontraban a su alrededor entendían. Bruce Banner era el conferencista. Ya llevaba un buen rato hablando y Steve solo podía encogerse en su lugar para que no lo viera y lo reconociera. Si bien estaban en una gran distancia, ya que había tomado asiento casi al final de una fila de tantas sillas y en la sala, probablemente unas trescientas personas o un poco más han asistido al evento; no podía arriesgarse a que el Doctor Banner lo viera.

De vez en cuando se movía inquieto en su lugar y no se hacía abajo porque sería bastante raro. Por un momento no supo porque lo hacía en realidad, si era para no arriesgar su misión o por Natasha. Tan solo por una fracción de segundos se sintió avergonzado.

En el momento que Bruce Banner salió de su campo de visión, pues ya había terminado su conferencia, el Capitán se sintió un poco más relajado. Soltó aire disimuladamente y aliso un poco su ropa acomodándose nuevamente en su lugar.

— ¿Está usted bien? — pregunto el hombre a su lado. — Lo note un poco extraño durante la conferencia del Doctor Banner.

— Sí, sí, estoy bien. No se preocupe. Es una cuestión extraña... solo eso.

— Ya veo, supongo que hay problemas un tanto personales entre ustedes.

A Steve le extraño eso, volteo a ver al hombre y recibió una leve sonrisa, no pudo evitar hacer una mueca.

— Puede ser que se trate de algo como eso.

— No se preocupe, suele suceder en varias ocasiones. — le dijo volteando hacia al frente. — Cuando alguien más ve el potencial de otra persona se siente amenazado. Pero no se esconda y saque a relucir sus habilidades.

— Solo no quiero tener problemas y lo mejor es evitar conflictos.

Si supiera que los problemas personales que tiene con Banner no tienen que ver con el trabajo. Alejo todo pensamiento de su mente cuando un hombre con un maletín plateado se presentó ante la multitud. De todos los que han pasado a hablar no llevaban nada en las manos ni siquiera la mujer que hablo sobre nanopartículas o algo así.

— ¿Qué pensarían si les dijeran que en este maletín hay algo que puede hacer maravillas? — pregunto con una sonrisa. — No cualquier maravilla, sino cosas que nunca pensaron que pudieran pasar.

— ¿Poder volar? — pregunto mirando a Steve.

— Necesitarías alas para hacer eso o en todo caso un traje que pareciera un robot y que tú mismo pudieses controlar.

— Podrían ser opciones. — el hombre rió. — La ciencia está evolucionando, quizás hay una mente brillante por allí que está buscando la manera de que el hombre vuele.

El rubio ya no continuo con la conversación, volvió su atención hacia el conferencista, parecía joven y no era tan alto. Comenzó a abrir el maletín con sumo cuidado ante todos los ojos del lugar. Ni siquiera se le veía una pisca de nerviosismo.

Recuperando al Amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora