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Gruñe al sentir el malestar en su cuerpo, parpadea con lentitud para acostumbrarse a la luz del lugar y reconoce que está en su cabaña. Frunce el ceño al no recordar cómo llegó, solo recuerda que estaba tirando las cosas que contraba en la habitación del hospital; después de aquello, los demás sucesos están borrosos. Gira la cabeza hacia el lado derecho al sentir una calidez encima, del mismo lado, de su mano y su corazón se acelera al observar como Komaeda está durmiendo acostado en el borde de la cama agarrando aquella parte de su cuerpo con fuerza. La tristeza llega a su ser al notar que hay lágrimas secas en las pálidas mejillas y se siente fatal al recordar que tuvo el impulso de hacerle daño, otra vez.

—Nagito —lo llama acariciando su mejilla expuesta y se da cuenta que está fría—. Nagito, despierta.

— ¿Mhm?

Alza la cabeza para sobar sus ojos con la mano libre.

—Hajime —murmura soltando un pequeño bostezo—. Despertaste.

—Sí —frunce el ceño al notar que no tiene una manta para que lo cubra del frío— ¿Por qué no estás abrigado?

— ¿Eh?

—Vas a coger un resfriado, Nagito —lo regaña y se aparta para darle espacio—. Ven, acuéstate.

Asiente con las mejillas sonrojadas y se pone de pie para subir en la cama, ante esto Hinata alza una ceja al observar cómo está usando una de sus camisas y juraría que es uno de sus boxers, también.

—Joder, Nagito. Estás helado.

Dice cuando han entrelazado sus piernas y aumenta su calor corporal para que su pareja deje de estar temblando a causa del frío de la madrugada, ya que las mantas no son suficientes.

— ¿Por qué no te pusiste ropa que abrigue?

—Quería usar algo tuyo —responde poniéndose de costado para pasar su nariz por el brazo del morocho— ¿Estás molesto?

—Un poco —encoge los hombros con tristeza—. No quiero que descuides tu salud, Nagito. Acabas de salir del hospital.

—No lo volveré hacer.

Acaricia los cabellos blancos con lentitud y recibe un gemido, señal que le gusta.

—Nagito —hace un sonido para que continúe— ¿Cómo llegué a mi cabaña?

—Nekomaru te trajo —responde apoyando el mentón en su pecho para mirarlo—. Al parecer, Mikan fue a pedir ayuda tras el escándalo que estabas haciendo y dado que no te calmabas te disparon un sedante.

—Entiendo —suelta un pesado suspiro— ¿No les hice daño? — Niega con la cabeza— ¿Y a ti?

—Tampoco —murmura y lo observa con ternura—. Fuiste capaz de tener control, Hajime. Estoy orgulloso.

—No tuve control —siente frustración consigo mismo—. Usé la voz, arrojé cosas, mierda, estaba fuera de mí.

—Puede ser, pero sabes que no del todo —extiende su mano buena para pasarla por la mejilla izquierda del castaño—. No dejaste que tu lado alfa controlara todas tus acciones. Lo sé porque inconscientemente no dejabas que rompiera la puerta. Sabes qué habrías sido capaz de hacerlo..., pero fuiste fuerte…, estoy muy orgulloso, Hajime.

—Aún así, qué pasa si no puedo controlarlo para la próxima.

Komaeda muerde el labio inferior porque fue su culpa.

—No habrá una próxima vez. Voy a hacer un buen omega y no te daré problemas.

— ¿Qué?

—Fue mi culpa que te hayas puesto así, Hajime —el gris se cristaliza—. No debí llamar a Togami. Sé que te pones celoso cuando se trata de otro alfa e...e hice algo que te iba a poner de malas…, perdón.

Nuestro Amor © (HinaKoma/Omegaverse) [Segunda Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora