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Las manecillas del reloj hacen que abra los ojos con lentitud y un poco de pesadez, se incorpora para tener una mejor vista del lugar y se da cuenta que la noche ha llegado. Desvía la mirada hacia la parte derecha, el corazón se le oprime al observar que Hinata, todavía, no ha despertado y acuesta la cabeza encima de su estómago para entrelazar la mano izquierda del castaño con la suya.

—Hajime —murmura con angustia—. Despierta ya.

No hay respuesta.

Komaeda se mueve incómodo en la silla, hace una mueca por el frío que comienza a sentir, sin embargo, la decisión de quedarse hasta que el alfa despierte continúa en su persona. Es terco por más que Mikan le haya dicho que puede esperar en la habitación del costado, donde hay una cama y mantas, se ha negado rotundamente. Los demás, también, están brindando su ayuda, cubriendo el hecho de que Hinata ha perdido el conocimiento y que el albino ha salido de la protección de la cabaña, sería muy mala suerte de que la clase 78 los descubra.

—No me van a separar de ti, Hajime.

De nuevo, no hay respuesta.

Aunque, la beta de cabellos morados le haya dicho que Hinata no corre peligro alguno, el hecho de que lleva más de treinta horas inconsciente hace que la preocupación crezca y la imagen de su pareja gritando con sangre saliendo de su nariz no ayuda en lo absoluto.

Tiene miedo a que no vuelva a despertar.

Sin embargo, aquel temor desaparece de su mente y corazón cuando la mano del morocho ha apretado la suya. Komaeda levanta la cabeza con rapidez y el gris observa con atención las expresiones que está haciendo el contrario. La forma que arruga el ceño y los pequeños gruñidos son señales de que está haciendo el intento por despertar.

—Hajime...

Dice el albino con lágrimas en los ojos y no puede evitar desprender feromonas de tranquilidad.

—Hajime —inclina el cuerpo hacia adelante— ¿Hajime, puedes escucharme?

Parpadea varias veces para acostumbrarse a la poca luz que hay, frunce más el ceño al descubrir que está en el hospital y el verde se dirige a la voz que está pronunciando su nombre.

— ¿Nagito?

El dolor de cabeza regresa.

— ¿Q-Qué…, qué estoy haciendo aquí? — Gruñe por el malestar—. No, más importante, ¿qué haces aquí? Sabes lo peligroso que es que la clase 78 te vea.

—Yo... —no esperaba aquella reacción—,..., lo sé, pero no podía quedarme en tu cabaña sabiendo que estás mal.

Hinata mira los cables alrededor de sus brazos, pone los ojos en blanco y comienza a retirarlos.

—No estoy mal —dice en tono pausado—. Solo fue...

Calla al darse cuenta que no recuerda los últimos acontecimientos. Solo es capaz de recordar la charla que tuvo con Komaeda sobre algunos momentos que vivió en la ciudad Towa.

— ¿Qué pasó, Nagito? ¿Por qué estoy aquí?

—No lo sé —responde sin dejar de mirarlo—. Solo…, comenzaste a gritar…, no parabas de golpearte la cabeza —la voz sale temblorosa—. Perdiste el conocimiento. No sabía qué hacer más cuándo de tu nariz empezó a salir sangre —encoge los hombros—. Así que, fui a buscar a Mikan…, lo siento, pero no tuve otra alternativa.

Asiente entendiendo la razón por la que salió de la cabaña.

—Lo siento, Nagito —acaricia la pálida mano—. Imagino que fue difícil para ti.

Las mejillas cobran color y pregunta con timidez:

— ¿Por qué perdiste el conocimiento?

"Que aburrido."

El dolor en su cabeza aumenta.

—No lo sé —usa uno de sus talentos para bloquear la molestia—. Tal vez sea estrés.

"Hinata Hajime."

Ignora la voz, todavía no puede reconocerla.

—Ya sabes, he estado muy estresado con las nuevas fundaciones —el gris lo mira con arrepentimiento—. Está bien, cariño. No es tu culpa.

—Pero, te he causado más problemas con mi ataque hacia...

—No me has causado problemas, Nagito, porque no eres un problema —le sonríe con ternura—. Todo lo que tenga que ver contigo no me causa problemas.

Komaeda se sonroja más, está por decirle cuánto lo ama; pero termina soltando un estornudo. El alfa lo regaña por no estar abrigado, se hace a un lado para hacerle espacio y esconde el rostro en su cuello para oler el chocolate.

"Hinata Hajime."

La voz es persistente.

—Nagito —recibe un sonido para que continúe—. Sobre lo que estábamos hablando antes... —duda sobre si tocar el tema, pero prefiere que su mente esté distraída—,..., perdón…, fui desconsiderado en no haberme puesto a pensar que…, bueno, tenías una historia aparte de ser solo un remitente de la desesperación.

El omega acurruca más su cuerpo contra la del contrario, entrelaza las piernas de ambos y suelta un suspiro de calma al sentir, por fin, el calor de la persona que ama.

—No importa —murmura pasando la nariz por aquella parte y sonríe cerrando los ojos—. Mientras, mi pasado no te genere asco; entonces, no importa.

— ¿Asco?

Con su mano izquierda acaricia la delgada cintura.

—Sí, asco —responde escondiendo más el rostro—. Mereces a alguien mejor, Hajime. No soy un omega puro, menos una pareja estable.

—Cariño, no pienses eso —besa la esponjosa cabellera—. Tu pasado no tiene nada que ver con nuestro presente.

—Pero,...

—Nagito, te quiero por ser tú. Eso incluye tus demonios, pero aquello no significa que tengas que cargarlos tu solo —el gris lo observa con adoración—. Prometo dar lo mejor de mí para ayudarte, cariño. Haré que te enfoques más en lo que tienes ahora —sonríe cerrando los ojos—. Así que, confía más en mí. No dudes en contarme tus miedos, preocupaciones, berrinches, deseos, lo que sea. Estaré siempre para escucharte.

"Que aburrido. Hinata Hajime."

—Hajime...

Sin poder evitarlo abraza con fuerza al mencionado y desprende feromonas de felicidad.

—Te amo, Hajime. Te amo.

Besa el rostro del castaño varias veces.

"Pequeño omega."

—Pero, no acepto que cargues con todo —dice Komaeda inflando un poco sus mejillas—. También, quiero ser de ayuda —pone su mano robótica encima de su pecho—. Quiero que nuestra relación siga mejorando, por eso, te pido que tampoco me ocultes nada.

—Creo que es justo.

El gris brilla debido a la emoción.

—Entonces, ya que empezaremos con la sinceridad —hace una breve pausa—. No me gusta que cambies las sábanas cuando te vas.

— ¿Eh?

—Es molesto que tenga que despertar por el olor a lavanda —un puchero se forma en sus labios—. Y tampoco te vayas sin despedirte.

—No quiero despertarte —acaricia las mejillas bañadas en carmín—. Te ves muy lindo durmiendo.

—Pero, podrías despedirte con un beso.

Acerca su rostro al del alfa.

— ¿Un beso?

Sus narices se rozan y las respiraciones chocan.

—Sí —murmura observando los labios del morocho—. Un beso. Así.

Komaeda desaparece la distancia entre ambos y escucha el ronroneo del castaño.

"Que aburrido."

Nuestro Amor © (HinaKoma/Omegaverse) [Segunda Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora