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La lengua del alfa lame con cuidado las pequeñas gotas de sangre que salen del cuello del albino, quien está con los ojos cerrados disfrutando de las caricias encima de su cabeza. Ambos están acostados en la cama de la habitación del hospital, abrazados sin querer apartarse del otro, sus piernas están enlazadas y el chocolate con la vainilla comienzan a mezclarse. Komaeda frunce el ceño con disgusto cuando el aroma a alcohol entra por sus fosas nasales, se mueve con incomodidad y el contrario se da cuenta de esto. 

— ¿Pasa algo, Nagito?

Está por decirle que no, pero recuerda que el problema de que el castaño haya perdido la razón fue debido a que ocultó sus inseguridades. 

—Alcohol —dice en voz baja—. Hueles a alcohol, Hinata. 

—Yo... —el gris lo mira con atención—,..., sí, tomé.

— ¿Por qué? 

—La verdad no lo sé —es sincero—. Solo quería, ya sabes, olvidar el dolor y...

— ¿Por mí? — El tono es nostálgico— Bebiste por mi culpa.

—No, no, Nagito —acaricia ambas mejillas—. No lo veas así. No es tu culpa. 

—No lo vuelvas hacer —su vista está nublada—. No tomes, Hinata.

Asiente observando los pálidos labios y el dueño se avergüenza cuando se inclina para besarlo.

—No tienes idea de cuánto te extrañé —susurra el alfa volviendo a sentir como ambos labios se juntan—. No volveré a dejarte.

—No lo hagas —envuelve los brazos alrededor de su cuello—. Quiereme solo a mí.

—Claro que sí —le parece extraño aquellas palabras pronunciadas por el de ojos grises—. Eres el único a quien necesito.

El alfa deja que Komaeda lo bese como desee, la posición en la que están es un poco incómoda por lo que hace que se ponga encima suyo y las pálidas manos entran por debajo de su camisa. 

—Nagito, no —dice separándose del beso—. Para.

—Mhm —gime besando su cuello—. H-Hajime.

Gruñe por los besos húmedos y agarra con firmeza las caderas del omega cuando este ha comenzando a moverse en círculos.

—No puedo —menciona recordando lo que le hizo—. Perdón, Nagito.

Asiente entendiendo la situación y se avergüenza por lo que quería hacer.

—Está bien —ríe por los nervios—. Perdón, Hi-Hajime —se corrige—. Solo que…, estoy feliz de que estes conmigo —la imagen de Makoto se hace presente en su mente—. Te quedarás, ¿verdad? 

El verde observa la oscuridad de la noche a través de la ventana. 

— ¿Quieres que me quede? —Lo besa—. Tomaré eso como un sí —se da cuenta que la cama es pequeña—. Aunque, creo que no va a ser cómodo. 

—Entonces, vamos a tu cabaña —dice inflando la mejillas—. Ya no quiero estar aquí, Hajime. Es horrible. No me gusta. 

—No creo que a Mikan le agrade la idea de no encontrarte mañana.

—No importa —roza ambas narices—. Vámonos. 

Hinata ríe por la actitud infantil de su omega.

—Estoy mejor. Puedo caminar por mi cuenta. 

—Aún así, no es posible, cariño —se sonroja por el apodo e infla las mejillas—. Nagito, demonios, no hagas eso.

—Pero, Hajime.

Hace un pequeño puchero.

—Eres tan lindo —lo besa y se queja—. De acuerdo, de acuerdo. Hablaré con Mikan para saber cuándo puedes salir e ir a tu cabaña.

— ¿A mi cabaña?

Hay confusión en el tono.

—Bueno, yo...

—C-Creí que…, todo estaba bien.

—Y lo está.

El gris se nubla y desvía la mirada hacia cualquier parte menos al verde. 

—Solo pienso que hay que ir despacio, Nagito —se siente mal al ver las lágrimas descender—. Cariño, no llores, por favor.

— ¿Por qué... —respira profundidad—,..., por qué no entiendo...

—Escucha, Nagito —limpia las gotas de cristal—. Nuestra relación comenzó mal, lo sabes. No quiero usar mi talento del análisis, pero creo que la razón por la que hemos pelado tanto es por eso —sorbe la nariz—. Así que, es mejor si comenzamos de forma lenta.

Asiente debido a que lo ha entendido.

—Entonces, ¿te vas a ir? 

Hay tristeza en su semblante y suspira negando con la cabeza.

—Me quedaré esta noche —recibe el beso con gusto—. Y mañana hablaré con Mikan, ¿bien? 

Komaeda lo abraza y soba su cuello con su mejilla, aquel gesto hace que este comience a reír, pues la barba le hace cosquillas. 

—Bien, pero con la condición de que te afeites esa barba.

— ¿Qué tan mal se ve? 

El gris observa fijamente el rostro de Hinata.

—Siendo sincero te hace ver más maduro y serio.

Ríe sin poder evitarlo. 

—Pero, prefiero que seas tú. 

—Ah, demonios —lo besa—. Te quiero mucho.

Responde con otro profundo beso. 

Nuestro Amor © (HinaKoma/Omegaverse) [Segunda Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora