CAPÍTULO 40
{Narras Tu}
—no te voy a dar gusto en todo, Niall. Leí en una revista que eso puede ser malo porque luego los hombres se sienten con poder de…
— ¿De qué estás hablando? Nunca me das gusto en nada —espetó con los ojos entrecerrados, yo lo miré con la boca abierta— bueno…
—no digas nada, señor Nunca Complacido, que te vaya bien con la comida a domicilio.
—no me refiero a eso. Siempre cambias mis palabras y haces que suenen mal, te encanta hacerte la enojada —acertó. Y yo solté una risita porque era tremendamente cierto— eres mala conmigo.
—tenias tiempo sin decir eso —me burlé— “oh, eres mala conmigo”
—no, no te sale mi voz. Ni siquiera lo intentes —se rió ante mi pésima imitación de su voz —como sea, ya tengo sueño.
—yo también —me levanté de su lado y caminé a su habitación para colocarme mi pijama, con mi pantalón de bigotes. No me importaba que el señor no quisiera. Esa Agustina inútil me había quitado todas las ganas de ponerme los bóxer del tonto de Niall.
Por fin ya estaba feliz, después de una semana de depresión y ansiedad de estar con él todo el tiempo como antes. Y aunque me agradaba dormir en el sillón, extrañaba dormir junto a él y que me abrazara fuerte toda la noche como si fuera su osito de peluche, extrañaba desayunar junto a él y pasar todo el día juntos. Me puse rápido la ropa y me detuve un segundo para mirar mi lista y tachar “robar una tienda de dulces” La taché con una fuerza casi sobrehumana, porque estaba tan apestosamente feliz que no pude controlarlo.
En total ya eran 10 las cosas tachadas ¿Pueden creerlo? ¡10! Yo aun no podía. El punto de “tomar la mano del chico que me gusta” aun no la había tachado, porque aunque nos habíamos tomado varias veces de las manos, aun no se sentía tan especial como para tomar aquello como punto terminado. Di la vuelta para ver la otra lista, que ya casi tenía todos los incisos tachados, el nombre de Niall escrito por todas partes y muchos corazones. Gracias a Dios Niall respetaba mi diario y no lo había hojeado nunca, sería demasiado vergonzoso que él leyera eso.
Estornudé de repente y sentí como la garganta me ardía; no quería tomar los múltiples estornudos diarios como algún síntoma de mi enfermedad porque siempre los había tenido, pero últimamente estaba demasiado paranoica con todo lo que me pasaba. Esa semana había tenido otros dos dolores realmente fuertes en el pecho y en los pulmones, y verdaderamente en todo el cuerpo. Cada uno más desgarrador que el otro. Me dejaban débil y sin aliento, estaba muy asustada por eso.
El último dolor me dio unos minutos antes de que Niall llegara a casa y había sido mucho más fuerte que todos los otros juntos. Ese me asustó más que los otros, me dio cuando estaba simplemente parada tomando agua, de repente se me contrajo el pecho de nuevo y los pulmones se me empezaron a quedar sin aire; caí al suelo fuertemente y grité más fuerte que Agustina el día que los vi haciéndolo, pero en todo caso, yo no gritaba de placer.
El caso es que me puse a llorar como loca porque en serio sentí que me moría ahí mismo, además me empezó a sangrar la nariz unos minutos después, la sangre entro a mi boca y me empecé a ahogar, y el dolor no se iba el muy desgraciado. Y si iba a morir no quería que fuera justamente ahí, donde Niall llegaría y vería mi cuerpo tirado sin vida en medio de su cocina, fuera totalmente traumático.
Pero por fin después de casi 10 minutos de sentir que se me iba la vida los dolores se fueron y llamé a Ana. Y después llegó Niall y yo estaba contenta de que no hubiese llegado en medio de mi colapso.
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—no, Niall. Sabes que la odio —me quejé con voz chillona; volteé la cara y me negué a acariciar a la cochina gata suya.
—ella ya te agarró cariño, no seas miedosa.
—no soy miedosa, lo que pasa es que no me gustan los gatos y, en lo personal, odio a la tuya. Todavía tengo cicatrices de sus ocurrencias.
—no lo hizo a propósito ¿Verdad mi niña hermosa? —acercó su preciosa cara a la de Kimmo y la besó.
Qué asco. Que ni se acerque a mí ahora con la boca llena de pelos. Y no quiero ni hablar de mis celos estúpidos hacia una gata.
—No me importa —me crucé de brazos— ya, solo deja que se vaya.
—la dejaré hasta que le des un pequeño beso. Vamos, se muere por un besito tuyo
— ¡Basta! Estúpida gata sangre sucia inmunda —murmuré, acercándome a ella. Niall empezó a reír, me acercó a Kimmo y besé sus bigotes— ya, que se vaya.
— ¿Lo ves? No fue nada difícil —la dejó en el piso y ella corrió rápidamente hacia dentro. Ojalá se perdiera de nuevo, y ahora ya no iría tras ella.
Estábamos una vez más tirados en el balcón de la habitación de Niall, comiendo dulces como si no hubiera un mañana. Teníamos un montón de basura alrededor de nosotros.
Teníamos ya casi una semana de haber robado la dulcería y aun seguíamos tragando dulces como cerdos a todas las horas del día. Parecía que jamás se acababan. Acababa de obscurecer y rápidamente el cielo se había poblado de millones de estrellas, lo que me recordó un punto en la lista del chico de mis sueños y él, o sea Niall, tenía que nombrar una estrella con mi nombre. Estaba consciente de que aquello era algo tremendamente estúpido y ridículo, y Niall jamás lo haría por sí solo porque no tenía ni una sola vena romántica en todo su cuerpo sensual. Y aunque pedirle que lo hiciera sonaría súper patético, realmente ya no me importaba mucho, yo solo quería que una puta estrella tuviera mi nombre.
—Niall… ¿Te importaría nombrar una estrella con mi nombre? —le pedí con indiferencia después de unos segundos de silencio aun con la vista posada en las estrellas, buscando la más bonita.
— ¿Nombrar una estrella? —Preguntó confundido— ¿Para qué?
—porque está en mi lista que alguien nombre una estrella con mi nombre, aunque no tengo nombre de estrella pero eso no importa
—ah… —murmuró inseguro— Bueno ¿Como se hace?
Por Dios, es que todo lo que tiene de guapo y perfecto lo tiene también de tonto.
—solo dices, um, esa estrella se llama así.
— ¿Así? ¿Así como? —solté un suspiró exasperado.
—ahí dices el nombre, imbécil.
—oh, lo siento jamás he nombrado estrellas antes —rodó los ojos— ¿Para qué sirve esta mierda, de todos modos?
—para nada. Solo quiero que lo hagas, vamos, hazlo.
—Está bien, está bien —gruñó despacio— ¿Ves aquella, la grandota?
—umm, no ¿Dónde está? —traté de seguir su dedo.
—Aquella, la más gorda —su dedo iba directo a la luna — ¿La ves ahora?
—Si claro, eres el tipo más gracioso del mundo —él río y puso su brazo sobre mis hombros— no sirves para esto.
—no sirvo para nada, cariño, pero no entremos en detalles. Creo que nombrar estrellas está muy usado ¿Qué tal si nombro la luna con tu nombre? ¿Ya lo ha hecho algún tipo en alguna película? No lo creo.
—No, no lo han hecho —reí como idiota y me recosté contra su cuerpo— sería completamente original.
—está bien, entonces… De ahora en adelante aquella cosa que brilla en las noches se llama ____, porque yo Niall James Horan, lo digo.