Capítulo 24
{Narra Niall}
Cuando regresábamos a casa, de camino la llevé a ver mi anterior casa de lejos y le conté un poco más acerca de mi mamá y hablé de cosas que usualmente nunca hablaba, como recuerdos que tenia con ella y esas cosas.
_____ y Zayn eran las únicas personas con las que me podía abrir y hablar acerca de mi mamá. Nadie más había conseguido sacarme ni una sola palabra respecto a eso porque la verdad recordarla me dolía demasiado.
Llegamos al lobby del edificio, todos nos miraban con diversión, excepto la típica gente aburrida y amargada. Tomamos el elevador, fueron 13 pisos de un silencio dulce, yo la abrazaba por los hombros y sentía su mirada en mi cara como tratando de adivinar lo que pensaba.
Cuando llegamos al departamento me encontré con la puerta abierta y cerré los puños del coraje. La única persona aparte de Zayn que tenia la llave de mi departamento era mi padre y Zayn me hubiera llamado antes de ir.
Aun no estaba listo para unos de los sermones de ese hombre y menos con ____ ahí.
—hola… —saludo mi padre cuando nos vio entrar. Nos inspecciono de arriba a abajo con una mueca burlona.
—Papá… —me puse tenso— ella es _____, mi mejor amiga.
—mucho gusto señor —él se acercó a ella con una sonrisa de esas que usaba con todos, esa sonrisa que parecía del hombre simpático que no era.
—Igualmente, linda… —yo carraspeé fuerte antes de que dijera otra cosa y ambos voltearon a verme.
—Ve al cuarto _____ —le ordené rascándome la nuca. Yo sabía que en el momento que ella desapareciera mi padre se transformaría en el real, en aquel hombre que despreciaba más que a nadie. —Por favor.
—de acuerdo. Hasta luego, señor Horan —le dio una sonrisa que mi padre correspondió y se metió rápidamente a la habitación.
— ¿Ella es tu novia? —preguntó con su típico tono frío mientras se sentaba en mi sillón y recorría con la mirada todo —no recordaba ver tu departamento tan limpio. Es solo por ella ¿Verdad? Patético…
—es mi mejor amiga ¿No oíste? —apreté la mandíbula y lo fulminé con la mirada.
No había cosa que odiara mas que se él pusiera a suponer cosas como si fuera un maldito adivino que lo sabe todo.
—Si no me equivoco, ella es americana —puso sus ojos en mi— la chica por la que te quedaste ahí. La trajiste a vivir contigo. Vamos Niall, ya eres un hombrecito, ambos sabemos que las amigas no existen.
—Da igual —viré los ojos. No había más que hacer que dejarlo suponer lo que fuera, para que luego se callara de una puta vez.
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—te he dicho que no ¿Que puta parte de NO, no entiendes?
—y yo te he dicho que TIENES que venir. Lo quieras o no.
Hubo un minuto de silencio donde ambos nos miramos de la peor manera, entonces recordé que mi padre podía echarme a patadas de ahí y dejarme sin un solo centavo si se le daba la gana, no era como si tuviera compasión por mí.
—Como sea —puse los ojos en blanco— ¿A qué hora es?
Me dijo la hora y la dirección de la fiesta a la que quería que asistiera con una asquerosa sonrisa de triunfo en su cara. El muy hijo de puta.
Al parecer era de unos de sus socios, o no sé, no le puse ni mierda de atención.
—______, iremos a una fiesta hoy en la noche —le dije cuando estábamos ya limpios, acostados en el sillón jugando.
Una parte de mi sabe que solo lo dije para distraerla de la pantalla, la muy maldita me estaba ganando otra vez.
— ¿Ah, sí? ¿Y por porque supones que iré? ¿Qué pasa si me niego a ir? —vi de reojo como contenía una sonrisa, eso de hacerse la dura nunca le salía bien.
—Pues tendré que ir yo solito, por favor, tienes que acompañarme —pausó el juego, me volteó a ver con su hermosa sonrisa y un brillo en los ojos que me hizo sonreír a mi también —entonces, ¿Que dices, princesa?
—Qué te honrare con mi compañía esta noche —reímos — ¿Y de quién es la dichosa fiesta?
—eh… La verdad no sé, una de tantas fiestas de los amigos de mi papá. Siempre son las peores del mundo, pero si voy contigo no será tan aburrida, así tengo alguien de quien reírme —_____ me fulminó con la mirada. Le besé la frente y terminamos de jugar.
Quedara por siempre en el misterio quien ganó.
Ya eran pasadas de las 10 y estaba en el sillón esperando a que ______ terminara de arreglarse. Tenía como mil horas metida ahí adentro, por Dios.
Media hora después la escuché gritando mi nombre; me acerqué a ella que salía del pasillo y le ayudé otra vez con el vestido azul que compramos unos días atrás. Acaricié su espalda despreocupadamente antes de subir el cierre y sentí como se estremeció bajo mi toque.
Terminé, dio una vuelta con una gran sonrisa y caminó unos pasos hacia atrás para quedar frente a mí.
Parecía un ángel con ese vestido ceñido hasta su cintura, su largo cabello suelto, tal como me gustaba y unos tacones bien altos, como si así me fuera a alcanzar. No se había maquillado mucho, pero si más que de costumbre, y se veía preciosa. Después de unos segundos de contemplarla ella se acercó a mí.
—te quedaste callado ¿Qué acaso me veo tan fea? —preguntó sacando el labio inferior, como en un puchero demasiado sexy.
Reí, porque estaba más que seguro de que ella sabía muy bien que se veía espectacularmente bonita, digo, hay que estar ciegos para no notarlo.
—Estás horrible, espantosa, me duelen los ojos de verte —mentí, y le sonreí ampliamente. Me acerqué aun más a ella, la tomé de la cintura juntando nuestros cuerpos, tomé su cara con mi mano libre y junté mi frente con la suya, quedando a centímetros de sus labios, aquellos labios que yo deseaba saborear hasta el máximo, y que ese día se veían tan tentativos, con un color rojo.
Por Dios. Contrólate, hombre.
— ¿Y no te da vergüenza que todos me vean contigo?
—bueno… Que me vean con la mujer más horrible del mundo es un honor en tanto seas tú —reí sin quitar mi vista de sus labios —La verdad es que te ves hermosa y nunca me creas si te digo lo contrario.
Nos quedamos así un momento. Quietos. Casi conteniendo el aliento.
Solamente mirándonos de esa manera… Ni siquiera sé cuánto tiempo pasó pero se sintió como una eternidad.
Maldición, ella es tan hermosa.