Capítulo 47
{Niall}
¿Le dije que la amo? No, no lo hice. Y pasaron dos largos días desde eso. Lo único que sabía era que hasta ese momento ella había tachado catorce puntos de su lista y que ya solo le faltaban seis. Eso era genial.
Todo lo había hecho conmigo y trataría de seguir cumpliendo cada cosa loca que estuviera escrita en esa lista.
—Niall, ya está listo —anunció ella desde la cocina. Me levanté y caminé rápidamente hacia la mesa. Colocó delante de mí un plato con el desayuno y se sentó de frente a mí, como siempre —eh… Nunca me había dado cuenta de la guitarra que cuelga de tu pared.
—ah, está firmada por John Lennon —presumí. Ella abrió la boca sorprendida— sí, mi mamá era fan de Los Beatles y una tía hace como mil años le consiguió el autógrafo
—Eso es genial… —dijo y se llevó el tenedor con comida a la boca, masticó despacio con la vista perdida. Sabía que me quería decir algo pero no estaba segura— ¿Y tú sabes… tocar la guitarra?
—eh… —no, no sé ni tocar tres acordes. Me salí de las clases a la semana— sí, claro que sé.
—genial… —tomó un sorbo de jugo y yo me puse a comer en silencio, deseando haberme quedado en esas estúpidas clases. — ¿Me… enseñarías a tocarla?
— ¿A tocar la guitarra? —repetí con repentino miedo. Miedo de quedar como mentiroso. Ella asintió, me miró con las mejillas sonrojadas y con ojos suplicantes. —Pues… Yo… Claro que sí.
Convencí a _____ de que se fuera con Vale a comer o algo así, solo para que me dejara solo un rato. Ella se había puesto totalmente emocionada con lo de la guitarra y yo me sentía un mentiroso tonto, pero no podía solamente decirle: “lo siento amor, te mentí para quedar bien y la verdad es que no sé tocar la guitarra” Me puse todo nervioso y ansioso en cuanto se fue, no sabía qué hacer.
Bajé la guitarra de la pared de mi habitación y traté de acomodarla entre mis brazos pero no supe cómo ponerla bien, ni siquiera me acordaba de como se ponía esa estupidez, después de un rato lo descubrí pero fue totalmente inútil porque no sirvo para hacer eso, en realidad no sirvo para nada, absolutamente nada, cómo músico me muero de hambre y ni hablar de guitarrista, y si hubiera alguna profesión que consistiera en declararle mi amor a chicas también apestaría en eso.
Suspiré y me jalé el cabello, estaba más que desesperado, de verdad quería enseñarle a tocar la guitarra. Así como vi que lo hacían el otro día en una película, ponerme detrás de ella y tomarle la mano para guiarla, besarle el cuello y después… Oh cierto, esa era una película porno.
Bueno, en ese caso me conformaba con enseñarle algo y besarla, solo eso y me consideraría feliz. Tomé mi computadora y busqué en Google “clases virtuales de guitarra”. Encontré un par de vídeos en Youtube y estuve unas dos horas tratando de tocar algo decente, pero nada salía, ni siquiera la típica del feliz cumpleaños. Me di cuenta tiempo después que sonaba todo horrible porque estaba desafinada y tuve que buscar otro video sobre cómo se afinaban esas mierdas.
Es que en serio te tengo que amar muchísimo, _____, para estar haciendo estas cosas tan idiotas.
Después de como cuatro horas de duro empeño podía decir que ya sabía un poco, pero solo un poco, me perdía a cada rato y me hacia bolas con las cuerdas. Estuve a punto de darme con la puta guitarra en la cabeza, lo juro, no me sentía tan estresado desde que iba al colegio. Me topé con un video que hablaba de como tenias que ir sacando tus sentimientos y escribiendo al mismo tiempo que inventabas tu propia melodía creando una canción.
¿Podría inventarme una canción? No estaba seguro, pero tratándose de ___ me sentía tan tarado y cursi que ya me creía capaz de todo. Rebusqué en mis cosas una libreta y un lápiz y me senté en el sillón a tratar de concentrarme en ella para lograr escribir algo coherente. Cerré mis ojos y la visualice sonriendo, abrazándome, riéndose de todo, me imaginé su preciosa cara cuando se acaba de despertar, sus ojos grandes que me miran brillantes.
Empecé a llegar al terreno prohibido de mis pensamientos: su enfermedad, el hecho de que ella va a morir, que voy a tener que estar sin ella por el resto de mi vida… No la quería dejar ir, quería abrazarla, aferrarme a ella con todas mis fuerzas.
—dicen que ya no podremos hablar de amor; antes de que me prohíban tus besos, dame un último abrazo. —Empecé a escribir, mi letra era torcida, pequeña y fea,pero esa primera frase estuvo genial— He estado persiguiendo un sueño qué no quieren que se haga realidad; pero cuando tomas mi mano… Entonces entiendo que esto está destinado a ser real…
Releí lo que escribí varias veces, borré palabras, volví a escribirlas. Sonaban bien. Seguí pensando en ella, lo que sentía cuando estaba conmigo, cuando me sonreía, el hormigueo por todo mi cuerpo, las ganas de sostenerla contra mí, de besarla…
— ¿Entonces? no seas estúpido, piensa mas —me exigí— Porque bebé, cuando estás conmigo… Es como si llegara un ángel y me llevara al cielo, porque cuando me miro en tus ojos no puedo estar mejor— oh sí, soy todo un poeta. Entonces los recuerdos siguieron inundando mi cabeza, nuestro primer beso… —Deja que vuele la música, haremos nuestro baile, trae aquí a los incrédulos, a ellos no les importa en absoluto; porque esta vida es demasiado larga y este amor demasiado fuerte, así que ten la seguridad de que… nunca te dejaré ir. —soy tan profundo, todo un hombre intelectual, estoy orgulloso de mí —sonreí y carraspeé. — Tengo a mi chica favorita, no siento ningún dolor, ningún miedo, nada me preocupa en este mundo… Excepto que estés aquí. Hay un momento que he estado persiguiendo y al final lo atrapé, en este lugar.
Tomé la guitarra y empecé a hacer los acordes que me enseñaron en el video. No sabía nada acerca de crear melodía así que solo empecé a darle a las cuerdas a lo bestia, a ver que salía.
—Nunca te dejaré ir —murmuré buscando el sonidito correcto.
Me arrepentí al mismo instante que me escuche. ¿Por qué mierda empecé una canción si ni siquiera se cantar? Gruñí y lo ignoré. Seguí buscando sonidos coherentes con cada frase que escribí. Y la verdad que no estaba tan mal, digo, no creí nunca que yo pudiera escribir ese tipo de cosas y menos que podía ponerles música. Y aunque era mi primera vez en eso, no me había ido tan mal después de todo.