Capítulo 50
Tomé aire varias veces tratando de controlar las lágrimas. Ni siquiera tenía una buena razón para estar tan triste. Yo solo lo estaba. Él era mi mejor amigo, tenía que estar feliz por él ¿No? Por su hijo o hija. Pero al contrario me estaba muriendo de dolor, porque aunque yo quería que hiciera algún día una familia, que se casara y tuviera hijos y todo eso… No quería que lo hiciera cuando yo seguía viva ¡No! Yo quería que fuera feliz hasta que yo estuviera muerta para que no pudiera ver eso. Pasó como una hora, yo seguía llorando y ellos seguían encerrados en la habitación. Yo estaba siendo torturada mentalmente por mi misma y ellos probablemente hasta estaban teniendo sexo salvaje para festejar a su bebé.
La puerta se abrió después de un rato y yo brinqué asustada, limpié mis ojos y me eché aire con mis manos para que no se me vieran rojos; fingí estar poniendo mucha atención a la película que salía en la tele; las mugrosas lágrimas no dejaban de salir y ellos ya estaban detrás de mí.
—gracias por todo, Niall —murmuró ella con la voz más fuerte.
—No es nada, sabes que cuentas conmigo para todo —escuché un beso y me comí las ganas de voltear como una psicópata para ver donde se lo había dado.
—sobre lo otro… —carraspeó— no es tan importante ¿Sabes? Yo no…
—Está bien, yo sé que va a funcionar —aseguró Niall.
¿Qué? ¿Acaso están pensando en un aborto? ¡Dios! Tengo que convencer a Niall para que no haga algo tan tonto y egoísta. Quizás Agustina no es la mejor mujer del universo, quizás están muy jóvenes y todo eso, pero matar al pobre bebé no será justo.
Cuando escuché la puerta cerrarse limpié mis ojos de nuevo y me senté recta en el sillón. Niall murmuró algo y suspiró con alivio cuando se sentó a mi lado.
—Hey… ¿Qué sucede? ¿Estás llorando? —preguntó preocupado. Se acercó más a mí y trató de tomar mi mano.
Su mujer está embarazada, por Dios. ¿Va a seguir siendo así? Bonito futuro que le espera a Agustina.
Me alejé de él de una manera demasiado obvia y bufé.
—no, bueno si… Estaba viendo una película que me conmovió —mentí. Niall miró al televisor con una mueca burlona y soltó una pequeña risa.
— ¿Estás llorando por Harry Potter? —rió de nuevo. Por lo visto estaba más feliz que antes. — ¿En qué parte?
—No te importa —puse los ojos en blanco y me relajé en el sillón. Trata de lucir normal, me dije, no seas muy obvia, no le preguntes, has como si no te importara más que una mierda... — ¿Y… em, qué paso con Agustina?
—oh, la dulce Agustina —soltó todo el aire de repente y sonrió. Él está feliz, sí quiere tener un hijo, eso es genial— está embarazada y…
— ¡¿Embarazada?! —repetí con una sorpresa muy fingida. Él asintió y rió contento. Muy contento. Mi corazón empezó a golpear con fuerza en mi pecho y mis ojos picaron por las lágrimas. —Niall… Esto es… ¡Dios! No puedo creerlo, es demasiado… ¿Estás muy emocionado? ¡Me imagino que si! ¿Cuántos meses tiene? ¿Tú crees que pueda conocerlo, ya sabes, antes de morir? Me encantaría conocer a tu hijo, sería tan bonito…
—espera ¿Qué? —me interrumpió en mi ataque verbal con el ceño fruncido. — ¿Tú creíste que…? Por Dios _____, no es mío
— ¿No es tuyo qué? —pregunté aun sin entenderlo. Él comenzó a reír otra vez.
—no está embarazada de mí —aclaró. Mi pulso volvió a ser normal. Mis pulmones comenzaron a respirar aire puro. Sentí que volví a la vida. —Siempre use condón ¿Sabes? No soy tan tonto
—oh, wow —lo golpeé con mucha fuerza en el brazo, descargando todo el dolor en él — ¡Maldito idiota, me asusté! Casi me da un ataque al corazón.
— ¿Por qué siempre esperas lo peor de mi? —Se sobó el brazo e intentó parecer ofendido —rápido sacas tus conclusiones.
—no saco mis conclusiones, estabas tirándotela en tu habitación ese día
¿Recuerdas? Me traumaron totalmente con sus imprudencias y ahora actúas como si no fuera posible que la embarazaras.
—No es posible porque siempre use condón —repitió con su sonrisa autosuficiente, pasando un brazo por mis hombros —Joel es el padre, pobre tonto.
— ¿Joel? —Negué divertida con la cabeza —lamento insultar a tu dulce amante pero es una zorra del infierno ¿Con cuántos mas se acostaba? ¿Y… no te duele ni un poquito?
—Agustina no es una zorra, solo le gusta mucho el sexo —se encogió de hombros como si fuera muy normal para las mujeres andar por ahí diciéndole a todo el mundo “no soy una zorra, solo me gusta mucho el sexo” — ¿Y qué quieres decir con que si no me duele?
—pues… Que si no te duele que se acueste con otros.
—nah, lo supe desde el principio y nunca me dolió o algo así. Agustina nunca me gustó tanto como para ponerme celoso, pero ella ahora está pasando por un momento difícil y necesita hablar con alguien ¿Sabes? Agustina no tiene muchas amigas…
—me imagino bien porque —dije entre dientes.
A nadie le gusta estar con una chica a la que le gusta mucho el sexo y que se acuesta con mil tipos al mismo tiempo.
No señor, es obvio que la mugrosa no tiene amigas.
—Pero yo le comenté que mi mejor amiga es muy tierna y muy dulce y muy amorosa y que está dispuesta a ser su amiga —lo miré extrañada un segundo y después comprendí lo que estaba diciendo… Yo era esa amiga tierna, dulce y amorosa ¿Verdad?
— ¡¿Yo, dispuesta a ser su amiga?! ¡JA, JA! ¡NUNCA! —me exalté. Él me miró con los ojos bien abiertos.
— ¿Por qué no? Dame solo una razón —exigió. —Ella necesita una amiga en estos momentos, la está pasando muy mal.
—te puedo dar miles de razones pero jamás lo vas a entender. Tú sales con tus frases estúpidas como: solo le gusta mucho el sexo, solo nació siendo una perra, su mamá solo la dejo caer de pequeña… ¡Agh! ¿Por qué no se lo pides a Vale o a otra de tus amigas?
—porque Vale, al igual que todas mis otras amigas, odian a Agustina y jamás van a aceptar.
— ¿Entonces porque yo?
— ¡Porque tú eres diferente!
—Niall… Agh, eres… ¿Te haces una idea de porque la odian? ¿De por qué la ODIAMOS? —él levantó una ceja.
— ¿Por qué es muy bonita y le tienen envidia?
Oh no, no, no dijo eso ¿Lo dijo?
— ¿Me acabas de decir fea y envidiosa? —pregunté con voz baja a punto de un colapso y me levanté enojada de ahí.
Primero me llama tierna, dulce y amorosa, me pide que sea amiga de la jirafa y después me dice fea y envidiosa. ¡Que se joda! Yo sé que me muero de envidia; pero él no tiene derecho a decirlo.
No, no te dije fea —se defendió con voz temblorosa. Se levantó enseguida de mí y me empezó a seguir— dije que la odian porque es bonita, no quise decir que ustedes no lo sean.
—no cambies las palabras ahora.