Capitulo 5

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Capítulo 05

Llegamos a un Audi negro y Niall me abrió la puerta del copiloto como todo un caballero británico. Si me hubieran preguntado que carro consideraría para él, yo hubiera dicho que un Audi igual a ese, no sé porque, solo sé que va con su personalidad. Rodeó el carro y se metió. Me sentía nerviosa, eso realmente parecía una cita aunque hubiera sido solo una salida improvisada. Niall encendió el carro y prendió el aire.

— ¿Desayunaste? —preguntó antes de arrancar. Solo atiné a negar con la cabeza. Tenía mucha hambre —yo tampoco ¿Sabes de algún lugar bueno?

—Sí, todos los domingos voy con Ana y Nico a La Choza Escondida, tienen unos wafles riquísimos, los mejores —dije emocionada. Él arrancó.

— ¿Por dónde está? —preguntó sin mirarme. Le di las indicaciones más o menos entendibles, no sirvo para recordar calles o rutas, solo le decía por dónde ir.

— ¡Aquí es!

Aparcó en el estacionamiento casi vacío, se bajó y me abrió la puerta. Nos acercamos juntos a la hermosa casita de madera, escondida entre dos robles enormes. La vista era hermosa.

— ¿Es un restaurante? —preguntó Niall confundido.

La primera vez yo también había preguntado eso.

—sí. Es una choza y está escondida. Ven, entremos —lo tomé del antebrazo y lo jalé hasta llegar a la reja, donde nos abrió un chico muy lindo que me reconoció.

—Buenos días —nos dijimos al mismo tiempo el chico y yo.

Solté el brazo de Niall un poco apenada por tocarlo tanto y abrí la puerta de madera blanca.

Lo que más me gustaba de La choza escondida era la decoración, bueno, además de los wafles y la comida. Habían solo como diez mesitas de madera blanca esparcidas por el pequeño espacio; las paredes tenían un tapiz de flores tipo vintage que amaba, y colgaban cuadros de tonos rosa. El piso blanco y como siempre, reluciente. La gente que iba era casi siempre la misma y ya lograba reconocerlos, por lo que le sonreí a la mayoría de la gente. Nos sentamos en una mesa pegada a la pared. Niall no dejaba de recorrer todo el lugar con la mirada.

— ¡Qué lindo lugar!—exclamó posando su intensa mirada en mis ojos. —es tan… Hogareño y cálido.

—lo sé, es el mejor lugar que podrás encontrar para desayunar—le dije.

La señora Aldi se acercó a nosotros rápidamente con una tierna sonrisa. Era la anciana más dulce que conocía. Tenía ojos azules pequeños y brillantes y una sonrisa hermosa que te hacia confiar en ella. A pesar de sus 72 años estaba muy conservada y muy linda.

—_______, cariño —me saludó y se acerco a mí para besar mis dos mejillas—que alegría de verte

—Igualmente —le respondí— él es mi amigo Niall, lo traje para que conociera sus estupendos wafles.

—Ella dice que no hay lugar mejor que este y tiene razón, es hermoso —dijo Niall con una dulce sonrisa.

—oh, muchas gracias, ángel. Soy Aldi —se acercó a él y besó sus mejillas que se veían taaaan suaves— un placer conocerte cariño ¿Eres inglés?

—Si —contestó orgulloso— ¿Usted también, cierto? Lo note por su acento.

—Por supuesto —sonrío cariñosa— eres un pequeño encanto ¿Cierto,_______?

—eh… —me sonrojé. ¡Malditos cachetes gordos!— si, supongo.

—Claro…—ella me sonrío cómplice— bueno, jóvenes ¿Que van a ordenar?

—yo quiero wafles con huevos revueltos, y una de tus deliciosas malteadas de vainilla

Ella anotó en su pequeña libreta y miró a Niall.

—eh… Yo quiero lo mismo, por favor.

—Ahora mismo les traigo su desayuno —dijo y se marchó sin quitar su sonrisa.

—Es muy dulce —habló Niall después de un incómodo minuto de silencio donde ninguno de los dos sabia hacia dónde mirar.

—lo sé

Sí, eso fue lo único que salió de mi boca.

Usualmente no cerraba la boca nunca, pero no sabía que decir. Estaba nerviosa, mucho.

Mi celular vibró y lo saqué de mi bolsillo. Un mensaje de Abigail. “¿dónde demonios estas? No estoy con Nico, me dejaste preocupada ¿Está todo bien?”

Miré a Niall antes de contestar, él me estaba mirando detenidamente.

“vine a desayunar con Niall, el tipo de parque, creo que estaré con él un rato más, no le digas nada a mi hermano por favor”

—Aquí están sus malteadas —anunció Aldi poniendo ambas copas en la mesa.

—Gracias —respondimos Niall y yo al mismo tiempo.

Aldi se marchó y mi celular volvió a vibrar. Niall tomó un trago de la malteada.

—Oh, sabe estupendo —exclamó con los ojos bien abiertos. Le sonreí con ternura y tomé un sorbo de la mía. Abrí el nuevo mensaje que me mando Ana.

“oh por Dios ¿Te pidió una cita? Que emoción, me tienes que contar todos los detalles. ¿No te ha besado aun?”

Reí con ganas por la tonta idea de Ana y Niall me miró raro. No era una cita. Y por supuesto, él no me besaría.

No le conteste el mensaje porque sería grosero estar toda la cita, digo, salida con el celular en la mano. Suspiré profundamente y recargué mis codos en la mesa entrelazando los dedos y recostando mi barbilla sobre ellos. Si eso era una cita, Niall debería de estar poniendo toda la atención en una conversación conmigo para conocerme más e interesarse en mí, pero él parecía más concentrado en la malteada que en cualquier otra cosa.

Levantó la vista y me pescó mirando su cara despreocupadamente. Desde mi asiento, en sus ojos azules se veían motitas verdes por la luz.

— ¿En Londres, vives cerca del Big Ben? —pregunté de la nada. Yo siempre quise vivir cerca de allí. Era como, mi sueño.

—Si —tomó otro trago de malteada— vivo como a tres cuadras de ahí, y desde el balcón de mi habitación se alcanza a ver. En las noches se ve genial.

—Debe ser maravilloso… —susurré para mí misma.

—Lo es, oye…—saltó emocionado de su asiento dispuesto a decirme algo, pero enseguida se calló. —No, nada. Olvídalo.

—Ahora no podré olvidarlo —me quejé. —Dime, por favor.

—No, no —negó con la cabeza y sonrió de lado de una manera despreocupada pero sexy— era una tontería

—oh… —bajé mi mirada.

Odiaba terriblemente que me dejaran con la duda. ¿Por que no solo me decía? Ahora no sería capaz de pensar en otra cosa que no fuera en lo que Niall estaba por decir.

¿Y si él está tan confundido como yo por si esto es una cita? Bueno, eso no es muy probable. ¿Y qué tal si me quiso pedir un beso, pero no se atrevió? ¡Por Dios! Eso es menos probable.

—No hagas esa carita —se rió. —Es demasiado tierna.

—Es la única cara que tengo —contesté con voz baja y seguramente la cara roja, lo podía sentir. Él se me quedo mirando un rato sin bajar la mirada, me sentía incomoda de que probablemente pudiera estar manchada de algo, de que tuviera un moco colgando o algo por el estilo. Me pasé la lengua por los labios.

Aldi llego con dos platos y los puso en la mesa frente a nosotros.

Oh, comida, por fin.

La Lista (Niall y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora