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Jimin subió a la parte trasera de mi bicicleta y se aferró a mi cintura en cuanto empecé a pedalear. Sonreí, pues me sentía más que feliz de tenerlo tan cerca.

Si tan sólo la noche hubiera podido durar para siempre...

Cuando llegamos a su casa, ambos nos bajamos, pero no nos separamos. Nos quedamos parados mirándonos durante largos segundos. Una extraña y dulce guerra de miradas que no tenía malas intenciones, sino todo lo contrario, y Jimin fue el primero en haberse rendido, mirando hacia abajo. 







—¿Qué te pareció tu sorpresa?

—Ah, fue... maravillosa, Yoongi.

—¿Cómo te sientes?

—Es completamente raro y nuevo para mí decirlo, pero me siento muy feliz. Es todo gracias a ti.

—Pero no hice nada, sólo dimos un paseo.

—Hiciste más que eso. Es... tu compañía la que me hace bien.

—Lo mismo digo —lo abracé.







Lo dudé durante varios segundos, pero luego presioné suavemente mis labios en su frente. Sentí cómo su agarre se reforzaba más, y volvió a esconder su rostro.







—¿Por qué sigues haciendo eso?

—¿Qué cosa?

—Allá, hace un rato, bueno... también m--me besaste, hyung.

—Es porque me gustas.







Jimin levantó su cabeza bruscamente y me miró como si hubiera dicho la cosa más ridícula del mundo. Me soltó y se cruzó de brazos.







—No mientas.

—No lo hago.

—¡No tiene sentido!

—Sí lo tiene.

—No puedo gustarte.

—Sí que puedes.







Frunció sus cejas.







—Deja de contradecirme.

—Tú también.







La puerta de la casa junto a nosotros se abrió. Una señora, la mamá de Jimin, se asomó un poco y nos sonrió justo como la última vez.







—Jimin, cariño, creí que volverías más temprano, estaba preoc--

—Adiós, Yoongi hyung. Nos vem-- —suspiró— adiós.







A pasos acelerados, se marchó hacia el interior de su casa, dejándome allí en la vereda con mil interrogantes en mi mente. Me preocupé, pues ya no se veía agresivo como las primeras veces, sino triste, muy dolido ¿Qué había hecho mal? ¿Qué había dicho para que se sintiera así? ¿Por qué su voz temblaba como si hubiera estado a punto de llorar?

La señora Park, quien seguía viéndome inmóvil en el mismo lugar, acomodó su abrigo y caminó hacia mí. Me miró a los ojos y colocó una de sus manos sobre mi hombro.







—¿Gustas pasar un momento? Hace mucho frío aquí.

—No me gustaría ser una molestia.

—Descuida, no lo eres... y Jimin ya debe estar en su cuarto. No saldrá de allí hasta mañana.







Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora