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Era ya pasado el mediodía. Me encontraba bastante entretenido mirando por la ventana. Podría haber estado viendo televisión, o teniendo una reunión familiar entretenida y bastante cálida, pero no. Lo que en ese momento estaba frente a mis ojos era mucho mejor.

Desde mi habitación podía ver perfectamente lo que sucedía en la planta baja de mi casa, frente a la puerta. Jimin llevaba ya veinte minutos allí. Repetía una y otra vez lo mismo. Se dirigía hacia la puerta, formaba un puño con sus manos para golpear, y se cruzaba de brazos. Estiraba de nuevo su mano para tocar el timbre, y después guardaba sus manos en sus bolsillos. Caminaba en círculos con el ceño fruncido, y se alejaba hasta llegar a la vereda, como para marcharse otra vez... y todo volvía a reiterarse. Cualquiera pudo haber perdido la paciencia, o pudo haberle dejado entrar, pero yo creía fielmente que él era capaz de hacerlo, que si quería venir de visita, podría tocar el timbre o llamar sin miedo.

Efectivamente, un par de minutos después, escuché el sonido del timbre, seguido de un "¡Oh, rayos! ¡Sí lo hice!". Bajé las escaleras a una velocidad impresionante mientras reía por lo bajo, y le abrí, mostrándole una cálida sonrisa. Jimin ya estaba a punto de salir corriendo, pero al haberme escuchado, se congeló en su lugar. Volteó tímidamente y se acercó a pasos lentos sin levantar su cabeza. Sostuvo con ambas manos las tiras de la mochila que llevaba puesta.








—Hola, hyung.

—¡Jiminnie! ¡Qué sorpresa!








Aunque había dejado de serlo hace rato, ya que lo había descubierto.








—¿Te gustaría pasar?








Él se puso en puntitas de pie e intentó ver dentro de mi casa. Reí suavemente y me acerqué a él, poniendo una de mis manos sobre su hombro.








—No hay nadie. Estoy solo.

—¿De verdad?

—Así es.

—Creo... que pasaré un rato.

—Genial. Entra, entonces.








Jimin pasó a mi sala y se sentó en uno de los sillones. Juntó sus piernas y colocó ambas manos en sus rodillas.








—¿Qué te trae por aquí?

—Oh, bueno... qu--quería saludarte —se encogió de hombros.








Antes de que pudiera decirle algo, tomó su mochila, abrió el cierre y la abrazó, como si se hubiera arrepentido.








—¿Qué pasa?

—Uhm... no estoy seguro.

—¿No sabes qué te sucede?

—No, es que... nada.

—Jimin, sabes muy bien que no te juzgaría nunca. Si necesitas hablar de algo, sólo--








Jimin, más que sonrojado, sacó de su mochila una bolsa pequeña y me la dio sin siquiera mirarme, con sus mejillas más que rojas. La tomé entre mis manos y atiné a abrirla, pero él se alarmó.








—¡Todavía no! —aclaró su garganta— D--digo... por favor, ábrelo cuando ya no esté. Feliz Navidad, hyung.








Mis ojos viajaron desde la bolsa hasta los suyos. Estaba siendo tan dulce conmigo, tan atento y estaba mostrando sentimientos tan sinceros, que me desconecté del mundo por varios segundos y me puse a pensar en él, y sólo en él. Todavía no entendía cómo podía llegar a despreciarse tanto. Si él realmente conociera cada parte suya que me mostraba, entonces todos sus problemas se habrían solucionado. Bastaba llegar a conocerlo para amarlo, y eso contaba también para él.

Tal vez si yo le seguía demostrando mi cariño, él se podría dar cuenta de que lo merecía. Podría saber las razones, y quererse también.








—Muchas gracias, Jiminnie. Por cierto, ¿Podrías aguardar aquí un momento?








Luego de que haya asentido con la cabeza, subí a mi habitación. Tomé de entre mis cosas un libro que había comprado en la biblioteca pensando en él. Sólo eso había hecho. Había estado tan presente en mi cabeza, que ni siquiera había registrado que la Navidad estaba a la vuelta de la esquina, y agradecí internamente haber planeado tal obsequio en un momento tan justo.

Volví a bajar las escaleras y me senté de nuevo junto a él. Le di el libro y lo miró con curiosidad.








—Feliz Navidad, Jiminnie.

—E--esto--

—Ah, es que el otro día me habías dicho lo mucho que te gustaban las estrellas, y en cuanto vi ese libro, quise llevarlo para ti. Tiene todo acerca de ellas, de las constelaciones, lo que quieras saber... incluso algo más.

—¿Qué cosa?

—Ábrelo.








Jimin obedeció, y se sorprendió, pues al haber abierto el libro, halló dos entradas para el planetario de la ciudad. Los tomó entre sus manos y me miró a los ojos. Todavía estaba aturdido por las sorpresas. Supuse que no las esperaba.








—H--hyung, ¿De verdad es para mí?

—¿Te gusta?

—Lo adoro —sonrió.

—Ah, eso pensé —lo abracé bien fuerte—. Realmente me alegra que te haya gustado.








Jimin no pasó mucho más tiempo en casa, ya que tenía que irse. Una vez que lo hizo, cerca de una hora después, corrí más que ansioso a mi habitación para abrir el regalo que me había dado. Era una flor de plástico muy, muy bonita; y una carta.








"Yoongi:
               No tengo idea de cómo empezar esto, pues tengo miles de cosas que decir, pero que me cuesta muchísimo sacar a la luz. Empezaré diciéndote que de todas las personas que estuvieron a mi lado, eres el único que se quedó por tanto tiempo, y el único que logró que haya roto tantas barreras. Contar mis problemas me hace bien. También cantar, estar acompañado, escuchar anécdotas, sonreír... todo eso me hace bien. Y todo eso pasa cuando estoy contigo. Tú me haces bien, Yoongi. Por eso decidí darte este regalo. Sé que puede parecer insignificante, pero tiene algo detrás. A mamá siempre le gustaron las plantas, y desde pequeño me ha enseñado sus nombres y significados. Las Dalias de color rosado simbolizan la promesa de hacer feliz a la otra persona. Tú estás cambiando mi vida para bien, incluso cuando suponía que ya no había motivos para sonreír, y es por eso que decidí darte este presente como una promesa, porque aunque sé que puede que no tenga mucho que ofrecer, lo poco que tengo lo daré todo para que estés feliz. Gracias por todo.

                   Te quiero,
                                      Jimin."









En el silencio de mi habitación, sequé un par de lágrimas que se habían deslizado por mis mejillas, y contemplé por largos segundos a la bella flor en mis manos.

Si tan sólo Jimin supiera que ya era feliz sólo con su presencia...

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Ah... *seca sus lágrimas de brillitos de azúcar*

Extrañaba escribir algo bien fluff, igual hice cosas mejores... ya va a salir algo más empalagoso un día, sólo esperen ahre

Espero que les haya gustado 💙

Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora