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Los días habían pasado, y no había vuelto a ver a Jimin. Le había hecho prometer que no volvería si llovía otra vez, dado que la única opción para que se mantuviera seco fuera estando en un lugar que lo incomodaba, pues estaba lleno de gente.

Caminé por el patio esa bella tarde de sol, y al no haberlo visto me dirigí hacia los salones vacíos, donde habíamos ido el día en que le entregué su canción. Efectivamente, allí estaba. Esbocé una sonrisa y me acerqué hacia él, tomando asiento a su lado.

Al menos ya no parecía molestarle mi presencia.






—Así que... decidiste volver.

—Ya no llueve, ¿No?

—¿Estuviste bien? ¿No te enfermaste?






Jimin me miró como si fuera un monstruo con diez cabezas. Me sentí un poco afligido, ya que teniendo en cuenta lo que él decía, parecía ser que no estaba acostumbrado a que se preocuparan por él.






—N--no lo hice.

—¿Sabes? Mis clases ya terminaron, y me preguntaba si querías venir a grabar la canción.






Silencio.






—Está bien si no quieres. Lo entiendo.

—¿Y si lo hago mal?

—¿Cómo sería eso posible? Tu voz es muy bonita.






Tras haberme escuchado, giró su rostro para que no lo viera sonrojarse. De todas formas, no podía verlo. Traía otra vez su capucha.

Su maldita capucha.

Quería verlo como lo había hecho la otra vez, tal y como era, con sus cabellos despeinados y su rostro completamente descubierto, con la luz resaltando sus preciosas facciones.






—E--está bien, iré. Sin embargo, no te prometo nada. Dudo hacer un buen trabajo... o animarme a cantar frente a alguien.

—Seré sólo yo —me encogí de hombros.

—Eres alguien.

—Vamos, Jimin. Lo harás genial.






Después de haber soltado un bufido, Jimin se paró y caminó hacia la puerta, accediendo a mis planes. Caminamos juntos a través del campus hasta afuera, y por las calles hasta mi casa. Una vez allí, nos metimos en mi estudio.

Después de haberle explicado un par de cosas, le mostré la pista instrumental, indicándole también cómo sonaría la canción cuando él tuviera que cantarla. Dudó bastante, pero accedió. Le llevó un rato haber aprendido sus partes, pero finalmente estuvo listo. Ambos participaríamos en la canción, lo cual hizo que se sintiera con un poco más de confianza. Encendí los micrófonos y comenzamos a grabar.

No puedo explicar con palabras lo que experimentamos en ese momento. Fue completamente único y mágico. Mi amor por la música, combinado con el hecho de estar interpretando la canción y de escuchar la dulce voz de Jimin me traía tanta paz... nunca lo había escuchado tan de cerca.

Me estaba perdiendo de mucho... por un momento maldije por dentro por no haberme aproximado más a él las veces que lo había visto cantar en los recreos.

Por otro lado, Jimin había logrado soltarse por completo una vez que comenzó a cantar, y si bien las lágrimas estaban empapando sus mejillas, su voz no se había desestabilizado. Lo vi tan relajado, que supuse que estaba dejando ir con la canción muchas de sus preocupaciones, y eso era lo que más quería.

Cuando terminamos, el ambiente volvió a verse envuelto en un profundo silencio. Sólo había podido oír un suspiro de su parte.






—Lo siento... creo que lo arruiné.

—¿¡Estás loco!? ¡Jimin, cantas como un ángel! ¡En serio! Dios, hasta se me puso la piel de gallina.

—Eso es mentira.






Sin prestar atención a sus palabras, seleccioné la grabación para poder escucharla.






—Cierra tus ojos, Jimin. Quiero que escuches las voces. Olvídate de todo, sólo... escucha.






Luego de que haya obedecido, puse la canción. Al llegar su parte, lo vi abrir sus ojos con asombro. Me miró a los ojos.






—¿Qué le hiciste a mi voz?

—Nada, tú me viste. Sólo grabamos.

—¿¡De verdad sueno así!?

—¿Cómo crees que suenas?

—B--bueno... mejor de lo que pensaba. No soy tan malo.

—No eres malo. De hecho, tu voz es de las mejores que he oído. Personalmente, me gusta más que cualquier otra.






Jimin sostuvo su mirada con la mía y enarcó una ceja, buscando algún indicio de mentiras en mis palabras.






—¿De verdad?

—Claro que sí... ¿Te gusta esto, Jimin? ¿Te gusta la música?

—Sí, y mucho.

—Tal vez podría ser ese nuevo sueño.

—No lo creo... no es algo que desee con todo el corazón. Supongo que un sueño es mucho más fuerte. Debería saberlo si así fuera.

—Habrá que seguir buscando, entonces. De todas formas... no está mal no tener un sueño. No está mal ir a otro ritmo. Tú eres tú, Jimin. Eres suficiente y valioso tal y como eres.

—Ah, hyung... —se sonrojó.

—Y algo más.






Con cuidado, lo invité a pararse, y lo guié colocando ambas manos sobre sus hombros desde atrás, caminando hasta llegar a mi habitación, frente a un espejo. Una vez que se vio, esquivó su mirada, como si estuviera asustado de su propio reflejo. Suavemente quité su capucha y peiné sus cabellos con delicadeza. Luego, apoyé mi mentón sobre uno de sus hombros y formé un abrazo, uniendo mis manos a la altura de su estómago. Sonreí mientras miraba el reflejo de su rostro frente a nosotros.






—Deberías mostrarte así más seguido. Así, tal y como eres... eres perfecto, Park Jimin.

—G--gracias —susurró.






Aún no lo había visto sonreír, pero me sentí más que feliz al ver que en su rostro ya no había rastros de dolor. No iba a pasar de la noche a la mañana, y ese momento no duraría más de unos minutos, pero al menos en un instante Jimin pudo verse de otra manera.

Se vio siendo bueno en algo.

Se vio frente al espejo sin nada que escondiera su rostro de los demás.

Y si bien no era demasiado, para mí era un gran paso, pues sabía con certeza que él podría lograr quererse.

También yo lo iba a hacer. Sabía que iba a quererlo, y mucho... y que eso pasaría incluso antes de poder lograr cualquier otra cosa.

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Bueno, ahora sí, basta por hoy 😂💕

Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora