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Uno, dos, tres parpadeos. Había despertado gracias a un fino hilo de luz que estaba entrando por la ventana. Quise moverme un poco, pero no podía, ya que Jimin me estaba abrazando con todas sus fuerzas. Y no me di cuenta sino hasta que estuve un poquito más despierto que yo también lo hacía. Lo estaba rodeando con mis brazos mientras que una de mis manos se posaba sobre la desnuda piel de su espalda. Inconscientemente, empecé a acariciar y, al mismo tiempo, recordé todo lo que habíamos hecho la noche anterior. Todavía podía escuchar nuestros pequeños susurros en los que decíamos nuestros nombres cargados de amor.

Un quejido se escuchó, e inmediatamente vi hacia abajo. Jimin apretó sus ojos antes de abrirlos y mirar a los míos. Cuando lo hizo, me mostró una enorme sonrisa.






—Buenos días, Yoongi.

—Buenos días, cariño —besé su frente— ¿Dormiste bien?

—Muy bien, gracias ¿Y tú?

—¿Cómo no hacerlo? Tenía a mi oso de peluche favorito conmigo —dije, y lo abracé aún más fuerte.

—No soy un oso de peluche —hizo un puchero.

—Eres Jiminnie, el oso gruñón.

—Y tú eres un bobo —se carcajeó.

—Ah, no hay caso. Intento ser lindo contigo, pero me agredes ¿Qué puedo hacer para que me quieras?

—Sabes que ya lo hago —besó mi barbilla— ¿Despertaste hace mucho?

—No, realmente.






Jimin se acurrucó sobre mi pecho y dejó un beso allí. Reí suavemente. Estaba tan feliz de estar con él, que no podía disimularlo de ninguna forma.






—¿Quieres... desayunar?

—No quiero hacer nada más que estar aquí, para ser sincero.

—Me parece una buena idea.

—Yoongi...

—¿Sí?

—Estuve pensando mucho en lo que pasó estos últimos días. No fue bueno para nadie, ¿Verdad?

—Bueno, no fue lindo saber que estabas mal.

—Creo que sé qué hacer. Para cuando volvamos, intentaré modificarme.

—¿Qué?

—No es justo para quienes están a mi alrededor que tengan que soportar mis cambios de humor... tampoco lo es para mí que no pueda estar bien conmigo mismo. Podría... hacer un cambio grande. No sólo en la manera en que me siento, sino también en cómo me veo. Eso podría ayudar.

—Siempre y cuando sea lo que quieres. No te fuerces a hacerlo si no es así.

—Pero es necesario.

—Es necesario que mejores, pero sólo cuando estés listo para empezar con ese cambio. Una vez que lo estés, podrás empezar.

—Hmm...






Miré a Jimin y al instante supe que estaba empezando a pensar demasiado. Por eso, me senté en la cama, cubrí mi cuerpo con una de las mantas que nos cubrían, ya que hacía mucho frío; y caminé hacia una esquina de la habitación, en la que divisé mi teclado sobre un escritorio. Me gustaba llevarlo conmigo por si me inspiraba. Y aunque quería pasar esas pequeñas vacaciones sólo con Jimin, sabía que la inspiración podía venir estando junto a él.

Me senté en el pequeño banquito que estaba frente al mueble, encendí mi teclado y comencé a probar diferentes melodías, improvisando. Jimin gateó hasta el final de la cama, se cubrió con las sábanas y se sentó junto a mí. Apoyó su cabeza sobre mi hombro y lo miré. Se veía aún más pequeño al estar tapado de esa forma. Incluso escondía un poco su rostro bajo las telas. Sus ojitos brillantes miraban mis manos, las cuales comenzaron a tocar las teclas, esta vez, haciendo sonar una canción que él sabía. Y empezó a cantar. Sonreí, enamorado. Estaba enamorado de su compañía, de sus sonrojos, de su voz, de sus lados buenos, de sus lados malos... de cada pequeña parte de él.






Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora