Let me love you [Yoonmin] ©

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*Un año después*

*Park Jimin*

Para ser un chico que siempre aparentó ser frío, sin sentimientos e incluso malo hacia los demás, últimamente me había dado cuenta de que, a pesar de ello, era un chico muy miedoso.

Me daba miedo el futuro. No me gustaba pensar en ello en lo absoluto. No quería pensar en lo que podría pasar, en mis próximos triunfos o fracasos o cualquier otra cosa que pudiera suceder. A su vez, me asustaba no tener la certeza de qué podría pasar más adelante ¿Y si fallaba? ¿Y si triunfaba? ¿Qué pasaría después? Y ese era otro de mis miedos: el cambio.

Me asustaba el hecho de que todo pudiera ponerse al revés de la noche a la mañana, que tenga que cambiar ciertos aspectos de mi vida para adecuarme a alguna realidad... pero también me asustaba estar estancado en el mismo lugar, sin cambio alguno. Me aterraba seguir igual, viviendo los mismos días una y otra vez, con las mismas actitudes y la misma realidad como si mi vida fuera una línea recta. De esa forma, me sentía en desventaja con los demás.

Y hablando de los demás, hay un temor mucho más grande, que es el de socializar con la gente. Me aterra expresarme, hablar con desconocidos... o con conocidos. Incluso llevando más de un año de relación con Yoongi, aún me sonrojo cuando le expreso lo que siento o cuando hacemos el amor. Aún tartamudeo cuando le quiero expresar mis más profundos pensamientos. Todo ese miedo me provoca querer alejar a todos. De a ratos, me siento rodeado de tanta gente —que no es mucha, en realidad—, que me asfixio, siento que debo apartarlos antes de provocar algo malo en ellos. Pero es mucho más fuerte el miedo que me da perderlos, que se vayan de mi vida.

Todos esos locos e irónicos miedos me perseguían de vez en cuando, pero ese día habían aparecido todos a la vez en el instante en el que abrí los ojos en la mañana. Era un día bastante especial. Ya había repetido hacía una semana los exámenes para entrar a la carrera de Astronomía. Ese día me darían los resultados. Corría el riesgo de avanzar, de seguir estancado, de que mi futuro fuera incierto, de estar seguro de lo que pasaría, de seguir estando solo... o más acompañado.

Respecto a lo último, me senté en la cama y sentí un fuerte vacío en el pecho. Aún era temprano, pero las inseguridades y la ansiedad no tienen un horario fijo, pues vienen cuando así lo quieren. Eso se podría haber evitado con la ayuda de sesiones de terapia, pero a pesar de haberlo pensado el año anterior, jamás lo había vuelto a hacer. Creí que podría utilizar como herramientas las cosas que había aprendido la última vez que me había atendido, pero a veces no era de mucha ayuda.

Cada mañana era igual. Siempre era Yoongi quien aparecía en mi mente en el primer instante en el que despertaba, y mi cabeza empezaba a crear preguntas que me hacían dudar. Me preguntaba por qué seguía conmigo, qué me había visto, si acaso ese día me dejaría para nunca volver, como lo hacía todo el mundo; si podría dejar de importarle. Esa mañana no fue la excepción ¿Pero saben cuál era el lado bueno de todo esto? Que si bien a veces no podía controlar aquellas voces internas, siempre él hallaba la forma de hacerme sentir más seguro.

Lo primero que hice luego de haberme sentado en la cama, fue haber desbloqueado la pantalla de mi celular. Tenía un mensaje suyo que me hizo sonreír.

"Buenos días, cariño".

"Avísame en cuanto estés despierto, quiero ir a desayunar contigo y hacerte compañía en este día tan especial".

"¡Qué emoción! Ya estoy haciendo lugar en casa".

Reí suavemente con el último texto. Habíamos acordado una tarde que si lograba pasar los exámenes, iría a vivir con él, como él había querido desde hacía un tiempo, cuando apenas habíamos empezado a salir. Por eso tenía tanto miedo... aprobaba, o volvía a fallar; seguiría solo, o pasaría a estar acompañado siempre. Sin embargo, decidí enfocarme solamente en nuestra charla. La hora en la que él había enviado sus mensajes me decía que lo había hecho muy temprano. Se estaba preocupando por acompañarme, quería estar conmigo... me sentía realmente amado con cada uno de sus gestos.