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Las personas suelen ser impredecibles. Muchas veces pueden sorprendernos con actitudes inesperadas, y eso mismo pasó una fría tarde de enero.

Era sábado, y por fin tuve un momento para relajarme. No tenía trabajos pendientes ni cosas que estudiar, y mis padres no habían decidido visitarme o haberme pedido que fuera a su casa. Todo se encontraba tan tranquilo, que hasta me daba cosa encender la televisión o poner música, ya que la presencia de cualquier sonido habría arruinado la paz. No obstante, mi celular comenzó a emitir el sonido que hacía cuando recibía una llamada.

No esperaba que fuera Jimin. Él nunca llamaba primero.

No esperaba que me pidiera ayuda.

Sin siquiera dudarlo, corrí a buscar mi bicicleta para ir a su casa. No quedaba muy lejos, pero quería llegar lo antes posible.

Estuve en el lugar cerca de cinco minutos después. Tras haber tocado el timbre, la puerta se abrió revelando al señor Park. Este me dijo que fuera al cuarto de Jimin, pues allí se encontraba. Subí las escaleras, y ni siquiera pensé en que debería de haber golpeado antes de haber entrado. Él estaba recostado boca abajo sobre su cama, de cara a su almohada y sollozando fuerte, como si se encontrara en el peor momento de su llanto. Después de haber cerrado la puerta detrás de mí, me senté a su lado y apoyé una mano sobre su espalda.





—Jiminnie, ¿Qué sucede?

—L--lo s--siento, hyung, y--yo--

—Tranquilo. Respira.





Ayudé a Jimin para que pudiera sentarse, y este se aferró a mí, abrazándome con fuerza y escondiendo su cara en mi cuello. Lo rodeé también con mis brazos y besé la parte superior de su cabeza con la esperanza de que al menos eso pudiera calmarlo un poco. No dejé de acariciar su espalda por un buen rato, y cuando por fin dejó de llorar, se apartó. Nunca miró mis ojos, y escondió sus manos con las mangas de su camiseta. Sorbió por la nariz.





—¿Qué pasó, Jimin?

—Lo siento.

—Deja de decir eso... ¿Por qué te sientes mal?

—No lo sé.

—Puedes decirme, no temas.

—No es que tenga miedo, sólo no sé qué me pasa —se encogió de hombros—. De vez en cuando me dan estos ataques y siento... sólo siento que no quiero seguir más, que a pesar de que sea obvio que estoy gritando por ayuda, nadie puede notarlo. Siento que vuelve todo lo que alguna vez pasó, y que puede volver a pasar. Que la gente volverá a mentirme en la cara, que volverán a lastimarme, a traicionarme, y ya no sé si podré volver a formar esta máscara que creé para que piensen que nada me importa... a veces me veo tan lastimado, tan triste por dentro, que siento envidia de todos aquellos que sonríen todos los días.

—Siento... que tengo lo suficiente como para ayudarte. Debería saber qué hacer, pero no sé qué decirte en este momento que no te haya dicho antes. Yo--

—Tranquilo —secó sus lágrimas y mostró una muy pequeña sonrisa—. Estás aquí —volvió a abrazarme.

—Y ahora que estoy aquí, ¿Cómo puedo ayudarte?

Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora