• 37 •

4K 537 89
                                    

Un grueso colchón de nieve cubría el suelo afuera. Los pasos de Jimin sobre ella eran torpes, graciosos, muy tiernos. Sus pies se hundían unos cuantos centímetros a medida que avanzaba y separaba mucho sus piernas, dando largas y lentas zancadas que me hacían carcajear. Él giró su cabeza para verme y frunció el ceño.







—¿Qué es tan gracioso?

—Que hagas todas esos raros movimientos para no caerte. Haciéndolos, efectivamente te caerás. Ten cuidado, amor.







Jimin se sonrojó a más no poder. Tal vez, por mi advertencia de una posible caída; tal vez, por el dulce apodo. Me acerqué a él, pero huyó en cuanto me vio más cerca. Efectivamente, cayó hacia adelante, quedando desparramado sobre la nieve. Reí (tal vez más de lo que debía) y fui a ayudarlo. Lo levanté con cuidado y logró ponerse de pie. Después de sacudir un poco su ropa, se cruzó de brazos.







—No te burles.

—No me estoy burlando. Eres muy tierno —acaricié su mejilla.

—¿Por haberme caído en la nieve?

—Puede ser.

—Ah, mira esa cara... estás por reírte de nuevo.

—Es que fue bastante cómico.







Después de haber meditado mentalmente cosas que, por desgracia, yo desconocía, Jimin se encogió de hombros y me empujó, haciendo que cayera hacia atrás, sentado sobre el blanco manto que cubría el suelo. Parpadeé un par de veces sin poder creer o entender lo que había sucedido, y él echó a reír.







—¡Eso fue muy gracioso!

—Qué infantil, Jiminnie ¿De verdad era necesario?

—Demasiado —afirmó en un susurro.

—Te escuché... ayúdame, me estoy congelando.







Jimin tendió su mano para que la tomara. Una vez que lo hice, tiré con fuerza provocando que cayera sobre mí.







—¿Quién es el infantil, ahora?

—Supongo que es un empate.

—Sí, dejémoslo así.







Después de haberse sentado a un lado de mí, miró a su alrededor. Habíamos salido de paseo por los alrededores de la casa. Todo estaba rodeado por árboles, arbustos y silencio. Cualquiera podría pensar que pasar varios días en un lugar como ese podría ser completamente aburrido, pero nos teníamos uno al otro. Él me miró y sonrió dulcemente.







—¿Qué pasa?

—Creo que ya lo sabes.

—Seguro es algo bueno.

—Entonces, lo sabes —besó cortamente mis labios—, porque lo es.







Jimin volvió a pararse y me ayudó a levantarme. Entrelazó sus dedos con los míos y comenzó a caminar, llevándome con él. Lo miré con atención y lo vi sonreír. Deseé en ese instante que esa sonrisa siempre estuviera ahí.







—No sé qué es lo que piensas —empezó a decir—, pero me encantaría que esto pueda repetirse en el futuro.

—A mí también.

—Tengo que admitir que me molestó un poco al principio. Tanto tú como mis padres sabían que no tenía ganas de nada, pero lograste lo imposible.

Let me love you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora