Prisionero... [DipperG.xWill]

Capítulo 22

(Narro io)
Stanley le propuso a los padres del niño llevarlo al mismo lugar que el para ayudarlo con sus investigaciones ya que consideraba que la inteligencia de este era algo que debía cultivarse desde temprana edad y que mejor que sus 6 años.

Su madre se negó rotundamente ya que era su "Hijo" y su instinto protector la obligaba a quererlo a su lado.
"¡Ajá, claro señora!..." pensó el mayor.

Y si hablamos de parte del padre, se podría decir que no quería que el heredero de su fortuna desapareciera en un dos por tres, decía que el tenía que aprender acerca de su compañía para mantener el apellido Gleeful en alto.

—¡¿Qué acaso no importa lo que yo quiera?!— Preguntó furioso el menor entrando al despacho de su progenitor y alzando la voz. A pesar de estar vestido con unos pantaloncillos cortos y una camisa polo celeste tenía el porte y comportamiento de un adulto.

—¡No puedes entrar aquí!— Gritó el señor G al acercarse.

—Oh vamos sobrino, dejelo... Es un niño, ¿No?— Preguntó con ironía. —¿Qué acaso tiene miedo de que su propio hijo lo miré como un monstruo?— Su voz resultaba extraña para los presentes, quienes hasta ahora lo habían escuchado hablar de manera calmada y paciente. —¿O es acaso que no quiere que sepa la verdad de su odio a una inocente?... Oh espera, ¡Ya lo sabe!— Gritó con sorna.

Los mayores miraron al pequeño con desdén, querían creer que todo eso era una mentira y que su hijo era un inocente sin conciencia ni nada parecido, pero ni ellos conocían la misma naturaleza del menor.

—Me parece que son unos malditos.— Habló serio el pequeño dejando de lado su coartada de ingenuidad. —¿Acaso son tan retrasados como para preferir a uno de sus hijos sobre otro?— La furia era reflejada en los ojos de su propio padre quien sin descaro levantó su mano y con fuerza golpeó la mejilla del chico llevándolo al suelo, ni siquiera Stanley se acercó a levantar al joven ya que sabía que podía defenderse.

Dipper ni siquiera sobo la zona que lentamente se tornaba roja.

—¿Y usted no dirá nada?— Preguntó a la señora Gleeful.

Después de un gesto de prepotencia, miró al suelo donde yacía el menor. —Tampoco soportaré una insolencia...— Dijo sin prestar atención.

—¿Por qué demonios se comportan así?— Preguntó el mayor ya arto. Al no recibir respuesta, continuó. —¡Ustedes son los únicos con ese comportamiento en esta familia!— Gritó al señalarlos. —¡No merecen tener un apellido como el nuestro!— Se acercó a ayudar a pararse al chico quien con pesar se quedó de pie a un lado de su tío abuelo. Stanley suspiró llevándose una mano a la frente. —Son unos idiotas...—

Era obvio que ellos no se quedarían callados ante el comentario.
—¡¿Y usted que derecho tiene para llamarnos así?!— Gritó furioso el mayor, pero la mirada penetrante de Stanley lo hizo callar.

—Saben, ustedes no deberían opinar en la vida de este niño... Dejen que el decida.— Estaban decididos a protestar, pero que era mejor que hacer que el mismo anciano se tragara sus palabras.

Los tres miraron hacía abajo a Dipper quien estaba parado con la mano en su mejilla presenciando todo.

Su madre se agachó para estar a su altura. —Y bien hijo, ¿Con quién quieres estar?... ¿Con tus padres?— Sonrió de manera dulce al decir aquella palabra. —¿O con esa señor?— Cierto tono de asco fue notable en su pronunciación.

Sin decir una palabra o mirar a sus padres, solo tomó la mano de Stan para salir del despacho al cuarto de Mei y tomar sus cosas.

No era necesario decir algo para deducir lo que quería dar a entender.

(...)
—... ¿Y decidiste traer a estos chiquillos hasta aquí por el simple hecho de que sus padres son unos malditos que los maltrataban y que su mente es demasiado cerrada para comprender el hecho de la maldición de la familia Gleeful respecto a las chicas?...—

—Exacto hermano...—

Tras un breve silencio, continuo.
—Me parece bien...— No fue demasiado difícil convencer a Ford de lo sucedido en la casa de la padre de Dipper.

De hecho hasta le agradó la idea de volver a ver niños en su hogar, aunque el castaño ya no parecía mas un chiquillo.

—Bueno hijo... Yo soy Ford y como puedes ver Stan es mi gemelo.— Dijo con una sonrisa al acercarse al pequeño quien nuevamente traía a su hermana en brazos.

—Un gusto Ford.— Dijo frío mientras acercaba una mano.

—... ¿P-Puedo cargarla?— Preguntó nostálgico al ver a la pequeña niña que despertaba. Aunque con duda, el menor se la acercó. —Es muy linda...—

Los dos ancianos estaban seguros que era casi imposible encontrar una cura para salvar a la pequeña, pero en su interior no querían acabar con esa chispa de esperanza para ambos.

(...)
Podría contarles todo lo sucedido después de eso, como que la familia de Dipper tuvo un nuevo heredero olvidándose de sus dos hijos mayores, o que el castaño fue educado en casa junto a Mei ocultando su existencial por 5 años.

También les contaría que Stan abandonó a la familia para buscar información para acabar con esa maldición.

O quizá que Ford decidió convertir su hogar en una casa de magia junto a sus sobrinos dando shows.

Pero, sinceramente creo que esa felicidad sería olvidado por aquello que acabó con toda la alegría existente en el menor...

¿Pensaban que tendrían una historia con final feliz?.