Capítulo 23

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(Narro io)
Como a la menor no le podían decir la verdad del porque Stan los abandonó, su hermano le contó la historia de que necesitaba tomarse un tiempo a solas, y que mejor manera que viajar por el mundo.

Los habitantes del pueblo habían deducido que el mismo Dipper y Mei era hijo del anciano ya que el fue quien llegó con los niños y después solo los dejó a cargo con su hermano para irse a vivir la vida loca.

Ford nunca dio hincapié para creer eso, pero le daba igual lo que pensaban los demás acerca de su familia.

(...)
—¿Por qué se durmieron tan tarde anoche?— Preguntó Ford mientras calentaba algo en la sartén con tu típico delantal rosa que le había dado su sobrina hacía ya unos años. —Creí haberles dicho que se acostaran apenas las 12...— Le dejo en su plato un gran torre de hot-cakes como a ella le gustan.

—Yo si me fui a esa hora, pero Dipper se quedó guardando unas cosas y preparando todo para el siguiente show...— Dijo al tomar un pedazo de comida y llevárselo a la boca.

El castaño llegó a la cocina y se sentó al lado de su hermana.
Su rostro serio solo desaparecía al ver a la pequeña, pero evitó por completo demostrarlo a su tío.

—¿No están felices de ver otra vez a Stan?— Dijo alegre el anciano mientras le llevaba una taza de café a su sobrino.

El castaño consideraba a su otro tío como el padre que sí tuvo pero que odiaba.

No negaría que le alegraba un poco el ver al otro, pero como siempre se concentraba en guardar sus emociones.
—Creo que esta bien.— Dijo simple probando el agrió néctar marrón.

Ford se retiró el delantal para sentarse en la mesa y compartir un momento con sus sobrinos.

Realmente era una peculiar escena: El anciano miraba con ternura a los jóvenes, la niña devoraba un gran pedazo de masa y el menor leía el periódico con una taza humeante en su mano.

"Desearía que estos momentos se congelaran..." pensó el mayor con nostalgia.

Una de las desventajas de la maldición es que no sabían cuando sucedería, pero siempre tenían presente disfrutar cada momento con Mei; que no conociera el dolor, la tristeza o cualquier otra cosa que la lastimara.

Estaban tan concentrados en sus mundos que les sorprendió cuando alguien tocó el timbre.
—¡Yo abro!— Gritó la castaña mientras corría hacía la puerta, no fue detenida ni por Ford o su hermano pero la siguieron para asegurarse de que nada le pasara.

Tomó la perilla y con mucha fuerza la jaló para así ver a un hombre bastante alto de pie.

Tenía el rostro tapado con una bufanda y sus ojos resaltaban demostrando un gran cansancio, pero al ver a la niña ahí, frente a él, se despojo de aquello que le cubría la cara.
—¡Hola pequeña!— Dijo alegre al agacharse para estar de su altura. —Tanto tiempo sin verte... Haz crecido.— No se tenía que ser un genio para ver que era idéntico a su tío Ford, por lo que Mei dedujo que ese debía ser su hermano del que tanto hablaban.

Ante los ojos de Stan ella era el mismo reflejo de Dipper cuando era pequeño; Ojos azul intenso, cabello chocolate vivo y sus mejillas tornadas de un ligero rojo haciendo notar su felicidad y ternura.

—¡Hola!— Gritó la castaña al abrazarlo tomando por sorpresa al mayor quien correspondió al gesto.

—Pff... Pervertido...— Susurró el chico al ver a su tío en la puerta.

Prisionero... [DipperG.xWill]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora