Megan Ross es una chica de veintitrés años que tras la muerte de su madre tuvo que crecer demasiado rápido para poder cuidar a su hermana menor, Laila Ross. Un día por accidente choca con Nicholas Smith. Él, con tan solo veintiséis años es el hombre...
—Cerraré restaurant. Lo siento tanto. Acompañaré a mi esposo John a Los Ángeles. Consiguió un muy buen trabajo allá y es una oportunidad que él no puede rechazar, ya no necesito trabajar.
Me alegro muchísimo por ella y su esposo. No conviví mucho con John, pero todo lo que me ha contado Ellie sobre él, sé que es un hombre maravilloso.
—Pues espero que tengan un buen viaje. ¿Cuándo se van?
—Mañana en la noche.
—Ellie, muchas gracias por todo lo que hiciste por Laila y por mí. Enserio, te lo agradezco. Tú estuviste a mi lado cuando no tenía a nadie, me ayudaste en los momentos más difíciles de mi vida. Espero que tengas un buen viaje. Te quiero mucho, Ellie —digo antes de que me gane el llanto.
—Yo también te quiero mucho Megan —nos abrazamos.
Ahora, no tengo trabajo. ¿Qué voy hacer? Por suerte tengo unos ahorros, con eso puedo sobrevivir por una semana en lo que consigo otro trabajo.
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Nicholas
Ha pasado una hora desde que se fue el maldito de Collins y mi mal humor empeoró. Sam acababa de entrar a mi oficina.
—¿Estás bien, Nick? —pregunta Sam algo confuso.
—No. Cuando llegué a la oficina Owen estaba aquí.
—¿Te dijo algo?
Niego.
—Pero de seguro va a hacer algo en contra mía, ya lo verás —alzo una ceja.
Asiente.
—Tal vez, pero ten mucho cuidado. No sabemos de qué puede ser capaz Owen. Dejamos de verlo por varios años —Dice Sam algo angustiado.
—Tienes razón, pero no te olvides con quien estás hablando, sabes que puedo hacer cualquier cosa; incluso, puedo quitar a Owen del camino si quiero —alzo una ceja, y Sam sólo voltea los ojos.
