Sidney.
Oculté mi rostro detrás de mi libro mientras observaba los movimientos del barista. Lo vi pasar de la máquina de café a la zona de entrega tantas veces que pensé que en algún momento se desmayaría, pero él se veía tremendamente animado y lleno de energía.
¿Ese era el mismo Min Seok que había conocido años atrás? ¿Ese era Mochi?
Sonreí al recordar el sobrenombre por el cual solía llamarle, justo al mismo tiempo que el barista volteaba y su mirada, como si yo fuese un imán, recayó sobre mí. Al instante, levanté el libro y giré hacia la pared, temiendo que me hubiese visto. Escuché una risa a modo de respuesta y aunque no me veía en un espejo, supe que me había ruborizado.
Bien hecho, Sidney, pensé.
Tomé una bocanada de aire para ganar confianza y volví a bajar el libro una vez más. El barista ya no me veía, por el contrario, continuaba con su trabajo como si nada hubiese pasado. Así que continué con mi tarea de comparar a quien tenía a pocos metros con el recuerdo que tenía de Mochi.
A Mochi lo había conocido cuando estaba en el último año de la primaria. Durante el receso, mis amigas y yo estabamos en las bancas de la cancha de fútbol comiendo y conversando, como en un día normal. Hasta que, de pronto, un fuerte golpe en la cabeza me hizo lanzar la botella de agua que tenía y juro que me movió el cerebro. Parpadeé un par de veces para volver a la realidad e intentar dejar de sentirme mareada, y vi una pelota junto a mí. Volteé roja de la furia en busca de la persona que me había golpeado, con el balón entre mis manos, y fue entonces cuando un joven llenito se acercó corriendo. Intenté calmarme, lo juro, pero el joven y su cara de pastel de arroz no ayudaban.
- ¿Quién demonios te enseñó a jugar fútbol, Mochi? - le grité ese día, ante su expresión entre sorprendida y avergonzada.
Momentos después, cuando el Mochi ya se había ido, mis amigas me contaron que él era mayor, por lo que había cometido un gran error al hablarle sin una pizca de respeto.
¡Qué verguenza!
El daño ya estaba hecho y, como buena hija de un hombre coreano, fui a disculparme por mi actitud, preparada para escuchar alguna burla o reproche de su parte. Pero fue todo lo contrario, él asintió con una sonrisa dulce y amigable, y palmeó mi cabeza un par de veces.
Está de más decir que desde ese día, nos hicimos amigos. Hasta que mi padre, para hacer feliz a mi madre australiana, decidió regresar a Sidney, la ciudad donde se habían conocido y por la cual había sido nombrada, y dejé atrás a Min Seok, a mi Mochi.
- ¿Suele mirar fijamente a los baristas? - salí de mi letargo en ese momento y caí en cuenta que, en algún momento, el barista se había acercado hasta el lado de la barra más próximo a mí para verme mejor.
- ¿Es a mí? - pregunté, a pesar de que era la única persona en esa zona del establecimiento. El barista rió.
- Sí. - tragué saliva, incapaz de pensar en una buena excusa, y luego, solté un suspiro.
Había sido descubierta.
- Lo lamento. - me disculpé con una pequeña reverencia. - Es que se me hace muy parecido a alguien que conocí hace mucho tiempo.
- Suelen decirme eso a menudo. - replicó con una sonrisa que, por alguna razón, terminé imitando, y luego, comenzó a entretenerse limpiando sus utensilios. - Por su sonrisa, supongo que fue alguien importante.
- Bastante.
- ¿Cómo se llamaba?
- Kim Min Seok. - el barista abrió los ojos de par en par y se inclinó ligeramente hacia atrás. - Usted se llama así, ¿verdad? - él asintió. - A él lo conocí en la ciudad de Guri, cuando estudiabamos en la secundaria. - los ojos del joven se iluminaron al instante y vi cómo su expresión comenzó a cambiar a una de emoción. - ¿Mochi? - pregunté, finalmente, arriesgandome a que él no fuese el mismo Min Seok que yo conocía, pero cuando lo vi cubrir su boca con una mano, mi corazón comenzó a latir con fuerza.
- ¿Sidney? ¿Park Sidney? - asentí, sonriendo a más no poder. Sentía que había encontrado una pequeña luz en medio de todo el día gris que había tenido y, por el rostro de Min Seok, parecía que él se sentía igual. - No te he visto en años, desde que te fuiste a...
- A Australia. - completé su oración y él asintió. - Regresé hoy. Voy a estudiar la universidad aquí.
- Esto es increíble. - replicó alegre. Lo vi voltear hacia el reloj colgado en la pared frente a su área de trabajo y luego, volteó hacia mí mientras se quitaba el mandil. - Mi turno acabó, ¿quieres ir a cenar conmigo?
- ¿Bromeas? Eres, literalmente, lo mejor que me ha pasado en el día.
Seúl comenzaba a mejorar.

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Love Me Right | EXO
FanfictionLa casa para estudiantes F5 solo tenía 3 reglas: No fiestas, la casa no se mantiene sola, todos deben ayudar, y la más importante, no chicas. Supongo que con Sidney tuvieron que hacer una excepción. Prohibida su copia parcial o total.