Min Seok.
Park Sidney.
Creí haberla reconocido cuando entró a la cafetería, pero como no estaba seguro, no hice ningún movimiento. No nos habíamos visto en años, desde que ella y su familia se mudaron a Australia, dejandome con ganas de hacer y decir muchas cosas. Sin embargo, recordaba todo de ella. Recordaba su risa, su mirada atenta mientras jugaba fútbol en la escuela, el olor de su perfume de vainilla y, sobretodo, su voz gritándome "¡Mochi!".
Había imaginado muchas veces cómo sería volver a verla, cómo se vería y lo que diría, y por fin allí la tenía, frente a mí, comiendo juntos en un restaurante en plena noche. Pero me había dejado sin palabras, me sentía ansioso por su sola presencia.
- Recuerdo que te gustaba mucho el tteokbokki. - ella rió ante mi comentario, transportándome a nuestras épocas de adolescentes.
- Me gustaba porque a ti te gustaba. - replicó mientras se llevaba el primer bocado a la boca, y yo luché porque no notase lo nervioso que me ponía su comentario.
Sí, allí estaba la Sidney coqueta que había logrado conocer en los últimos meses antes de su partida.
- Ha pasado tanto tiempo. - murmuré, pero ella logró escucharlo.
- Te extrañé, Mochi. - admitió con tal frescura que me pareció injusto.
¿Cómo podía estar tan tranquila?
- También te extrañé. - me animé a decir y obtuve como recompensa una sonrisa de su parte. - ¿Dónde te estás quedando?
- A 5 calles de la cafetería en la que trabajas. - contó. - Me queda cerca de la universidad.
- ¿Korea University? - Sidney comenzó a asentir con los ojos brillando como dos estrellas y no pude evitar sonreír. - Yo estudio allí.
- Esto no puede ser real. - soltó, de pronto. - Min Seok, eres mi salvador, enserio. - reí ante lo exagerado de su comentario, pero por su expresión, supe que no era una broma. - No conozco a nadie aquí. Tener a una persona tan cercana me será de mucha ayuda.
- Para lo que necesites.
Me ofrecí a acompañarla de regreso a su casa de estudiantes, luego de pagar por la cuenta de ambos, y aunque no era la persona más romántica del planeta Tierra, juro que sentí una corriente de electricidad cuando ella asintió con una sonrisa.
La Sidney que yo recordaba era bonita, pero la que yo tenía en frente había sobrepasado a la anterior.
Mientras caminabamos, la mantuve cerca de mí. La zona por la cuál ella me guiaba, no era peligrosa, pero un poco de precaución nunca mató a nadie. Escuché las historias que tenía por contarme de Australia, su etapa en la escuela, su graduación y el año libre que había tomado para trabajar como fotógrafa para una agencia de publicidad.
Era increíble verla hablar de forma tan madura, tan resulta y tan centrada.
- Ya estamos cerca. - me dijo y solo entonces, volteé a ver la calle en la que nos encontrabamos.
- Yo también vivo por esta zona. - Sidney abrió los ojos de par en par y recibí unas palmadas en el brazo por su emoción.
- ¡Eso es genial! - exclamó, antes de que su celular comenzara a sonar. La vi sacar el aparato de su bolso y quedarse viendo la pantalla unos segundos, con el ceño fruncido, para luego contestar. - ¿Yeoboseyo? - saludó en coreano formal y tanto por el volúmen alto de su celular, como por la quietud de la calle en la que nos encontrábamos, escuché una voz masculina responder. Dirigí la mirada hacia el frente al instante, sintiendo una incomodidad inexplicable, pero no dejé de estar atento a lo que pasara. - Salí a conocer la zona. Estoy en camino a la casa.
¿Ella vivía con un hombre? ¿Tenía novio?
- No es necesario, pero gracias. - añadió Sidney. - Estoy a un par de calles de distancia. Sí, está bien, gracias. - cuando la escuché reír, volteé a verla. Ella mantenía la mirada en sus zapatos y llevó una mano a su rostro para alejar el cabello y colocarlo detrás de su oreja. - No lo diré. No. - se negó y como si recién se acordara de mi presencia, volteó hacia mí. - Ok, oppa, te veré luego. - añadió rápidamente, antes de colgar. - Lo lamento. ¿De qué estábamos hablando? - me encogí de hombros y forcé una sonrisa en mi rostro, intentando mostrarle que no importaba, aunque por dentro seguía sintiéndome incómodo.
- ¿Es en la siguiente calle? - pregunté, cuando pude ver mi casa en la oscuridad de la noche. Ella asintió. - ¿Es enserio? Creo que somos vecinos.
- ¿En cuál casa vives? - quiso saber con curiosidad en sus ojos y señalé la casa en la esquina, una de dos pisos y de color azul, de donde salía un joven de hoodie oscuro. Sidney logró verlo también y cuando esté volteó hacia nosotros con una mano levantada en el aire, su rostro cambió de confusión a emoción, e imitó el gesto del joven.
- ¿Jongdae? - preguntamos los dos al mismo tiempo y cuando ella volteó a verme, entendí lo que estaba pasando.
- ¡Madre mía! Vivimos en el mismo lugar.

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Love Me Right | EXO
Fiksi PenggemarLa casa para estudiantes F5 solo tenía 3 reglas: No fiestas, la casa no se mantiene sola, todos deben ayudar, y la más importante, no chicas. Supongo que con Sidney tuvieron que hacer una excepción. Prohibida su copia parcial o total.