17: Bet on it (Part 2: Fear)

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   Esto sucede como dos días después del oneshot anterior. Esteban sigue en Rusia, por lo tanto Jonathan sigue durmiendo en la casa del rojito.

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–¿Mi amor? Despierta– susurró con dulzura Sherwin a un Jonathan plácidamente dormido a su lado.

   Beth había dispuesto un colchón junto a la cama del pelirrojo, para que su novio durmiera ahí, pero él solo la usó durante la mitad de la primera noche. Ellos se sentían como mil veces más a gusto durmiendo en los brazos del otro. La madre del pelirrojo supuso que eso pasaría, pero fingió no saber absolutamente nada del asunto.

–Nghhh...– un raro sonido de queja salió del moreno acostado boca abajo. Instintivamente estiró su brazo buscando a su novio, abrazó su cintura, suspiró, y se quedó dormido de nuevo.

–Amooor...– canturreó el pecoso, tocando repetidamente la mejilla de Jonathan con su dedo, insistiendo en que se despertara –Vamos bonito, tenemos que ir a la escuela.

–Mhhh...– el sonido de berrinche que hizo el moreno fue aplacado por la almohada. Despegó su cara de ahí unos centímetros, sus ojos azules aún cerrados –No quiero ir hoy a la escuela.

–Mi mamá nos dejó faltar anteayer por el partido de México, y ayer solamente porque se lo pediste– Sherwin soltó una risita –No podemos abusar de su buena voluntad.

   (En la vida real, el partido sucedió un domingo :'v bueno imaginemos que fue un dia escolar)

   Jonathan se giró para quedar justo frente a frente con él. Abrió sus ojos muy lentamente, y los fijó en el muchacho de desordenado cabello naranja.

–Pero hoy tenemos clases con “Einstein”– se quejó el ojiazul.

   Así apodaron al señor Zampini, el nuevo profesor de matemáticas desde hacía uno o dos meses. Desde entonces, esa materia que antes amaban, se convirtió en la pesadilla de esos chicos. Los ejercicios que el hombre proponía eran ridículamente difíciles, a la hora de consultarle sus explicaciones eran pobres, y a pesar de todo el esmero que pusieran, el sujeto no los perdonaba a la hora de calificar.

–Sí mi amor, ya lo sé– el pelirrojo soltó un suspiro de resignación, cerrando sus ojos avellana por un segundo –Pero tenemos que ir. Y lo sabés bien.

   Ante esto, Jonathan sólo asintió con algo de tristeza. Sin más preámbulos,  ambos se levantaron de la acogedora cama de Sherwin.

   El pelirrojo fue el primero en entrar a bañarse, mientras Jonathan guardaba sus libros y chequeaba estar llevando todo lo necesario, mientras un recién levantado Shirley estaba de flojo en el hombro del muchacho. Luego los chicos intercambiaron lugares. En cosa de veinte minutos más ya habían desayunado y se encaminaban a la escuela dulcemente tomados de la mano.

   Ya dentro de las instalaciones escolares visualizaron a Travis, quien se veía peculiarmente nervioso frente a su casillero, como mirando a la nada misma.

–Hey viejo, ¿Todo bien?– saludó el moreno, sacando al castaño de esa burbuja.

–Sí, todo bien. Hola, Sher– el muchacho patéticamente fingía estar normal.

–Hola, Travis– el pelirrojo movió su mano amablemente. De inmediato algo dentro suyo, intuición o lo que sea, le dijo que esos dos amigos necesitaban hablar a solas –Amm, yo ya me voy a mi clase. Después los veo. Adiós.

   Dejó un pequeño beso en la mejilla de su amado y en cuestión de segundos desapareció entre el mar de niños. Jonathan también había notado que algo le sucedía a su amigo, y agradeció que Sher haya tenido ese gesto.

Sherwithan One Shots (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora